La Revista Semana, medio que históricamente guardó medianamente equilibrio informativo y relativa independencia frente a los gobiernos de turno, pasó en soló cinco años a tomar de frente y sin ningún descaro posición políticamente de oposición frente al final del gobierno de Juan Manuel Santos y su proceso de paz con las FARC principalmente; para luego convertirse en un espacio informativo portavoz 100 porciento de los intereses de sectores de ultra derecha y derecha y por supuesto de los intereses comerciales de sus nuevos dueños, el grupo empresarial Gilinski, que, además, también se adueñó del diario El Pais de Cali y del Portal económico Primera Página, con el propósito de fusionarlo con la Revista Dinero, según reveló en su momento el diario especializado La República.
Por eso sus portadas durante los últimos 4 años a favor de Duque jamás sorprendieron, tampoco las que han publicado para atacar a Petro desde que era alcalde de Bogotá; solo por ser de izquierda, sin ningún juicio valorativo, sin investigación y sin contraste de fuentes.
También sus titulares, su línea editorial y la de sus columnistas; algunos señalados, entre otras cosas, de acoso sexual y corrupción, sus ausencia de contexto noticioso y memoria, su sesgo y acomodo informtivo, por momento mal intencionados, tienen en su más reciente portada la más clara evidencia del doble rasero editorial que viene manejando desde que llegaron los Gilinski y desde que Gustavo Petro se perfilaba en la campaña como posible ganador para suceder a Duque.
»Los nubarrones de la economía, el deterioro del orden público, la disparada del narcotráfico, la poca efectividad de la fuerza pública y la incertidumbre por las reformas tienen a los colombianos sumidos en el pesimismo»; así, con ese sumario noticioso resume Semana lo que para la publicación ha sido la gestión del gobierno en Gustavo Petro en apenas siete meses y lo titulan »Colombia Va Mal».
Aquí lo que llama poderosamente la atención evidenciando su afán de distorsionar la realidad y la opinión es querer generalizar sin ningún rigor periodístico algo que no es cierto. La mayoría de los colombianos o por lo menos la mitad, no cree, según varias encuestas y sondeos de opinión y la mirada de varios analistas desde el exterior, que ‘TODOS’ los colombianos estén sumidos en el pesimismo, como sugiere textualmente Semana.
También acude a fuentes privadas en materia económica, como Davivienda y no al Banco de la República para generar una especie de pánico económico al señalar bajo los intereses privados de ese banco, que »la confianza económica está por el piso. Un indicador sobre esa variable, que mide mensualmente Davivienda, la ubica por debajo del promedio histórico (-19,9 por ciento). Esto, porque definitivamente no hay nada que desmoralice más a un ciudadano que ver afectadas sus finanzas y su capacidad económica.Y si a ese coctel adverso se le suman el deterioro del orden público, el avance sin freno del narcotráfico, la caída en la operatividad de la fuerza pública y la incertidumbre y la polémica por el impacto que tendrán las reformas del Gobierno, es apenas natural que el país haya entrado en una ola de pesimismo». Lo que tampoco es cierto y es debatidle desde todo punto de vista.
Y así, con ejemplos como el anterior, se despacha Semana durante un largo análisis contra el gobierno Petro posicionando la idea en sus lectores de que el pesismismo cada día es mayor, es generalizado y que »Colombia Va Mal’‘, lo cual merece un debate más amplio y un análisis menos sesgado.
Mientras que para el primer año de gestión del expresidente Duque, su portada tituló: »Año de Aprendizaje», otro ‘sesudo’ y largo análisis pero lleno de amor y consentimiento al presidente de su agrado, donde nunca entraron a evaluar minuciosamente la gestión de Duque.
La Revista Semana comenzó su análisis del primer año de Iván Duque diciendo entre otras cosas que »Duque pudo derrotar a rivales que sin excepción tenían más trayectoria que él. ¿Cómo lo hizo? Hay cuatro razones: 1) por ser el candidato de Uribe, 2) por ser una figura refrescante y carismática, 3) por su extraordinaria facilidad de palabra, 4) por el miedo a Petro. Esa combinación llenó las expectativas de un electorado ansioso de renovación, saturado con el proceso de paz y temeroso del fantasma del castrochavismo».
También agregó Semana en ese ‘profundo análisis’ de lo que era, en Agosto 7 de 2019, el primer año de gestión de Duque que »Duque puede ser novato y demasiado joven, pero es inteligente, centrado, conciliador, responsable y trabajador. Tiene el problema de que algunas de esas no son las características del partido que lo eligió. El Centro Democrático no es de centro, no es conciliador y no siempre es responsable. Eso ha obligado al presidente a caminar en una cuerda floja entre lo que él es y lo que esperan quienes lo eligieron».
Semana mantuvo su adulación por el presidente Duque durante el largo ‘análisis’, más allá del claro titular de portada que lo respaldaba, y aseguraba que: »Manejar esas presiones no ha sido fácil, y tener contentos a los furibistas y al propio Uribe tampoco. Pero es injusto decir que Duque es un títere de este último. En términos generales, el actual presidente le ha dado gusto a su jefe político en algunas cosas, pero ha mostrado independencia en otras. A Uribe le hubiera gustado un pupilo enemigo del proceso de paz, un partidario de la conmoción interior, de revocar las Cortes, de reducir el Congreso, de acortar la jornada laboral y de aprobar una prima extra para los trabajadores. Duque a eso no le ha jalado. Pero le ha dado gusto en liderar la cruzada contra , Nicolás Maduro, en prohibir el porte de la dosis mínima, en la aspersión aérea con glifosato y en las objeciones a la JEP».
