QUIÉN NO QUISIERA
Sentir el madrugador arrullo de viento
merodeando los arbustos
¿Quién escuchar en la paz su voz?
Alguna vez el balbuceo palabrezco
Desarraigándose gota a gota del arroyuelo.
¿Quién no quisiera bajo el nocturno manto, habitar en un par de labios frescos?
Desmembrar el cuerpo
Entregarlo en tierra y sin ligereza el pan comer.
¿Quién habitar no querría un par agrietadas manos por la miel?
Esas pequeñeces: ¿Quién degustar en la alcoba no quisiera?