Escuelas Abiertas …pero de verdad

Escuelas Abiertas …pero de verdad

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En semana anteriores escuchamos a nuestra alcaldesa decir que el otro año los colegios deberán abrir si o si, pues este año ya se nos fue así, con estas clases virtuales donde la mitad del tiempo estaba la gente llegando y la otra mitad viendo como hacia para no prestar atención a un profesorado que aunque se puso la 10 se dio cuenta que la batalla de los últimos 10 años sostenida contra los dispositivos electrónicos y los contenidos digitales les pasó factura teniendo que unirse a regañadientes a su mas férreo enemigo, llamado pantalla.

A lo anterior se suma el claro hecho de que la carga para las mujeres en el hogar aumentó considerablemente y muchas incluso tuvieron que abandonar sus trabajos para poder destinar mas tiempo en el cuidado de las y los niños, pues socialmente los niños son responsabilidad de las mujeres y siempre que los estados dejan de hacer su trabajo llámese, proporcionar saneamiento básico, seguridad alimentaria, seguridad física, cuidado en la salud o como es el caso ahora, cuidado y educación para sus ciudadanos, siempre es la mujer quien le suple en esas labores y termina siendo esclavizada una vez más. Pues todo lo que pase en la “ vida privada” aunque dependa de decisiones de estado parece culpa o responsabilidad de las mujeres solo que sin el reconocimiento, herramientas o pago que reciben quienes se encargan de los asuntos “ públicos”.

Asi pues , y en razón de los cierres de lugares públicos las niñas y los niños de Colombia vieron interrumpidas su clases y mermadas su oportunidades de acceder a la educación dignificante y de calidad, y no por que sus madres no hicieran un esfuerzo monumental por reaprender para enseñar o destinar sus propio tiempo vital a una labor que pertenece a la comunidad, si no por que el sistema educativo colombiano es mediocre y vive en el siglo XlX. La educación y sobre todo la educación publica repite el esquema no de la fabrica, no se equivoquen, es el esquema de la cárcel el que se repite una y otra vez, pues se condena a las y los estudiantes a estar en cuartos pequeños, aglomerados durante una x cantidad de tiempo, un tiempo también se destina a consumir alimentos y a tomar el sol o socializar, todo esto mientras se les retiene en un espacio donde no pongan en peligro la realización de las actividades productivas que suceden o deben suceder en el exterior, y las personas “ productivas” puedan desarrollar ellas si sus labores sin quien les distraiga, eso es un colegio publico en nuestro país. ¿ven el parecido?

Ahora que ya sabemos que los colegios son más un parqueadero de niños o una cárcel, y teniendo en cuenta que la pandemia se dio a la tarea de obligar a esas “instituciones” a abrir sus puertas; ahora que notamos también, que la educación autónoma es posible, que la radio, la televisión, el cine, YouTube, los libros, las conversaciones familiares y los chats con los amigos pueden educar, pueden formar y pueden construir conocimiento.
Podemos tomar mejores decisiones sobre como construir el presente del sistema educación, sobre todo en Bogotá.

Para construir ese nuevo contrato social en el sector educativo debemos ser muy creativos y reconocer los retos y oportunidades que la pandemia nos propuso dentro del que considero mas relevante es el de construir conocimiento de manera conjunta sin estar todos juntos, la asincrónia y la distancia social, pues la realidad es que nadie aprende completamente solo, que los procesos de construcción y validación de lo aprendido se harían mas lentos y mas ineficientes si seguimos como estamos en este momento, pero si simplemente le ponemos un tapabocas a nuestra realidad sin tener en cuenta otras medidas, o nos alejamos e higienizamos la realidad de los niños y niñas la riqueza de esa etapa de la vida se irá perdiendo.

En otras palabras, una escuela sin encuentro, sin bulla, sin abrazos, sin juego, sin intercambio, no es un escenario propicio para aprender. Pero poner de nuevo a miles de estudiantes juntos en un mismo edificio durante 8 horas es hoy inviable, insalubre e irresponsable. ¿ Cuál es la solución entonces? Pues hay varias, muchas acciones por tomar, pero la que yo considero mas importante, es reconocer que la escuela por ningún motivo debe volver a ser la misma. Hay que abrir la escuela, hay que permitirle a la escuela encontrarse en parques, calles, universidades, iglesias, salones comunales, CDC, aulas virtuales, salas de cine, teatros, plazas publicas, en fin, hacer de Bogotá una escuela, los barrios y todo su equipamiento comunitario los salones apoyando así el distanciamiento social pero reforzando el tejido social, ese es el nuevo contrato social, que podamos movernos en las calles sintiendo como estudiantes que estamos seguros, que toda la ciudad es puede ser un aula.

Hay muchas revoluciones posibles entorno a este modelo pospandemia, como garantizar la seguridad alimentaria de las familias desde el colegio; como garantizar la igualdad en el acceso a la educación para las mujeres eliminando la obligatoriedad de la falda y permitiendo las clases virtuales en días de dolor extremo a causa de cólicos menstruales; y permitir que las niñas y los niños, las y los jóvenes recuperen su derecho a la ciudad.

Un contrato social nuevo implica y pasa necesariamente por hacer redistribuir la ciudad en si misma.

 

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