En 1.970, en la elección presidencial dentro del régimen llamado el Frente Nacional, por los partidos liberal y conservador, que era la alternancia de esas colectividades cada 4 años, dizque para “acabar la violencia y lograr la concordia”, se presentó el mayor fraude electoral conocido hasta ese año.
Les correspondía la presidencia a los conservadores, el partido conservador postuló a Misael Pastrana y la Alianza Nacional Popular, que era una convergencia de los dos partidos, candidatizó a Gustavo Rojas Pinilla, quien había estado en el poder, mediante un golpe de estado en la década del 50. El pueblo estaba con Rojas Pinilla, quien tuvo la mayor votación. Hasta las 10 de la noche del 19 de abril, él era el presidente de la república, pero el 20, amaneció Misael Pastrana Borrero, padre de Andrés, como el nuevo mandatario. Como consecuencia de este hecho surgió el Movimiento 19 de Abril, M19, como una respuesta a lo que consideraron un fraude electoral.
Hoy, después de 52 años, nos encontramos ante hechos similares. En el año 2.018, dentro de esa campaña presidencial, el candidato Gustavo Petro citó a una rueda de prensa en la que anunciaba un fraude electoral, que ocurriría casi que, con seguridad, por la negativa del gobierno Santos en permitir una veeduría internacional, manipulando los tiempos de preparación de la misión europea que se encargaría de ello. Nadie o casi nadie le quiso poner atención, los medios callaron y algunos hasta ridiculizaron la denuncia. Ni siquiera algunos de sus partidarios lo tomaron en serio.
Posteriormente se conoció como el Ñeñe Hernández, Julio Gerleín y Alex Char invirtieron ingentes cantidades de dinero para variar la voluntad popular mediante la compra de votos y otras prácticas delincuenciales electorales, solo para mencionar los casos más escandalosos.
Hoy, ante los resultados presentados por la Registraduría, en el que se evidenció la falta de votos para el Pacto Histórico, parlamentarios y seguidores del partido han hecho una veeduría ciudadana legal sobre los votos y formularios. Lo que encontraron es muy grave para la “democracia más perfecta de América”, la Registraduría no les había reportado cerca de 500 mil votos, lo que representaría, mínimo, 3 senadores más. Como consecuencia directa, otros partidos y movimientos detectaron que también estaban afectados por este fenómeno. Para minimizar este grave hecho, los medios y los políticos afines al gobierno y el propio Uribe, en primera instancia, negaron los hechos, pero después dijeron que el fraude lo estaba cometiendo Petro.
En los últimos días se conoció una entrevista en el medio alternativo Palabras Mayores, en la que un supuesto miembro de estos tejemanejes electorales de la costa atlántica cuenta con lujo de detalles cómo funciona la “empresa electoral” que se ha tomado el país para favorecer a unos políticos que usan el poder para su propio beneficio. La inversión de que habla el entrevistado es astronómica, tanto para los llamados gamonales de barrio, los mensajeros, coordinadores y todo el entramado usado para manipular las elecciones (1).
También se conocieron denuncias de cambio de formularios E 14, por unos con otras firmas y otros votos y la desaparición de sufragios de muchos ciudadanos que consultaron la página de la Registraduría.
Como siempre en Colombia la cuerda se revienta por lo más delgado, ahora resulta que lo ocurrido fue por los errores de los jurados, reemplazados por presiones del Centro Democrático y el Partido Conservador que decían que los maestros no eran confiables. También le echaron la culpa al diseño del tarjetón, advertido previamente, pero que no quisieron modificar.
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