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Marcos Balcázar se encontraba con la vejez de siempre, rodeando la esquina principal de la sede de gaitas, hasta que al voltear de salida al parque desapareció, visto por algunos en un caballo blanco o en un carro pagado por el estado […].
El día 28 de abril me encontraba frente de mi escritorio leyendo una crónica de prensa, sobre la historia de un poeta desaparecido en un pueblo moderno, con una retórica bohemia, frene un poco en seco al leer más detenidamente y al hallar la inexistencia de un relato, me fije que no encontraba ni historia, ni autor que citara al final, solo había un título junto a una foto de un hombre vestido de blanco, barba y gafas negras, piel morena y el relato de un poeta desaparecido.
Mi curiosidad no saciaba, ya no era un viejo zorro del periodismo, mis años buenos ya habían trascurrido, escribiendo artículos de interés público, como el artículo de un grupo de jóvenes, los cuales robaron más de 18 millones de pesos en un presupuesto local, perteneciente a una plataforma de juventudes, y lo justificaron con 2 termos de tinto, lo irreal de todo esto no eran los títulos de ese entonces, sino pensar que al entrevistar a los afectados estos se reían y agradecían que al menos les habían dado el tinto, “en este país no existe la indignación madre”- pensé en voz alta.
Al no hallar la existencia de un relato concreto, que explicara el porqué de la desaparición de este poeta, reí un poco enfadado, en ese momento al verme mi esposa, lucía serio y pasmado, ella se asustó pensando que me habían vuelto a amenazar, como en mis años buenos; aquellas risas manifestadas se debían al pensar que aquello no era más que el reciclaje de una historia de mal fachada, de poca lógica, inventada por un escritor aburrido, pero la curiosidad no me detenía, por eso decidí llamar a Rodrigo, el viejo dueño del periódico, quería preguntarle para que me dijera en primicia los detalles agudos y graves con cursivas, sobre esta noticia; lo llame 2 veces, al segundo intento me respondió:
_Rodrigo, buenos días.
El reconoció de inmediato mi voz y emocionado me saludo
_Hola en que te puedo ayudar
_Si, respondí (hasta hacerle la pregunta concreta, sobre el artículo de esta mañana).
_Rodrigo cuéntame, ¿qué sucedió en aquel pueblo con ese hombre, Marcos Balcázar? (La duda se internaba en el ambiente, su respuesta fue fugas y áspera).
_No tengo ni la más remota idea, el artículo fue publicado a modo de broma y de crítica al estado.
En ese momento ya me sentía estafado, pero Rodrigo me dio una interrogante más, “pero eso no significa que no pueda ser real, ¿no crees?”.
¿Qué hace diferente a aquel poeta frente a sus contemporáneos?, ¿qué historias guardarán esa mente perdida en un abanico lleno de víctimas? ¿Será de estos pueblos de poetas perdidos un conflicto sin méritos o de una mala crónica de un estudiante de derecho? ¿o será de nosotros el miedo de elegir a un pequeño dictador? ¿o será orden todo esto de un pequeño dictador?
Mientras tanto aún sigo viendo aquel poeta, a Marcos Balcázar con la vejez de siempre, rodeando la esquina principal de la sede de gaitas, hasta que al voltear de salida al parque sigue desapareciendo, visto por algunos en un caballo blanco o en un carro pagado por el estado […].