Ser personas con una discapacidad, cualquiera que sea, nos obliga a ser más cuidadosos con el virus del covid-19 porque gracias a esta pandemia tan fuerte por la que está pasando el mundo entero, tuvimos que desarrollar hábitos de bioseguridad tanto propios como colectivos, los cuales permiten que dicho problema se mantenga a raya y no nos cause mayor afección, pero esto no significa que estemos exentos de contagiarnos del virus.
Sin embargo, la única posibilidad de mitigar en cierta parte lo comentado, es teniendo protocolos propios y a lo que me refiero es que nosotros sabemos cuántas veces lavamos nuestras manos y nuestros tapabocas, pero no sabemos si el que está a nuestro lado lo hace con la regularidad necesaria o no, por lo tanto, los invito a que hagamos buen uso de éste elemento que nos protege, recordemos que el tapabocas NO se pone en el mentón, ni en una oreja, ni en el cuello o en la frente. El tapabocas debe estar bien puesto, donde se cubra la nariz y la boca, además les cuento que existe en diversidad de materiales y con gran cantidad de diseños, con el fin de volverlo parte de nuestro uso cotidiano para poderlo lucir y al mismo tiempo vernos bien, a la moda.
Además de usar el tapabocas debemos lavarnos las manos con regularidad, desinfectar todo aquello que utilizamos o que nos dan, por ejemplo, el dinero, las llaves, bolsas del supermercado u otros objetos que intercambiamos con las demás personas. Por último, pero no menos importante, debemos tener distanciamiento social y este punto ya no es obligatorio como lo fue hace unos meses, ahora es voluntario, pero solo si las circunstancias de nuestra vida cotidiana nos lo permite, dado que si tenemos que trabajar fuera de casa o si tenemos una diligencia urgente de cualquier índole es ineludible no salir, pero si no es necesario o urgente, los invito a estar en casa, pedir más domicilios y sobre todo cuidar de nosotros mismos y de los que nos rodean porque de eso depende que cuando se acabe la pandemia nos podamos reunir a gritar gol, ir a cumpleaños, cenar con amigos o simplemente disfrutar de la naturaleza como se hacía antes de estar bajo el estricto cuidado de nuestra salud, donde día a día observamos tantas limitaciones y que en cierta forma nos atrapa en el tiempo, aunque sin olvidarnos que claramente la vida sigue y debemos adaptarnos a los nuevos cambios y disfrutar al máximo la compañía de los nuestros.
Finalmente, les cuento que no he podido cumplir estrictamente el confinamiento porque he tenido que salir a tomarme exámenes médicos de rutina, realizar diligencias bancarias que no pudieron realizar terceros y además estar sin contacto social puede llegar a producir algún tipo de depresión en cualquier ser humano.