En mi recorrido matutino en el servicio de transporte público, se subió al auto bus una mujer de 30 años. Iba con sus tres hijos menores de 6 años; ella nos contó que venía de Venezuela y que llevaba pocas horas en la ciudad de Bogotá. Solicitaba una ayuda para darle de comer algo a sus hijos, y conseguir algún lugar para dormir.
Ella con su mirada marchita y sus ojos llorosos nos explicaba que por la crisis de su país decidió venir a Colombia, pero que desafortunadamente los planes no habían salido como se planearon. Me generó inquietud su historia y me le acerqué a preguntarle cómo fue su travesía al cruzar la frontera y cuál sería el plan de ahora en adelante.
Me contó que busca un familiar que se encuentra en Bogotá y está esperando que le conteste el teléfono porque no logra ubicarlo. Esto me inspiró para narrar una historia a la que denomine (Después de la frontera), Pero antes de escribirla me parece importante hablar sobre los emigrantes venezolanos que se encuentran en Colombia.
A muchas personas les pregunté ¿Qué opina de los venezolanos en Colombia? Las respuestas siempre fueron relacionadas con: prostitución, hurto, drogas, pedir dinero, que quieren todo regalado, y hasta que son culpables por el desempleo en Colombia.
No pues… ¡Colombia la crema innata de América latina! Pensé. Es realmente triste y decepcionante escuchar este tipo de respuestas. Me cuestioné ¿Cuándo los colombianos se empezaron a creer superior o de raza pura? Si es que esa descripción que me daban es la misma que muchos amigos han escuchado de los colombianos cuando están fuera del país.
Un día escuché una persona que narraba un robo en Transmilenio y otra le dijo “mínimo eran venezolanos” Luego alguien que arrendaba su casa me dijo entre sus requisitos “pero no se arrienda a venezolanos” y hasta en los medios de comunicación dijeron “los venezolanos se nos están metiendo al conjunto” o ¿se les olvida la escena ridícula que hicieron aquella noche, cuando se armaron hasta con palos para hacer la ronda en sus casas?
Estamos hablando de inseguridad, desempleo; problemáticas sociales que ha existido desde siempre, pero que los medios de comunicación y el gobierno culpan al problema transitorio para lavarse las manos, porque ahora la actual crisis económica es culpa del covd-19 y no del gobierno.
A ver mis compatriotas de mi tierra querida. Claro que yo he visto robar a venezolanos, pero es que también he visto robar a colombianos. Claro que he visto prostitución de mujeres venezolanas, pero también he visto prostituirse a las colombianas. Claro que he visto venezolanos que no pagan el arriendo, pero también he visto desalojos a familias colombianas por no pagar.
Conozco venezolanos médicos, profesores, vendedores ambulantes que son honestos, trabajadores como los colombianos. También los colombianos hacen cosas en otros países que avergüenzan el tricolor, lo que pasa es que siempre buscamos a alguien para culpar por nuestros errores y nuestras fallas. Tantas personas que están en una iglesia los domingos, y entre semana escupen todo su veneno para enseñar a los demás como deben vivir, y culpando a personas vulnerables por sus problemas existenciales.
Dice Cris Morena directora y productora de televisión en Argentina “no se le puede pedir a la humanidad que no sea violenta si violenta fue su creación” Además las personas que odiamos son el reflejo de nosotros mismos, por eso las odiamos, porque nos sentimos identificados. La Xenofobia es el virus que llegó a Colombia antes del covid-19.
Una enfermedad de indiferencia que lastima a las personas extranjeras. Cada uno tiene sus experiencias y juzga desde lo que conoce o escucha, pero tenemos que aprender a ponernos en los zapatos de los demás, porque ese venezolano que usted miró mal, o no saludo porque otros compatriotas hicieron algo indebido, puede ser su hijo, su sobrino, su mamá; recuerden siempre que en algún momento de la vida necesitaremos una oportunidad o ayuda de alguien.