La derecha le marca la agenda a la izquierda

La derecha le marca la agenda a la izquierda

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Colombia ha sido un país en el que todas sus actividades: política, económica, social, religiosa y de toda índole, han sido definidas por la derecha y la extrema derecha. Nunca ha habido un presidente ni un gobierno de otra ideología, las pocas oportunidades en que  otros sectores han podido llegar a cualquier cargo ejecutivo regional, de elección popular, han sufrido una oposición y bloqueo por parte de los sectores de esta derecha que ha gobernado al país en toda su vida “republicana”, que ha sido una derivación de los gobiernos colonialistas virreinales que tuvimos por más de trescientos años, con las mismas formas de dominación heredadas, pero ahora, desde la independencia, por parte de los sectores que se quedaron con el poder y que no lo han soltado desde entonces. 

El sistema de hacer política, de producción y dominación del ciudadano, ha sido típicamente feudal, en el que impera la humillación, el despojo, la explotación laboral, el hambre, la miseria y todo tipo de vejámenes, que aún prevalecen. Pareciera que en Colombia no hemos avanzado en el tiempo, a pesar de estar en el segundo decenio del siglo XXI, en el que, en muchos países modernos del mundo, la democracia se ha impuesto con todos sus avances ciudadanos, como el respeto al ser humano, a sus derechos, con una economía donde impera la libre iniciativa empresarial con el apoyo del Estado, la propiedad privada para todos y el retorno de los impuestos a los ciudadanos para el beneficio general. 

Pero en nuestro país, repito, el tiempo se detuvo y todo el que intente un avance significativo para ser un Estado democrático es tachado con calificativos denigrantes, se les calumnia, persigue, se les monta persecuciones de todo tipo y hasta se les elimina físicamente. Esto ha sucedido desde hace mucho tiempo. Antes, al principio del siglo XX, estos sectores dominantes, que son las mismas familias de siempre, la emprendieron contra los liberales, los acusaron de masones, ateos, asesinos de niños y cuanta cosa se les ocurrió. Con la ayuda de la iglesia católica, los terratenientes, el Partido Conservador y la Fuerza Pública emprendieron una “cacería de brujas”, en la terminaron asesinados Rafael Uribe Uribe, después de firmar la paz de la guerra de los mil días y Jorge Eliecer Gaitán, solo para nombrar algunos de los más representativos. Ahora vemos lo mismo de antes, como decía una sección de un noticiero de Jaime Garzón, asesinado también por estos mismos sectores de ultraderecha. Las mismas familias y sus derivados, viviendo del Estado sin permitir que el pueblo pueda acceder a los más mínimos derechos y a una calidad de vida decente.

Esto hace que nuestro país sea sui generis, pasa el tiempo y nunca pasa nada, siguen los mismos sectores dominando y pelechando del erario. Por eso es tan difícil hacer política con planteamientos diferentes a los que han acostumbrado a los colombianos. Tiene que ser como ellos digan, como ellos la hacen, con esos vicios y actos delictuosos como la compra de votos, el clientelismo, contratos, etc., etc., etc. Un círculo vicioso nefasto que no hemos podido romper. Para poder acceder a un cargo de elección popular, pareciera, que no hay otro camino que este que ha construido la derecha. Muchos de los que se auto determinan populares, de la gente o democráticos, acuden a ese mismo modus operandi.   

Con este escenario, lo que vemos es que hay algunos sectores democráticos que están totalmente determinados por la derecha. No pueden hacer nada “sin el permiso de ellos”. Lo notamos a diario. Como la única propuesta de los partidos que detentan el poder es la perpetuidad de su dominación y explotación, no tienen nada que decir, por eso acuden al insulto, a la ofensa, la calumnia, y la mentira para evitar que se conozcan otros planteamientos diferentes, que existe otra forma de hacer las cosas y, por ende, un mejor modo de vivir. 

Algunos de los llamados demócratas entraron en ese “juego” y se dejaron marcar por la derecha. Por eso no han podido tener una agenda propia. Cualquier cosa que digan es calificada de extrema, de irrealizable, fantasiosa y hasta engañosa. Se dejan atemorizar, salen a responder a cualquier cosa, como si los argumentos de esa derecha fueran serios y dándole altura a quien no se lo merece. Incluso, otros, tratan de ocultar sus planteamientos, porque “qué dirán”, “cuidado, de pronto se pueden ofender”. 

Ya es hora de quitarse esa dependencia. ¿Cuándo entenderán que las propuestas son diferentes y que el miedo que tiene la derecha es el de perder el poder y sus privilegios?, porque ellos solo buscan su beneficio. En esta campaña electoral hay que actuar con el cerebro y no con el corazón. Basta ya de reaccionar como un resorte a cualquier cosa que digan o critiquen, hay que dedicarse a que la gente conozca los programas y vea las diferencias, eso es lo importante. No hay que enfrascarse en debates estériles que a los únicos que beneficia es a los de siempre.

El otro lado de la moneda, aunque en muy pocos casos, políticos democráticos han ingresado por esta senda de razón y dejaron de contestar a los agravios provocadores, que lo único que logran es desviar la atención del debate principal, que es el que un gobierno democrático se debe a la gente. Ojalá esos políticos que se precian de pensar las cosas de una forma diferente, honesta y a favor del pueblo, se dediquen a hacerlas con seriedad y no dejándose marcar su agenda de esa derecha que tanto daño le ha hecho al país.   

Mark Twain, autor norteamericano de libros tan famosos como Las aventuras de Tom Sawyer, Las aventuras de Huckleberry Finn, Un yanki en la corte del rey Arturo y El príncipe y el mendigo, fue conocido, también, por sus frases o sentencias y una de ellas expresa: “Nunca discutas con un estúpido, te bajará a su nivel y te ganará por experiencia”.

 

Las opiniones  realizadas por los columnistas  del portal www.laotravoz.co  no representan la identidad y línea editorial del medio.
Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.

 

    

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