Por: Hernán Riaño
En los últimos días, los colombianos hemos asistido a un espectáculo totalmente antidemocrático y degradante, que solo se presentaría en naciones en las que los derechos humanos no existen o los regímenes imperantes son el esclavismo o el feudalismo. El saqueo de los recursos públicos y naturales del país han sufrido un desangre en los últimos 30 años por los que se autodenominan “dueños del país” o “personas de bien”, sin precedentes ni límites en nuestra historia.
Las denuncias (en su gran mayoría conocidas por medios diferentes a la llamada gran prensa tradicional), de robos de petróleo a la empresa estatal y lo acontecido con Odebrecht, que afectan las finanzas del Estado, que hoy tienen en la mira a políticos calificados de “ejemplares” por los líderes de la ultraderecha colombiana, para dar solo algunos ejemplos y la reacción de los involucrados y sus amigos, ponen a pensar a las personas honestas que aún hay en Colombia.
En vez de reconocer sus delitos o errores, pedirle perdón a los colombianos, restaurar y compensar al país, salen como “gallos de pelea” a atacar con todos los medios “legales” o ilegales a quienes los denuncian y al primer gobierno democrático del país. Desde amenazas de acciones judiciales para callar a los periodistas y ciudadanos que han denunciado, hasta acoso de los “entes de control” al presidente y sus colaboradores y amenazas de defenestrar al presidente, o sea darle un golpe de Estado.
Es de anotar que lo que la gran prensa ha dado por calificar como “escándalos” a lo que son, en su gran mayoría, delitos que afectan el erario y la riqueza del Estado, inclusive para trivializar esos delitos, han dado por titular como “el escándalo de la semana” y que a la siguiente aparecerá otro que hará olvidar el presente. A eso hemos llegado, a un manejo cómplice de la corrupción por parte de los medios llamados tradicionales y, obviamente, con la defensa tácita de sus perpetradores.
Muchos de los delitos de los que se habla hoy fueron denuncias que en su momento hizo el hoy presidente o corresponden a investigaciones de periodistas y funcionarios honestos que fueron “engavetadas” por quienes manejan o manejaron los entes de investigación, control o de justicia correspondientes, solo para tapar los hechos y para proteger a los miembros de la extrema derecha involucrados.
Una de las estrategias es utilizar los entes de investigación y de control para debilitar y quitarle apoyo al Presidente Petro, pareciera que cambiaron su misionalidad de entes públicos pagados por los colombianos y consignada en la Constitución Nacional, por la distracción, el desvío de la atención, demandas, denuncias y el del entrampamiento permanente al gobierno en una vendetta irracional como su objetivo principal. Todo apoyado por los medios de comunicación de propiedad de los grandes grupos económicos del país que utilizan unos “periodistas” de dudoso profesionalismo para lograr sus objetivos.
El espectáculo que dan estos entes da pena. No hay ética ni moral, solo se ve su afán de cumplir con las órdenes de los verdaderos detentores del poder en Colombia, utilizan los subalternos como verdaderos ejércitos de guerra con los que quieren acabar con su enemigo: el presidente de la República elegido democráticamente.
Otra de sus estrategias es mantener divido al país: “divide y reinarás”, utilizando para ello a los medios de comunicación, que con sus mentiras, falsedades y medias verdades quieren poner a los ciudadanos unos contra otros perpetuando la guerra que tanto daño nos ha hecho y que por tanto tiempo han soportado los colombianos. Desde hace mucho tiempo, el papel de estos actores, que cumplen a cabalidad y muy bien pagos por sus jefes, es el de inventar noticias, darle importancia a hechos que no la tienen, hacerle creer a los colombianos que lo que dice tal o cual persona es más importante que lo que informa el gobierno y ahora se ve un nuevo ingrediente: el del agravio, el insulto, el irrespeto y hasta la ofensa en contra del presidente, y no se inmutan, lo hacen con un “profesionalismo” total.
La estrategia más peligrosa para el país es poner a rodar el golpe de Estado, duro o blando, pero que cumpla con el objetivo de la extrema derecha de deponer al presidente. Muchos líderes de esos movimientos y partidos han manifestado su deseo de adelantar este plan para que no se conozca la verdad, y de otra parte bloquear las reformas emprendidas por este nuevo gobierno. A los sectores más recalcitrantes no les importan los muertos que puedan resultar de “su aventura”, el bloqueo mundial o su prestigio. Su mentalidad feudal y criminal es evitar a toda costa los cambios y la verdad.
¿Realmente, a qué le temen esos personajes? En primera instancia a que el país conozca la verdad de lo ocurrido en todos los gobiernos de derecha, especialmente los de los últimos 30 años; las muertes, los desaparecidos, los falsos positivos, los desplazados, que por su ambición desaforada no tuvieron ningún escrúpulo para montar gobernantes que les garantizaran el terreno propicio para lograr su cometido. En segunda instancia a la prisión real y tener que devolver el dinero desfalcado al país. Hasta el momento, quienes han sido condenados por cualquier delito contra el Estado, ese mismo Estado que con otros presidentes fue cómplice, solo purgaban una mínima parte de su condena, los beneficiaban por cualquier cosa y además pagaban esa condenas en sus casas o en una guarnición militar o de policía con todas las comodidades a su disposición. Los jueces los beneficiaron teniendo que devolver unas mínimas cuantías comparadas con lo robado, como forma de “resarcir” al Estado. Tan grave ha sido esta situación que si un corrupto se quedaba con miles de millones de pesos como resultado del delito cometido, el juez lo condenaba a pagar solo unos pocos cientos de millones. Se les nota tanto el miedo a una verdadera condena en cárceles normales y a tener que devolver la totalidad del dinero, que están desesperados por nombrar, ellos, el próximo fiscal, y para lograr ese cometido están montando toda de clase estratagemas. Quieren evitar a toda costa que sea el legítimo presidente que ejerza esa facultad constitucional.
Los corruptos y ladrones no quieren soltar esta “teta” que tantos beneficios les ha representado. Ya no se contentan con unos pesos, ahora tiene que ser cientos de miles y hasta billones de pesos. Muchos ya hasta negocian en dólares, como en el caso de Ecopetrol.
Por todo esto no cejarán en su empeño, pasando por encima de vidas y bienes de muchos colombianos, atentando contra cualquier derecho constitucional democrático. Ellos no quieren entregar el poder, quieren mantenerlo a como de lugar, no quieren reformas como la agraria, la de salud, la pensional, la laboral y todas las necesarias para recuperar los derechos que ellos mismos le arrebataron al pueblo colombiano para engrosar sus capitales y mantener su poder.
La gran mayoría de los colombianos son conocedores de esta catástrofe. ¿Pero cuál ha sido su reacción? ¿Qué piensa la gente honesta de Colombia? ¿Seguiremos permitiendo que todas estas cosas sigan sucediendo? Estas preguntas están, aún, sin respuesta…
Imagen: Hernán Riaño – Declaraciones de Luigi Echeverri a Caracol Radio
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