En nuestra querida Colombia las campañas de los partidos políticos hegemónicos han estado fundadas en mitos, verdades a medias y mentiras completas, que, a punta de propaganda, tienen el miedo como eje temático, a través de los medios de comunicación a su disposición y de métodos de dominación social tomados de la maquina propagandista de la Alemania Nazi, jugando así con las emociones individuales y con el inconsciente colectivo. Esto podemos evidenciarlo en estrategias mediáticas que tienen como objetivo posicionar en la población ideas falsas como la del “enemigo interno”, como se ve en la frase del nazismo criollo en boca de muchos de sus lideres y alfiles “nos van a volver como Venezuela”, la cual se cae por su propio peso, puesto que la verdad demostrada con hechos y múltiples informes e investigaciones es que en Colombia los índices de violencia, asesinatos, conflicto armado, pobreza, desigualdad, corrupción, paramilitarismo, narcotráfico, violación a los derechos humanos son mucho más elevados que en el vecino país. A la par han trabajado de manera sistemática la ideología del “enemigo interno” queriendo hacer ver como amenaza todo aquel que piense diferente al establecimiento, señalando con juicios descarados a grupos sociales como “guerrilleros, vándalos” como lo hemos visto a lo largo de nuestra historia provocando persecución, hostigamiento y victimización hacia sindicalistas, maestros, defensores de derechos humanos, líderes sociales, estudiantes, campesinos, etc. Tal cual, pasó en la Alemania Nazi, con la ideología del “enemigo externo”, lo cual permitió el ataque hacia otros países y la del “enemigo interno”, que propicio el ataque y la aniquilación de todo aquel que al interior de la sociedad alemana pensara diferente y que fuera señalado como una amenaza del establecimiento. Este tipo de estrategias funcionales a regímenes de gobierno distópicos como el nuestro, ha hecho posible el distanciamiento social, la dislocación de la democracia, la ruptura del estado, la guerra interna, el odio de clase, la falta de empatía, la alta tolerancia a la violencia y a la corrupción.
Hemos sido testigos de cómo miles de veces al mejor estilo de Joseph Goebbels (jefe de propaganda de la Alemania nazi) en Colombia se repiten falsedades, mentiras, calumnias, para inocular en la sociedad el odio, el miedo y el terror, lo cual hasta ahora le ha marchado en gran medida al establecimiento nazi criollo. No obstante, hay que resaltar que en este momento histórico se vislumbra un nuevo horizonte en esta patria herida, donde gran parte de la sociedad da muestras de querer un cambio y de enfrentar democráticamente en las urnas a esa clase dominante criolla. Empieza a dejarse ver una población que ya no come cuento, ni se deja asustar por la propaganda política neonazi en decadencia.
También queda en estos tiempos al descubierto el cinismo y doble moral de la clase imperante colombiana que no tiene ética, ni vergüenza, cuando la verdad, es que son ellos mismos quienes nos han llevado a inmensos niveles de degradación social, de opresión, pobreza desde el nacimiento de la república de Colombia, hasta nuestros días.
Vale la pena ojear la ideología de la Alemania nazi, y sus métodos de control social, para no repetir esa dura historia que dio pie a la Segunda Guerra Mundial y al holocausto. De paso resaltar que nunca más debemos dejarnos manipular de ninguna manera por élites egoístas y retrógradas que se aferran al poder a como dé lugar, así sea a costa del sufrimiento de todo un pueblo.
Llegó la hora del cambio, de decirle no al nazismo criollo y abrirle las puertas a una sociedad multicultural enriquecida con toda la diversidad humana y ecológica de esta bella tierra llamada Colombia, sin perder de vista que somos parte de un mismo planeta que nos pertenece a tod@s.
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