El día 25 de agosto de este mismo año tuve el placer de ser parte de la rueda de prensa de presentación por parte del Senador Iván Marulanda del proyecto de ley, el cual busca regular la coca en Colombia; ese día pensé en los tantos debates morales que hemos tocado como generación en los últimos años y medite sobre que el más elemental era la regulación de la coca en Colombia, ¿pero por qué?
Al preguntarle al senador Iván Marulanda sobre la importancia que tendría la regulación de la coca para las nuevas generaciones, me respondió: «que no se trataba de la búsqueda de una gloria personal, ya que entre el año 2005 y 2015 se gastaron en la erradicación de cultivos alrededor 88 billones de pesos, eso equivale al presupuesto del Min Agricultura de más de medio siglo; si esos recursos los empleamos en dar crédito de fomento a las comunidades campesinas, para la investigación de ciencia y tecnología, el país tendría progresos enormes y las nuevas generaciones verían un campo sin conflictos».
La cifra descrita anteriormente resulta un poco alarmante, debido a que muestra la distribución de la riqueza nacional en responder por medio de la fuerza coercitiva del estado y el pensamiento de una superioridad ética a una realidad agotadora, la misma que ha dejado años oscuros para una generación que ve comprometida la moral y el significado de aquellos convencionalismos sociales expuestos a viva vista. Si vemos en nuestra infancia, observábamos comerciales que hacían alusión al temor de la institución familiar, las drogas, convirtiéndose estás en la pérdida total de un contexto ético de una sociedad conservadora, que distrajo a una generación en el miedo y no en el conocimiento, sembrando así tabúes que hoy nos cuestan más de lo que estamos dispuestos a admitir.
Con lo anterior, deseo decir sin romper la neutralidad que me corresponde, que este proyecto de ley nos mostrará la esperanza de padres dolidos e hijos perdidos, es hora de admitir al paso de un campo que al esconder de las montañas, ha observado el nacimiento de la vida dentro de todo el contexto de la biología, pero también la hecatombe constante, que el paso más sencillo es que el estado por medio de una salud pública para todos haga de la regulación de la coca aquel sentir nacional de los pueblos indígenas, de las familias dolidas volviéndose así una oportunidad para brindar a las generaciones venideras una paz que nos comprometa.
El debate está puesto, ya depende del país, como aquella fuente de fenómenos políticos que exponen sus posturas y dudas a aquellos legisladores, los cuales tendrán que votar sus pro y contras sobre este proyecto de ley, el cual hoy se convierte en la respuesta de la razón de una sociedad, la misma sociedad que se siente representada en el sentir de la juventud, coca y regulación el debate de nuestra generación.