Colombia, el sagrado corazón de los idiotas útiles

Colombia, el sagrado corazón de los idiotas útiles

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Bien sabemos que históricamente nos preceden tradiciones religiosas como las que celebramos en Mompóx Bolívar desde 1564 donde los feligreses en un clímax de danza y excitación mental, avanzan dos pasos hacia adelante y uno atrás, costumbre que parece que hemos seguido al pie de la letra en nuestro camino de ser un país de primer mundo, pero somos del tercero, costumbres de antaño  como ponerse cucos amarillos, o dar la vuelta a la manzana con una maleta para viajar durante todo el año, de igual forma como algunos políticos tienen por costumbre, utilizar la misma chaqueta desde el inicio hasta el final de su campaña sin lavarla, porque es de mal agüero, seguramente al final terminará sucia posiblemente como sus conciencias, que decir de saberes mañosos como transferir la malicia indígena, en un afán de estar por encima de los demás y que no nos roben; de los dichos de las abuelas como “no de papaya mijito” a las realidades distópicas de esa Colombia que busca una felicidad distante, entre políticos que erizan la piel por sus altisonantes discursos y su carisma excesivo con el vulgo perdido en su falta de amor propio lo reciben a granel.

En épocas electoreras aparecen ciudadanos que se cuentan por cientos y miles, ausentes de una conciencia informada, sollozantes de alegrías perdidas con la esperanza que esto puede cambiar. ¿Cambio? ¿De qué estamos hablando? Esto me hace recordar uno de los libros más top que he leído de la literatura universal del siglo XX “George Orwell 1984” un libro que podría tenerse como prohibido, o por lo menos lo fué durante un tiempo. Frases como “La guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza” podrían compararse con frases célebres como “el hombre se complementa al hombre, mujer con mujer, hombre con hombre del mismo modo en el sentido contrario” justamente en ese sentido contrario se busca una paz que se distorsiona cada 4 años durante los últimos 200 años, sin importar quién sea nuestro salvador de turno.

Que idiotas hemos sido, además útiles, pero no se pongan sensibles, Idiota viene del griego (idiotes) y lo utilizaban para referirse a personas que no se interesan de los asuntos públicos, según fuentes de la Registraduría tenemos cifras del 2018 de las pasadas elecciones presidenciales no votaron el 46,6% de los colombianos, o cifras recientes de las elecciones de congreso 2022 votaron cerca de 15.718.131 personas representando menos de la mitad del censo electoral que está en 39.002.239. Respecto a las cifras podemos deducir que menos de la mitad de la población colombiana no vota y puede entenderse como una falta de credibilidad en la política participativa o simplemente no hay una conciencia informada de la importancia del deber del voto, como está consagrado en el articulo 95 de la constitución política, que entre otras cosas hace un llamado a enaltecer a todos los miembros de la comunidad nacional el hecho de ser colombianos.

Me pregunto, si todos los habitantes del país de Macondo por lo menos una vez a la semana pensamos, ¿pensamos? En cómo enaltecer el nombre de nuestra nación. Seguramente lo hacemos manteniendo viva esa malicia indígena, que no está mal, pero tampoco está bien. No queda más que en la Bona Fide ver como nos seguimos colando en el Transmilenio, pasarnos el semáforo en rojo ya que nadie nos ve, tirar la colilla del cigarrillo en el piso, o si estamos con una sed la berraca, con estos calores tan tremendos, deshacernos del empaque plástico y botarlo a la calle, por último, desviar el erario de la nación financiando campañas para trabajar arduamente por nuestro país. No es que no exista gente buena, lo que pasa es que los insensatos avispados nos entretienen en la esperanza de vivir mejor.   

Las opiniones realizadas por los columnistas del portal www.laotravoz.co no representan la identidad y línea editorial del medio. Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.

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