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Colombia vive una lucha de más de 56 años en busca de defender los ideales políticos, sociales, culturales y económicos de cientos de familias, comunidades, y pueblos enteros. Pero, sin importar sus “derechos”, son víctimas que a diario tienen que vivir en carne propia los actos más desgarradores y fríos por parte de las guerrillas, los paramilitares, o entidades como el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), la Policía y el Ejército Nacional, que son los protagonistas durante este último año (2019 a 2020).
Hace 4 años se realizó el Campamento por La Paz, donde tuve la oportunidad de hablar con una de las víctimas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), ella es Luz Mari Gómez de San Sebastián de Mariquita; madre de dos niños. Fue abusada sexualmente frente a uno de sus hijos cuando tan solo tenía 6 años de edad, obligándola después a dejar el pueblo. Recuerdo sus palabras “He llorado durante 11 años para que el gobierno me indemnice, me de lo que un día un hombre mal pensado vino y me arrebato”.
Desde ese entonces, existe un Acuerdo de Paz, el cual funcionó de alguna forma en su momento, y logró que una cierta cantidad de personas se desmovilizaran. Sin embargo, los puntos dentro del acuerdo no se han hecho efectivos en su totalidad, todavía hay victimas esperando a ser indemnizadas y beneficiadas por todo el daño hecho. Pero como bien me dijo Luz Mari, “es muy fácil para las personas que no lo han tenido que vivir, seguir votando por los mismos”, le falta empatía al pueblo colombiano.
Ahora, somos nosotros los que tenemos que ver y vivir los asesinatos de inocentes en manos de las entidades que se supone velan por “nuestra seguridad”. Jóvenes cómo Dilan Cruz (asesinado por el Esmad), Julieth Ramírez (asesinada por la Policía Nacional), Fredy Alexander Mahecha (asesinado por la Policía Nacional), padre de familia como Javier Ordoñez (asesinado por la Policía Nacional), Juliana Giraldo de la comunidad LGBTI (asesinada por el Ejercito Nacional) y entre muchos más que han perdido la vida de manera injusta.
Si el presidente Iván Duque velara por el beneficio colectivo y no propio, se podría establecer cambios reales, pero desde que está en la cabeza del gobierno, lo único que ha hecho es deshacerlo, y es ahí donde más adelante será muy difícil entablar un dialogo y un acuerdo con otros grupos armados. En este momento, somos nosotros quienes divulgamos e informamos la realidad de los hechos y lo llamamos por su nombre, porque ya estamos cansados de vivir lo mismo cada día. Ayer le paso a Juliana Giraldo, hoy me puede pasar a mí.
Como ciudadana, apoyo y exijo que se reforme a la Policía Nacional, no podemos permitir que sigan abusando de nuestros derechos, ni aceptar que sean ellos quienes tomen la decisión de nuestra vida. Son entidades que deben controlar y velar por nuestra seguridad, sin uso de armas que puedan impactar contra la integridad y la vida de niños, jóvenes y adultos.