Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas
Descarado no es aquel que no tiene rostro sino quien es capaz de cometer estupideces y sonreír después de ello. Como quien escondió la espada.
El premio a la lagartería de la semana que terminó se entregó por unanimidad a la alcaldesa Claudia López, quien tuvo la osadía de condecorar a Iván Duque e investirle personalmente con una medalla, no sabemos de qué cuernos. No creemos que el señor Duque sea merecedor de exaltación alguna, a menos de que hubiere un premio dedicado a la ineptitud. Como hemos dicho en otras oportunidades, los payasos no están solo en los circos, también tienen oficina en uno que otro ministerio e incluso han llegado a habitar la Casa de Nariño. El oso mayor del ahora ex-presidente Duque tomó lugar en su última semana como comandante supremo de las fuerzas militares, cuando acudió a una ceremonia que en su honor ofreció el Ejército Nacional en la Base Militar de Tolemaida. No le bastó con llegar dos horas tarde al evento, forzó a los cadetes a escuchar un discurso pobre y confuso que cerró con el grito ridículo de “Ajúa”, berrido salvaje que inventó y popularizó el ex-general Zapateiro. No obstante, sus palabras –y el modo de concluirlas– resumen bien el carácter del joven presidente, un amanuense. Solo queda decir: Duque chao, Duque chao y ¡ajúa!
Como de despelotes hablamos, ¿qué decir de la Fiscalía del señor Francisco Barbosa? En días pasados se conoció que la entidad quedó debiendo unos dineros y por ello, según informó Gonzalo Guillén (@HELIODOPTERO), fueron embargadas las cuentas bancarias a nombre de esta desorganizada institución. La inquietud en el búnker radica en quién girará los recursos para la nómina del próximo mes, ¿podrá hacerlo la Fiscalía o tendrá que intervenir el ministerio de Hacienda? Es tan descarado este fiscal de mentirijillas que resolvió, emulando a Baco o Dionisio, hacer una fiesta en el Hotel Intercontinental de Cartagena e invitar a 22 fiscales de América Latina junto con sus comitivas con todo pago: comida, bebida, tiquete, hospedaje, conductor, esquema de seguridad y no sabemos si de lo otro también. No solo hubo tiempo para la fiesta, en los tres días que duró el evento le fue entregada una medallita al fiscal Barbosa por parte de sus pares latinoamericanos y tuvo la oportunidad de hacer lobby para que le nombren en un cargo directivo de la Asociación Iberoamericana de Ministerios Públicos, conducta semejante a la de los niños que durante una procesión corren detrás del cura pidiéndole que les regale una estampita. El término bacanales con que se distinguían las fiestas de Baco podría quedar en desuso pues corre el riesgo de ser reemplazado por ‘barbosales’, dicho de las celebraciones del fiscal general a cargo del tesoro nacional.
Recordando nuestra última columna, decíamos que había que inventariar todos los bienes de la Casa de Nariño antes del trasteo de Iván Duque, quien estaría antojado por llevarse unos recuerdos de Palacio. Lejos estábamos de imaginar que uno de los souvenirsen los que estaba interesado era la espada del libertador Simón Bolívar, cuya exhibición impidió. La urgencia por dar con el paradero de la misma llevó a que la primera orden del presidente Petro fuera buscarla y trasladarla al lugar en el que se adelantaba la transmisión de mando. Quienes se encontraban en los alrededores de la Casa de Nariño afirman que luego de que el presidente dio la instrucción, parecía un juego de bazar: “a ver, ¿quién dice dónde está la espadita?” Y parece que tocó buscar harto, pues los 10 minutos de receso no fueron suficientes para ubicarla. Si nuestras cuentas son correctas, habría tomado alrededor de 20 minutos dar con la espada y entregarla a los húsares para que la transportaran a la plaza de su dueño, es decir, a la de Bolívar. No nos cabe duda de que si al joven ex-presidente le hubieren permitido cerrar la plaza de Bolívar por “motivos de seguridad” lo habría hecho sin dudarlo y habría mandado la ceremonia de investidura al parque Santander o a la plaza de Los Mártires. Lo cierto es que la orden del presidente se cumplió, la espada llegó a la plaza y acompañó los actos protocolarios del 7 de agosto.
Entre anuncios de reformas y proyectos, vemos con interés la propuesta de reinstaurar las lecciones de historia patria y nos ofrecemos para integrar la comisión que escribirá el nuevo capítulo de esta. Hoy la tarea sería sencilla, una página en blanco, pero si todo sale bien, en cuatro años escribiremos sobre cómo cambió Colombia bajo el liderazgo de Gustavo Petro y Francia Márquez. Desde esta tribuna nuestro aporte será contar y comentar todo. No quedará lugar en el tendedero.
Adenda: para sorpresa nuestra, conocimos que Ernesto Macías, el ex-bachiller del Senado, escribió la biografía de Iván Duque. ¿Imaginan ustedes cuánto va a durar en las estanterías? El editor que lo imprimió debió gastar de su bolsillo o Macías pagó porque lo publicaran, de lo contrario se nos hace incomprensible esa decisión editorial. Si no le teme a la oscuridad, léalo.
Coletilla a cargo de nuestro amigo Eduardo Montealegre Lynett, quien nos manda lo siguiente de su caletre: “Barbosita organizó una enorme “parranda babilónica” en Cartagena, con fiscales de todo el continente, para aumentar un ego más grande que la catedral de Colonia. Lástima que, lo que le sobra en prepotencia, le falta en carácter para combatir las graves violaciones a los derechos humanos de su patrón del Ubérrimo. Terminó convertido en el mayor bufón de la historia de la Fiscalía. Lo están esperando en el Circo del Sol, ese es su destino. ¡Patético!”
Cerramos nuestra columna de esta semana con mucho ritmo y mucho orgullo…
https://www.youtube.com/watch?v=BqY0aj31RHs
¡Hasta la próxima semana!
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