El concepto de feminismo étnico, se aproxima a una idea desde no a la dominación como se tiene desde el poder patriarcal y machista, sino en términos de igualdad real y efectiva.
Este tipo de feminismo étnico parte con los hombres y desde los hombres, no en contra en la medida que nos reconozcamos como humanos para buscar la igualdad, en este caso se plantea hacer equipo con los tipos de sociedades diversas y con sus hombres, desde la contribución de familia, mundo, país. No obstante, se puede decir que este feminismo étnico en el marco del respeto inicialmente, va desde nosotras mismas, de componer el estado de cosas en lo privado para llevarlo fortalecido a lo público.
El feminismo étnico se inscribe en la ancestralidad de las luchas de las mujeres étnicas de resistencia y propuestas ante un patriarcado, que nos oprime y nos quiere oprimir, entonces nace desde nuestra historia, cultura, desde nuestros sueños que tipo de sociedad queremos construir desde la comunidad.
Hablamos de un feminismo que surge desde nuestro propio conocimiento, diferente al occidental y está partiendo desde nosotras mismas, naciendo desde los derechos colectivos que tenemos como pueblo, es decir en nuestras sociedades étnicas, deviene desde el conjunto de pares, se plantea desde un lugar común, ellos son nuestros hermanos y parte de un todo para que funcionen las dimensiones de la humanidad, estamos hablando de una lógica de paridad.
Este proceso de aprendizaje que pasa por rituales y enseñanzas que son claramente diferenciadas en los pueblos étnicos ,es el proceso de construcción de la identidad (que va lo largo de toda la vida); es un proceso en el que se aprenden normas de comportamiento y de cómo relacionarse, roles, oficios y hasta los saberes y la visión del cosmos se aprende de manera diferenciada, esas identidades construidas sobre la identidad sexual es lo que llamamos las identidades de género, que para los pueblos étnicos se basa a partir desde el compartir características raciales y culturales, el cual determina una forma de ser y estar en el mundo, de ahí que es importante considerar las diferencias étnicas cuando hablamos de las mujeres o de los hombres. Si bien se comparten algunos principios de los pueblos étnicos, la cosmovisión, la experiencia de cada pueblo es particular y para cada persona hombre o mujer, también es diferente.
Las identidades masculinas y femeninas en un contexto de los pueblos étnicos, en la cosmovisión tradicional se reconocen como opuestas pero complementarias, las unas necesitan de las otras para la completa armonización garantizando que como se concibe en el pueblo Rrom “somos un ave en el cosmos que necesita de dos alas para volar al sin fin, una ala es la mujer y la otra el hombre”; no obstante, este deber ser, parece que no se corresponde con la cotidianidad de la vida de cientos que mujeres que sufren los rigores de la discriminación por el sólo hecho de ser mujeres.
Esta realidad el no contar con la armonía desde la construcción de un feminismo que busca la paridad desde lo cualitativo como cuantitativo, priva tanto, a mujeres como hombres de la posibilidad de vivir de una manera integral, generando desequilibrios e inequidades que sin duda no son acordes con los ideales del proceso y curso de vida en ámbitos diferentes que en ocasiones no es tan perfecto como lo conciben en pueblos étnicos, y en otros contextos es decir, a las mujeres se les niegan oportunidades para desarrollarse en el campo de lo público, lo político, laboral o económico y a los hombres se les ha negado la posibilidad de desarrollar capacidades para el mundo de lo privado y lo doméstico. Posibilitar plenamente el desarrollo de las capacidades humanas en una esfera de equidad es una tarea y una meta para presente continuo o futuro inmediato.