Escribir es expresar de esta manera los pensamientos, donde el autor plasma con sus letras sus ideas para el conocimiento de la opinión pública.
Esa expresión es salida de sus experiencias personales como vivencias, pero también recibidas de canales exógenos que llegan causando algún impacto, el cual se puede traducir en aceptación o en crítica.
En base al anterior preámbulo y desde la óptica crítica encontramos que en nuestro país, convergen un sinnúmero de fenómenos que en su mayoría son atípicos, este territorio está considerado como el primero de Latinoamérica, donde concurren simultáneamente todo tipo de flagelos que han enlutado y sangrado su historia, entre ellos, tenemos la guerrilla más antigua y feroz, es el epicentro de mayor producción y distribución de cocaína, el engendro del paramilitarismo, con el mayor desplazamiento interno de su pueblo, con masacres colectivas, muertes extrajudiciales de líderes sociales e indígenas, desapariciones, falsos positivos, con una desigualdad social superior al promedio de este continente, impunidad judicial cerca del 95% , confinamiento carcelario en espiral; todos estos fenómenos y muchos más, es la causa, de la falta de presencia del estado con inversión social, la inoperancia de la justicia, falta de oportunidades de trabajo, buena educación, salud adecuada y cobertura nacional, uno de los peores cáncer de nuestro país, es la corrupción que ha sido unos de los gérmenes más influyentes en esta descomposición social, con un alto nivel de intolerancia, una cruda y constante violencia, donde se hace justicia por mano propia, por la debilidad e incredibilidad de las instituciones estatales.
En medio de esta disputa, va encerrado bajo su luz, situaciones de convivencia humana con variedad de circunstancias muy evidentes y difíciles en nuestro vivir cotidiano. Por otra parte, estamos bajo un estado donde hay un gobernante, quien fue elegido “democráticamente”, lo cual no es cierto, toda vez no fue nombrado por la mayoría ni siquiera por la mitad más uno de los potenciales electores, donde fue electo tal vez por una tercera parte de los ciudadanos habilitados para ello. Y esto se demuestra con la poca credibilidad y acato, donde reina el desgobierno. Igualmente ocurre con las instituciones que operan en el país, llámense autoridades civiles o armadas. Prevalece un caos y desorden que toma mucha fuerza cada día, y es por ello que nuestros compatriotas hacen lo que su conveniencia personal les apetece, sin tener miramientos ni a las instituciones ni a su prójimo. Donde prevalece el interés personal sobre el público, pues la solidaridad se ha perdido, lo mismo que la sensibilidad, el respeto y demás valores que años atrás existían. Entre estos y mucho más factores se conjugan en este país, que viene generando una convivencia desordenada, anarquista y en el caos.
La solución contra la impunidad, la inoperancia de la justicia y la pobreza, no es con la inclusión de más policías, fiscales, jueces o cárceles. Todo va relacionado con la inversión social, tanto en el campo como en la ciudad; está determinado que, una persona con su familia en estado famélico, se ve abocado a delinquir, mientras la educación hace personas más pacíficas, fructíferas y productivas, el trabajo vuelve más dignos al humano, la salud brinda satisfacción y la justicia brinda y aporta equidad y equilibrio social.
La represión y el castigo injusto conlleva a generar más violencia.
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