Una campaña política desde los tacones de una primera dama

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Nadie sabe lo difícil que es ser la pareja de un político, tal vez solo lo entienden aquellas mujeres y hombres que acompañan sin cansancio a sus compañeros o compañeras de vida en este camino lleno de espinas.

En lo personal, lo más difícil es tener que renunciar a los espacios de recogimiento, a las fechas especiales o a los momentos únicos por una causa que a veces es tan incierta y poco valorada que me hace pensar que tal vez el esfuerzo no valga la pena.

Y no es que no valga la pena por él, a quién acompaño en la medida de mis posibilidades, sino porque los ciudadanos son indiferentes, están apartados de las decisiones fundamentales del país, no escuchan y tampoco le dan oportunidad a los nuevos políticos que honestamente quieren hacer algo por Colombia.

Es supremamente desalentador que las discusiones se centren únicamente en los partidos políticos o en los mismos que siempre nos han gobernado y que tienen el país como está. Entonces, cuando veo a Germán Camilo, levantarse todas las mañanas a primera hora, tomar su mochila y emprender su lucha, así como le ha tocado toda su vida, sin privilegios, sin ayuda, me pregunto si vale la pena.

Sin embargo, él me alienta a creer que los esfuerzos por mejorar las condiciones de las personas que nos rodean siempre van a valer la pena. Eso es lo que más admiro de él, su capacidad de sobreponerse a todas las dificultades sin quejarse en un solo momento, su humildad y su cercanía a las personas. Es realmente uno de los mejores seres humanos que he conocido.

Germán Camilo es un joven politólogo que se ha hecho a pulso y que fue formado por una mujer supremamente dulce que ha hecho todos los sacrificios de la vida por sacar adelante a sus hijos, creo que gracias a ella a él no le son indiferentes las injusticias ajenas y es portador de un sin número de valores y virtudes. Sólo hay que ver cómo ha asumido el cuidado de su pequeña sobrina María Camila a quién quiere como su propia hija.

Quisiera que la gente conociera quién es él y, sobre todo que le dieran la oportunidad de llegar al Congreso, y no sólo porque sea un buen novio o una buena persona, sino porque es un hombre supremamente inteligente, con estudios importantes en una de las mejores universidades públicas del país: la Universidad Nacional.

Conoce el territorio, sabe de las dificultades de la ciudadanía, pues vive en carne propia esas dificultades, si suben el costo del pasaje del transporte público se ve directamente afectado; es más, sino hubiera sido por la bondad del señor de la cafetería de su universidad él no hubiera podido seguir estudiando.

Algunos se atreverán a decir que, como no ha sido una persona adinerada hoy solo quiere llegar al Congreso para enriquecerse. Lo cierto es que su único interés es llegar a esos espacios para poder cambiar esas problemáticas que a todos nos tocan, quiere que las ideas de los ciudadanos que quieren transformar sus territorios sean tenidos en cuenta, que realmente tengamos voz y voto, y no seguir apartándonos de la política.

Que quiera donar parte de su salario no es un acto de politiquería, es la simple manifestación de lo que es como persona: un ser humano desprendido de lo material, que se preocupa por el bienestar de quienes lo rodean.

Creo que la Cámara de Representantes es una plataforma que le permitirá hacer aportes importantes a la sociedad en la que vivimos. Si ustedes no le dan la oportunidad sería una pérdida importante para el Congreso. Créanme que él no se rendirá y seguirá trabajando no solo por su equipo sino por este país que lo ha visto crecer.

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