EL DESPOJO DEL PROYECTO DEL CAMBIO. La Extrema Derecha y las Élites Tradicionales Desarman al Pacto Histórico.

EL DESPOJO DEL PROYECTO DEL CAMBIO. La Extrema Derecha y las Élites Tradicionales Desarman al Pacto Histórico.

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Una alerta temprana…

En el tablero político colombiano se está librando una jugada de precisión quirúrgica: la extrema derecha, junto con los partidos tradicionales y las élites empresariales, han comenzado a despojar al Pacto Histórico de las banderas del cambio que lo catapultaron al poder en 2022. En un escenario donde el poder real rara vez se cede sin resistencia, la alianza entre estas fuerzas conservadoras, su habilidad para reorganizar el relato, neutralizar reformas estructurales y, lo más preocupante, reconfigurar el sentido común político del país rumbo al 2026.

El primer síntoma fue la parálisis de la consulta popular que el gobierno planteó como mecanismo para defender su programa ante el saboteo legislativo. Las fuerzas políticas tradicionales no solo lograron bloquearla, sino que transformaron su fracaso en un arma narrativa: mostraron al gobierno como errático, confrontacional e incapaz de articular consensos. Luego, con hábil maniobra, introdujeron una versión descafeinada de la reforma laboral, recortando derechos bajo el discurso de la “viabilidad” y la “modernización”. Así, se apropiaron del terreno del cambio posible, desplazando al Pacto Histórico hacia la irrelevancia discursiva.

Esta operación de desarme político no se limita al Congreso. En las próximas semanas, veremos una intensa campaña mediática que presentará las reformas “posibles” como logros de un sistema que, supuestamente, sí sabe gobernar. Los mismos sectores que bloquearon el avance progresista ahora se proyectarán como salvadores responsables. En términos estratégicos, están preparando el terreno para el 2026, robándole protagonismo a quienes representaron la esperanza de una transformación profunda.

Mientras tanto, dentro del Pacto Histórico, los vicios del viejo progresismo siguen intactos: una cultura de grupismos, personalismos y luchas intestinas que sabotean cualquier intento serio de unidad. Hay más atención en las disputas internas y los liderazgos individuales que en construir un proyecto político coherente, organizado y capaz de sostener un horizonte de largo plazo. La ingenuidad y la dispersión reinantes abren la puerta a que incluso los acumulados simbólicos y sociales del movimiento puedan ser desmantelados con facilidad por una campaña de desinformación bien financiada.

El riesgo es claro: si no se corrige el rumbo, el Pacto Histórico puede convertirse en un episodio fugaz, un referente del pasado fácilmente desdibujado por la maquinaria comunicacional de quienes, sin vergüenza, se presentarán como los verdaderos artífices del cambio.

No se trata solo de resistir: es hora de repensar la política desde una visión estratégica, colectiva y con voluntad real de construcción. Sin eso, el 2026 puede marcar no la continuidad del cambio, sino su apropiación por parte de quienes siempre se opusieron a él.

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