Por: Ricardo Villa Sánchez
En días pasados se celebró en Santa Marta una cumbre de políticos de la Región Caribe, que temen se desconecte la Costa Norte con el Centro del país, para efectos comerciales y de otro tipo, producto de la erosión costera, que amenaza con tomar su playa natural. Cuando se hace un análisis de las respuestas que dan para el debate, hablan de cifras, de ejecuciones; algunos de salvar el planeta, de convivir con la naturaleza, de acabar la pobreza, pocos, tal vez de la academia, recuerdan el gran atentado contra la humanidad que se hizo con la construcción de esta vía entre las poblaciones de Ciénaga y Barranquilla, sin dejar las obras necesarias para la oxigenación entre la Ciénaga Grande, los caños y el Mar Caribe, con los altos costos en infraestructura, que se ocasionaron después, con las obras que se tuvieron que hacer, que debían contar con planes de contingencias ambientales, y que se realizaron, en su momento, con el apoyo de la cooperación alemana. En vez de convertirse el paso de la vía en un polo de desarrollo, en una frontera sostenible entre parques naturales, Ciénagas y el Mar, la carretera se volvió un símbolo de la depredación, además de que sus poblaciones se sumergieron en la pobreza, hasta el sol de hoy. Hasta ahí íbamos helados, sin embargo, ahora con los nuevos argumentos políticos y técnicos, para buscar una solución definitiva a este problema, se abre una ventana de oportunidad para el desarrollo humano sostenible en el norte del Magdalena.
Los viaductos, son la real solución al problema planteado, los demás son paliativos. Enhorabuena las autoridades ambientales y de transporte, los incluyen como respuestas. En este caso, en doble calzada, cuentan con ejemplos eficaces como el Tamiami Trail, que cruza un complejo ambiental similar en los Everglades, en la Florida o el de La Virgen, en Bolívar. Son rutas elevadas o autopistas de ultramar, que permiten el drenaje natural de las aguas protegidas que cruzan, en este caso, serían las áreas núcleo de la Reserva de Biósfera y del Humedal Ramsar. Si allá pudieron, acá ¿por qué no? La cuestión es la financiación y la voluntad política. Ojalá lo logremos.
De paso con esta nueva mega obra, para esta vía, no se puede olvidar derrotar a la pobreza, en esta microrregión, con un plan integral para avanzar en su Desarrollo Humano Sostenible. De cara a esto, todos los proyectos que se realicen, es clave que cuenten con la mano de obra local y cláusulas de desarrollo de infraestructuras sociales, en su área de influencia. Para esto es importante que, desde la academia y otros aliados claves, se forme a la gente para el trabajo, con enganche laboral, en estos proyectos que deben contar con las obras complementarias y vías terciarias necesarias: no se puede solucionar un problema para crear otro, tapar un hueco para abrir otro.
Además, tal vez, ¿cómo les parecería? ─no sólo desde el punto estético, sino de adaptación al cambio climático y de reordenamiento del territorio alrededor del agua─, presentar, paralelo a los viaductos, otras mega obras de desarrollo en esta microrregión, como un Parque eólico en el Mar Caribe, para generar energías limpias o para el empleo y garantizar el mínimo vital de agua, instalar una Planta de Desalinización de Ósmosis Inversa de Agua Mar, inclusive, planear una planta trituradora de vidrio reciclado, para generar arena de playa y vencer a la erosión que, es necesario, también, prevenir sus riesgos en los Kms 28, 39 y 50, de esta vía. También, un Puerto Satélite para la llegada de Cruceros para el ecoturismo, que se una a un sistema de transporte multimodal, con línea de tren de cercanías eléctrico que integre a Barranquilla con Ciénaga y Santa Marta, con potencial, en su trazado, de desarrollo urbanístico, para la movilidad laboral, con trabajo digno y buen vivir. Se vale soñar, con los pies en la tierra.
@rvillasanchez
Santa Marta 28 de febrero de 2019