Se arrienda casa para gente de buenas costumbres

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Lo importante del poder es saber soportar el peso de este, pues hay quienes ante él terminan en cuatro patas hocicando. O si no, que lo digan quienes lo tuvieron y lo perdieron.

De común acuerdo y por unanimidad consideramos a los fantasmas que, como toda casa vieja, ha de tener la Casa de Nariño, pues el cambio de residentes será brusco. Cuentan los enterados en las intimidades de esa casa que aparecen botados por todas partes los calzoncillos del ministro del interior, quien sostiene que en razón a su investidura tiene derecho a andar en interiores. Como tiene silla de afanes, duerme a pierna suelta cuando debe trasnochar en Palacio y se pasea por este con el mismo descuido que ha demostrado en la conducción de los asuntos públicos. Igual problema tienen con el ministro Mamolano, quien tras extensas jornadas de batallas simuladas deja regados sus soldaditos de plomo por cuanto rincón tiene la casa presidencial, haciendo gala de su entrenamiento en la milicia que proviene, como él lo ha dicho, desde sus primeros días en el hospital militar. Como el nuevo inquilino mayor no es panzón, a gatas se ha visto el sastrecillo de Palacio para desarreglar las prendas que dejará abandonadas el señor Duque. Sabemos que con la ropa de un Duque se visten tres Petros, ojalá pudiéramos decir que contamos con tres Petros y sin ningún Duque.

Nos contaron los chismosos de la Casa de Nariño que le habrían ofrecido a Duque enseñar sobre indiscreciones y metidas de pata en la academia del mago de Oz, donde enseñará trucos al conejo de Alicia. ¿Se imaginan ustedes a Iván contándole a sus nietos todas las barbaridades que cometió durante sus cuatro años como sub-presidente? Esos chicuelos se reirían más de las experiencias de su abuelo que de una película animada. Si miramos el gobierno de Duque con un ojo cómico, podríamos concluir que superó a Cantinflas en Señor Presidente.

Nos han informado que las empleadas de servicios generales del palacio presidencial se encuentran poniendo marquillas a las toallas, a las sábanas, a las cobijas, e incluso a pequeños electrodomésticos, en las que se lee “este objeto es propiedad de la Casa de Nariño y no podrá ser entregado en prenda ni vendido a terceros”. No les bastó a Duque y a los suyos arrasar con el presupuesto nacional o hacerse con todas las chanfas del Estado, querían llevarse todo lo que encontraran a su paso. No solo el presidente es dado a llevarse aquello que ha usado, algunos ministros del gabinete creen que el carro oficial que les fue entregado al momento de su posesión es para su uso personal y por el resto de sus vidas. Sabemos de un alto funcionario del gobierno que cree que puede seguir usando las aeronaves de la Fuerza Aérea para llevar de viaje a su familia, siguiendo el ejemplo del primer mandatario. Estas son las costumbres que quedaron tras cuatro años de reinado de Iván Duque.

Por fortuna, al presidente saliente poco le gustaban los perritos o cualquier animal doméstico y por eso cualquier daño que se encuentre en la residencia oficial no podrá inculparse a una “mascota de la familia”. Habrá que indagar si los otros animales que se tomaron ministerios, embajadas y departamentos administrativos fueron los responsables de esos daños.

La tragedia de Gustavo Petro no comienza con el ‘destrasteo’ en la Casa de Nariño. Comenzó el 19 de junio con la cantidad de saurios que van tras puestos en el nuevo gobierno sin tener ninguna calidad para ocuparlos. La respuesta que dan los aspirantes cuando se les pregunta por su inexperiencia o por la falta de méritos propios es que eso no es problema y algunos señalan el caso de Diego Molano, a quien le bastó nacer en un hospital militar para ser ministro de Defensa. Un curita que anda desocupado nos pidió el favor de que intercediéramos por él con el presidente electo para ser embajador ante la Santa Sede, señalando como elemento que le calificaba para tal dignidad el haber mencionado a Petro en algunas misas y haber absuelto a algunos petristas. Le respondimos al cura que como ello corresponde al sigilo profesional por ser secreto de la confesión, no podíamos hacer uso de esa información para conseguir el premio que él cree merecerse. Creemos que dentro de tres meses nuestro nuevo presidente estará buscando un psicólogo tras aguantarse a todos los que buscan un puesto después de gritar “¡Viva Petro!”. Gustavo, tus amigos te decimos: ten paciencia. Para los señores que corren detrás de una oficina en su gobierno, entiendan que Petro no es Duque, Petro es Petro.

Como profeta, Duque no le dio a una. Aseguró en reiteradas oportunidades que el tiempo de Maduro estaba contado, pero a diferencia de su proyección nosotros sí tenemos claro cuántos días le quedan a él como presidente. Es cuestión de quitar hojitas al almanaque, no se requiere ser vidente ni brujo. Pensábamos cómo titular esta columna y no nos atrevemos a decir que sea un elogio a la locura, puesto que estaríamos plagiando la obra de Erasmo de Róterdam. Hablar bien del gobierno Duque sería hacer elogio a la locura, pero, sobre todo, al engaño del que fueron víctimas millones de votantes a quienes el uribismo les hizo creer en la reencarnación de un marrano. Hoy solo queda el hueso y como prueba de ello están los indicadores del país que Duque entrega al presidente electo. Falta poco para que pase esta mala hora.

Adenda: Información filtrada de la reunión que tuvo ayer el casi extinto Centro Democrático demostraría el ‘altísimo’ nivel intelectual al que esa reducida colectividad habría llegado. La ‘movida cultural’ estuvo a cargo, ni más ni menos, que de la esposa del difunto, muy cuestionado en vida y penalmente condenado, Royne Chávez, quien fuera jefe de seguridad del entonces presidente y del entonces dirigente del CD, Álvaro Uribe Vélez -porque todo indica que ya se lo pasan por la faja-. Un tuit del señor DeLaConcha demostraría que al otrora cacique del CD poco le habría caído en gracia cuando la cantante en mención entonó “¿a dónde irán los muertos? ¿Quién sabe a dónde irán?

Procedemos a dejar la respectiva prueba…

¡Hasta la próxima!

 

 

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