Buenaventura, la ciudad puerto más importante de Colombia sufre de abandono hace décadas, casi por 30 años sus líderes han agotado todas las formas de llamar la atención del Gobierno Nacional para trabajar en pro de la erradicación de la pobreza; el desinterés por sus suplicas permitió que la problemática fuera creciendo como bola de nieve integrando con el paso del tiempo diferentes violencias que vimos estallar el 30 de diciembre de 2020.
El puerto que es uno de los mayores generadores de riqueza para nuestro país vive en sus calles desbaratadas la absoluta penuria, a algunas zonas no llega el acueducto, alcantarillado y agua potable, los jóvenes que evidencian un enorme talento y gran potencial cultural no cuentan con ningún apoyo, la oferta de educación universitaria es escasa y la que hay inaccesible para muchos, lo que los convierte en candidatos para hacer parte de las bandas delincuenciales allí instaladas. Es arbitrario que Buenaventura que mueve más del 53% del comercio internacional, donde se recauda entre 6 y 7 billones de pesos anuales correspondientes a impuesto aduanero se encuentre en una situación tan lamentable, es decir no están recibiendo ni el 1% de lo que aportan al país. Esto nos demuestra la poca voluntad que han tenido los últimos Gobiernos por convertir la ciudad en atractiva, prospera y segura. En el 2014 fueron protagonistas de la marcha para enterrar la violencia, en el 2017 del gran paro cívico donde nació la ley de fondo, -que no se ha cumplido- y en el 2018 hicieron un llamado urgente por el dominio del territorio a manos de delincuentes que ya era evidente.
En Diciembre de 2020 se dio un enfrentamiento entre las bandas que controlan los negocios legales e ilegales del puerto, rompiendo el pacto que los hacia sobrevivir en el mismo territorio, de este enfrentamiento resultaron una persona asesinada y otra herida; esto traería la fuerte balacera del 30 de Diciembre como consecuencia donde murieron 7 personas pertenecientes a diferentes barrios y dos que quedarían heridas pero que igualmente fallecieron. Desde esa fecha hasta ahora los asesinatos no han cesado, 21 homicidios se dieron en el mes de Enero que si los comparamos con los 7 del año pasado podremos ver lo preocupante de la situación, se dice que al menos 30 familias han sido desplazadas, aunque es difícil calcular un número exacto ya que no todos avisan a las autoridades. El temor de los ciudadanos es enorme y se ha disparado la delincuencia común ya que la fuerza pública al estar cubriendo algunas zonas abandona otras, los atracos se realizan con arma de fuego.
Como era de esperarse en el actual gobierno, siempre desconociendo la problemática de fondo, maquillando cifras y cambiando nombres para que la realidad no se note tanto, el Ministro de Interior Daniel Palacios dijo que se trataba de disparos al aire de una forma esporádica para causar zozobra; y aunque se ha aumentado el número de policías, ejercito y hombres de la armada nacional, se han dado algunas capturas e incautamiento de armas, el puerto como conexión marítima con el exterior siempre va a ser apetecido por las bandas criminales, que según el alcalde no son locales sino estructuras formales armadas de alcance nacional e incluso influencia internacional. Si los últimos hechos se catalogan como simples tiros al aire la inversión social y cultural que se requiere, la ampliación de la oferta académica y laboral y la atención de manera especial que clama el puerto con Duque también quedará en veremos.
Hoy Miércoles 10 de Febrero se ha organizado a las 10:00am una cadena humana sobre la Avenida Simón Bolívar, donde los participantes con camiseta blanca, tapabocas y uniéndose por las puntas de toallas para no tener contacto pretenden extenderse hasta Córdoba, este es un llamado para que el país ponga sus ojos en Buenaventura y salde su deuda histórica. No se descarta cerrar el puerto si la indiferencia continua, acción que si somos justos debemos apoyar. Como dice el joven líder Leonard Rentería: la vida, la seguridad y la paz son derechos constitucionales que están siendo vulnerados en la ciudad, es legítimo exigirlos. No podemos ser egoístas cuando el comercio no ha parado a pesar de la pandemia, cuando el puerto sigue moviéndose y produciendo dinero para todos, es hora de ser solidarios con una ciudad que ha sido tan generosa con el país.
Se comprueba una vez más que el presupuesto nacional está centralizado, solo llega a las grandes ciudades y se distribuye desde la capital sin escuchar a los líderes locales, queda claro que necesitamos una representación política amplia con nuevos liderazgos que den la pelea por esas zonas olvidadas que son las que hoy se encuentran a mando de fuerzas ilegales, algunas en las narices de las mismas fuerzas legales, y de esta forma asegurar que el Estado no llegue solamente a través de la fuerza pública, sino con educación, infraestructura, inversión cultural y oportunidades. Dejemos de elegir a quienes rechazan el campesinado, indígenas, gente afro y todo lo rural, a los que usan discursos bonitos pero no se les conoce trabajo con las comunidades. Buenaventura tiene como alcalde a un líder que ha luchado por su gente, pero no es suficiente cuando la misma Presidencia tiene intereses opuestos, se necesita representación en alcaldías, concejos municipales, gobernación, congreso y por supuesto un Presidente para la gente, no alguien que apenas balbucea.