Por: Hernán Riaño
En Colombia ha existido, desde la independencia y antes, una clase de personas que se creen superiores al vulgo. Es esa derecha que se autodenomina decente y que degeneró, gracias al uribismo, en la “gente de bien”, ya que para diferenciarse de los demás se acostumbraba a remitirse a esa clase social como la “gente bien” o la “gente muy gente”, clasisismos de nuestro país. Se caracteriza por ser dueña de varias empresas, o por estar vinculada a ese círculo social en otras actividades que quieren promocionar, para demostrar que sí son cultos y políticamente correctos.
Son los promotores de ese término: “lo políticamente correcto”, que quiere decir que ellos impusieron su forma de hacer política y que todo lo diferente no debe ser aceptado por los colombianos. Por eso ha habido una censura soterrada en la mayoría de los casos y abierta en los últimos tiempos a ciudadanos que quieren hacer algo diferente con el país, pero que no es aceptado por los herederos de los criollos que se apoderaron de la nación después de la independencia. Se abrogan el derecho a desautorizar, censurar y eliminar cualquier opinión que no les guste o que los afecte y solo porque son los herederos “verdaderos” (según ellos), del poder en Colombia.
Ese poder ilimitado que tenían fue abruptamente interrumpido por la llegada de la nueva economía del narcotráfico que, con su anuencia, penetró empresas y negocias llegando a las más altas esferas del poder que ellos ostentaban. Algunos criticaban a los “traquetos” tímidamente, o como se dice popularmente “por debajo de la ruana”, para que no se notara mucho y ellos quedar bien, pero sus escrúpulos eran vencidos por la gran cantidad de dinero fácil que empezó a llegar al país. Muchos empresarios cambiaron su ocupación principal por la del lavado de dinero y grandes bancos consolidaron su poder con este negocio.
Así se creó una nueva cultura en el país, la traqueta, representada por cantantes, tipos de “música” que empezaron a invadir las emisoras otrora muy exigentes por quienes alcanzaban a llegar a sus frecuencias, solo para mostrar un ejemplo, pero como dijo uno que ahora es alcalde electo “plata es plata”, y así todos los renglones de la sociedad se fueron rindiendo a esta nueva economía. La política nunca estuvo exenta, ya que es conocido cómo el ex de marras, cuando fue director de aerocivil, repartió licencias a quien era el capo del negocio en esa época y luego fue electo,gobernador, alcalde y luego presidente, (dos periodos). El congreso, según ellos mismos, fue “colonizado” por un gran porcentaje de parlamentarios que representaban y defendían sus intereses. Nunca esa derecha decente se enfrentó ni condenó de frente a los promotores de ese negocio su apoderamiento del país y empoderamiento en la economía, política y demás actividades.
Muchos periodistas se les entregaron en cuerpo y alma, pero otros, pertenecientes a esa derecha decente, se mantuvieron en una línea muy fina, en la que hacían denuncias sobre hechos delictuosos, pero no profundizaban para desenmascarar la verdad; quedar bien con dios y con el diablo, se dice. Llegaron al límite de taparle a un exalcalde de la capital la gran mentira de sus títulos de maestría y doctorado que él presentaba como si los hubiera obtenido de una universidad francesa, lo trataron como si fuera una pilatuna de un jovenzuelo, solo por ser de esa clase social tradicional del país. Y lo mismo con los supuestos títulos universitarios y doctorados de otros personajes de la vida nacional inclusive del expresidente más reciente del país, solo por mencionar unos pocos casos. De ese tenor es el tratamiento dado por el periodismo de la derecha decente, le tapa los “errores” (¿o delitos?) cometidos por los “respetables” miembros de su sociedad ¿? y es muy tímido con los de los dueños del país.
Hoy, la situación los tiene muy angustiados, ya que como defensores de una forma de pensar y de actuar no saben como tratar con el nuevo gobierno nacional y sus propuestas para un salto económico y político. Por un lado hay periodistas y medios que le declararon la guerra abiertamente e inventan mentiras y calumnian sin pudor y sin control, y por el otro lado hay otros que andan en la cuerda floja, unas veces tratan con algo de decencia al presidente y otras veces se convierten en otra falange de la guerra santa declarada por la extrema derecha.
Eso ocurrió en días recientes con una columna publicada por una de estas periodistas de la llamada derecha decente o como ellos se autodenominan “de centro”. Tratando de emular a su colega, publica una “carta abierta” en la que hace unas afirmaciones que solo benefician a los que quieren derrocar al presidente. No voy a entrar a discutir si sí o no dice la verdad o si son, como ella deja ver, provenientes de una “fuente confiable”.
Ha habido presidentes en la historia de Colombia con conductas personales bastante reprochables, como Turbay Ayala, abuelo de Miguel Uribe Turbay, que se casó con una sobrina; luego anuló su matrimonio para poderse casar con otra persona, en un viaje de Estado a una región del país; acosó sexualmente a una funcionaria de su gobierno; impulsó su estatuto de seguridad con el que fueron torturados y murieron muchos colombianos y nunca pasó nada, al contrario muchos lo felicitaban por esos arrestos de macho. El abuelo de Paloma Valencia, Guillermo León que se la pasaba borracho (¿sería adicto al alcohol?) y asiduamente “se escapaba” a las casas de lenocinio del barrio Santafé, pero para bombardear a campesinos sí estaba en su juicio. Recordemos que por haberlo hecho nacieron las FARC. Y más recientemente, como lo dice atinadamente el caricaturista Matador, hay un expresidente “adicto a la sangre” y un general de su gobierno que pedía baldados del líquido vital. O el último presidente uribista adicto a gastarse el dinero a manos llenas, que no era de él sino de todos los colombianos, no se sabe a donde fueron a parar el oro y billones de pesos que hoy tienen en quiebra al país y “saltando matones” al presidente Petro para resolver la angustiosa situación y tratar de que las soluciones no afecten en gran medida a los colombianos.
¿A ellos por que no les escribieron cartas para saber si eran adictos y que sus acciones si perjudicaban al pueblo colombiano? Contrario a lo que pasa hoy que, nadie puede decir lo contrario, el señor presidente trabaja de sol a sol y más, para resolver los grandes problemas que dejaron sus antecesores y acabar con la pobreza y miseria de los colombianos. Sus proyectos y reformas, contrariamente a lo que hicieron los otros presidentes, que los aprobaron para beneficiar a sus empresarios y políticos, solo contribuyen al bienestar de los ciudadanos. Alguien que diga: ¿cual de los proyectos de ley presentados lo benefician a él personalmente?, ¿las reformas a la salud, laboral?, pensional, agraria, etc.?, repito ¿cual?
Ante esta circunstancia es obligatorio analizar el por qué la periodista de marras escribió y mandó esa carta. ¿Que motivos hay detrás de esa acción? Solo hay que ver como se han comportado otros periodistas de la misma línea como el vástago de otro comunicador que lo único que hace es faltarle el respeto al presidente con sus insulsas intervenciones que él califica como chistes y que como el alcalde electo de Bogotá, su único mérito es ser el delfín de un reconocido personaje de la vida nacional. ¿Quieren desestabilizar al gobierno y así hacerle el favor a la extrema derecha y al narcotráfico? ¿Hay una alianza perversa para evitar que haga las reformas tan necesarias? De todas formas sus motivos no son claros y dejan muchas dudas. Solo hay que recordar el trato que le dieron al presidente Castillo del Perú antes de que lo defenestraran, parecería un libreto para América Latina impulsado por sectores más recalcitrantes del mundo, en el que aplican las mismas tácticas, para lograr, con la misma estrategia, el derrocamiento de cualquier gobierno progresista en la región. (1)
Es necesario que la llamada derecha de centro o centro derecha diga abiertamente a qué juega en este país. Si va a contribuir al desarrollo capitalista o se va a unir con los feudales para mantenernos en un atraso permanente, como lo han hecho a través de nuestra historia republicana. Así están las cosas.
(1) https://pacocol.org/golpe-de-estado-en-peru-audio/
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