Jamás pensé en salvarme, ni dejarme como estaba; no había necesidad de rescatarme. Creo que esta vida tiene muchas formas y podemos vivir del modo en que queremos. Durante mucho tiempo planifiqué como seria cada día, cada semana, cada año; siempre dije: Cuando se quiere algo, se debe trabajar mucho, con disciplina; pero un día me perdí. El cansancio, el estrés, y hasta la frustración me llevaron a descubrirme, a crearme y hasta aceptarme.
Recuerdo que hace un par de años, llegué a mi casa y deseé no depender de nadie, no ser de nadie, no dar explicaciones a nadie y hacer algo diferente a lo que he hecho toda mi vida. Aprendí a vivir cada día como si fuera el último. Conocí personas increíbles que llevaré tatuadas el resto de mi vida. Encontré un lugar donde todos éramos iguales, llenos de sueños; es lindo pertenecer a un sitio especial porque eso te hace una persona especial.
Por muchos meses, no dude ni un minuto para levantarme de mi cama, y llegar cada mañana para verlos, para reírnos. ¿Y trabajar? Eso no era trabajar. Trabajar es realizar una labor para obtener una remuneración. Eso era existir, era compartir y llegar a conocer a las personas tan profundamente por estar siempre juntos, y tener una cantidad de similitudes. Guerreándose una meta de la forma más creativa, como todos unos campeones. Hicimos posible, cosas que para muchos ya estaban perdidas.
¿Y el amor? No recuerdo que antes hubiese sido amado, se sentía bien cuando tomaban mi mano. En mi pueblo, alguien me dijo que me iba a esperar y que me amaría para siempre, ¡ja! Quien diría que el para siempre duraba tan poco. En cambio, en este lugar yo amé con locura, con cada hueso y célula de mi cuerpo. Porque eso sí, nunca estuve tan vivo. Porque amar es levantarse cada mañana sabiendo que veras esa personita especial, es pelear todo el día, y al caer la noche nos despedíamos riendo, amar es que le cumplan todos los caprichos, es almorzar algo horrible para ti, sabiendo que para los demás es un manjar, es buscar la excusa para dar un beso, para hablar.
El problema es que toda la vida he peleado por algo que no puedo abandonar. Por qué es mi razón de ser, es por lo que realmente vivo. Y me ha costado innumerables sacrificios. Una vez más debo sacrificar mi lugar especial para continuar este anhelado camino. Varias veces permití cosas que me quebraban lentamente y cuando trataba de encontrar la inspiración dentro de mí, que por muchos años llevaba dentro, no la encontré. Arme una cárcel en mi mente y olvide el motivo de estar aquí. El problema no es aventar todo por la borda, el problema es volver a tomar el timón. Dicen que las cosas que amamos son las que nos destruyen. Algunas veces no quiero reír más, algunas veces no quiero hablar más. Solo sentarme allí y estar.
Así que me prendí fuego para despojarme como el Ave Fénix, para renacer de mis cenizas… fui luz y fui dolor. ¿Cuál es la felicidad total? Me pregunte esta semana, porque yo siempre he sido feliz. Y los momentos en los que he estado destruido han sido culpa mía. No me arrepiento de ninguna decisión que he tomado, ni de ninguna de las cosas que he hecho porque ha aprendido mucho.
Ahora que renací nuevamente, dejo atrás todo lo malo que llegue a ser, y empiezo una nueva vida llena de muchos cambios. ¿Qué si tengo miedo? Me tiemblan hasta las uñas. pero sé que estoy en el camino correcto, y volaré lento, pero precisando cada aterrizaje.