Parece que Jorge Enrique Salcedo ahora es combatiente por «la verdad». Poca autoridad tiene quien no aceptó continuar una tarea, que él mismo había iniciado voluntariamente, para esclarecer el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, pero que suspendió porque no se le pudieron pagar cien millones de pesos que exigía para continuar la tarea. No pretendo atacar a Jorge Enrique, solo consignar mi sorpresa por su asombro ante la visita de la Comisión de la Verdad al Ubérrimo para escuchar a quien es el principal culpable de las masacres, los falsos positivos y demás delitos cometidos por este abyecto victimario, delitos que incluyen el sistemático MEMORICIDIO al legado de Jorge Eliécer Gaitán. El padre De Roux está en la obligación de escuchar a víctimas y victimarios, sin excepción. Y no podía dejar de hacerlo frente al mayor culpable de los asesinatos y violencia de los últimos tiempos en Colombia. Ahora bien, difícil imaginar y aspirar a que Uribe montara un escenario que lo reflejara en toda su megalomanía de poder, tal como lo hizo. Todas las mentiras que dijo quedaron al descubierto ante la «mise en scene» prepotente que montó, poniendo a la luz pública sus ridículas ambiciones imperiales. Es lógico que haya quedado al desnudo su engreída personalidad. No creo que Goebbels hubiera hecho algo parecido, porque era un monstruo inteligente. Uribe lo que mostró es que ha entrado a la etapa del delirio de poder que aparece al descubierto cuando se inicia la demencia senil en los malvados, que es cuando pierden el sentido de las proporciones. El padre De Roux y la Comisión de la Verdad, en general, tienen ahora la mejor declaración de despotismo y delirio de poder que haya podido mostrar cualquiera de los victimarios interrogados. La Comisión se ganó la lotería: se puso al desnudo la personalidad delirante de uno de los más grandes criminales que haya tenido Colombia.