Lo que aún no han logrado los politiqueros y opositores del pasado plebiscito, sobre un nuevo acuerdo entre el gobierno y la FARC, aquellos mismos que promovieron el NO con mentiras y engaños publicitarios, con acciones torticeras y difamación del acuerdo logrado en la Habana; lo están logrando los estudiantes universitarios, los campesinos, trabajadores, los indígenas y el pueblo en general en Colombia, creando un mar vestido de blanco como símbolo de paz, desbocado por las calles y avenidas de todas las ciudades capitales de Colombia.
Días después de que el SÍ tuviera un tropiezo imaginado por una margen mínima de derrota, en el pasado plebiscito para refrendar los acuerdos de paz de Cartagena, Colombia; estudiantes de diversas instituciones de educación universitarias de Bogotá, y otras ciudades capitales, públicas y privadas, han promovido marchas de miles de educandos en pro de la paz, con ellas pretenden presionar, para que se realice un nuevo acuerdo a la mayor brevedad, alejados de ideologías políticas, credos y filosofía de los participantes.
La mayoría de colombianos exigimos es una pronta reconciliación nacional, invitamos a todos los sectores de la sociedad colombiana que impulsemos el respaldo al proceso de paz, sin velar por intereses individuales.
Como lo dijo Séneca; “La voz del pueblo, es la voz de Dios”, por encima de los intereses políticos, económicos, de petulancia, soberbia y venganza de algunos promotores del no por el plebiscito, el pueblo impondrá su voluntad, su deseo y anhelo que se concrete prontamente un nuevo acuerdo del gobierno Santos, las Farc y opositores.
Los estudiantes quieren recalcar al gobierno y a la comunidad internacional, que la paz no se debe utilizar como un negocio de algunos partidos políticos, ni como un cogobierno de un puñado de familias potentadas que se han creído dueños de este país, que pretenden hacer lo que vienen en gana con este pueblo; la paz es un derecho constitucional, una obligación del gobierno dejarla surgir. Con las marchas no se busca polarizar más a los colombianos, sino un despertar de conciencia, una reflexión, una exigencia a los políticos, y demás personajes que atizan a la guerra para obtener sus beneficios personales y a los padres de la patria que están en deuda morosa con Colombia.
No queremos más dilaciones en un nuevo acuerdo, donde ronde intereses políticos, particulares, ni imposiciones de unas pocas familias, que solo buscan lucrarse a costa de este pueblo que ha sufrido el horror de la guerra por más de medio siglo, que han puesto sus muertos; donde el dolor y el sufrimiento lo han sumido en infinitas penalidades.