El pasado viernes Gustavo Petro inició su campaña política por la presidencia de 2022 en Barranquilla, y al igual que en la contienda electoral del 2018 la plaza pública fue clave para él y allí fue donde inició, y en un lugar tan simbólico para su campaña, la Plaza de la Paz, donde presentó un discurso improvisado y dejó un par de detalles, cuanto menos curiosos.
El primero es la adhesión de sectores religiosos a la campaña del Pacto Histórico, acto criticado por muchos, y me incluyo ahí, porque su actuar se acerca al de los sectores tradicionales donde manipulan a la gente por medio de su fe. Pero es clave que Petro se acerque a los sectores religiosos si quiere ser presidente, puesto que en los sectores más ridículos, pero no minoritarios, se habla de los demonios de Petro, brujería o satanismo como se evidencia en la cadena de WhatsApp que denunció el exalcalde de la capital horas antes de presentarse en Barranquilla, y esto tiene mucho peso en el país del Sagrado Corazón, incluso el pasado miércoles 8 de septiembre conoció el resultado de un estudio del Centro Nacional de Consultoría (CNC) que indicó que tan solo el 1% de los encuestados votaría por un candidato ateo para ser presidente en el periodo 2022-2026, tema importante.
Pero esto no empieza acá para el candidato, en las pasadas elecciones en sus videos publicitarios se vieron bastantes coros religiosos aunque nunca fue uno de sus pilares, y que tenga su fe no está mal, pero que la use como medio populista sí, porque este no es un tema de simpatía o cercanías sino de acciones y propuestas, y eso que apenas empieza esto, porque hay que ver si la defensa de los sectores LGBTQ, de las minorías o los derechos de la mujer son reemplazados por discursos de salvación del infierno y superioridad moral.
Segundo, como es habitual en él habló de la competencia, dejando pullas a Sergio Fajardo y a Alejandro Gaviria, pronto aprovechará el desgobierno de la alcaldesa Claudia López para expandir su discurso, eso sin contar a su mejor publicista, el presidente Duque. Mucho hablará y mucho dará de qué hablar Petro.
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