Con la llegada del gobierno del cambio, por fin, la sociedad colombiana empezó a entender como habían gobernado las élites por mas de 200 años. Desfalcos, robos, negociados, asesinatos, desapariciones, masacres, apropiación del Estado para desangrarlo, apropiación de tierras de campesinos y del Estado, expropiaciones ilegales para beneficiar a los privados y todo tipo de delitos que aunaron en una expoliación total del país y sus ciudadanos por una ultraderecha sanguinaria, cruel y a la que solo le interesa enriquecerse cada día mas.
Esa apropiación de la riqueza nacional era proyectada a muchos años, en donde el plan consistía en decir cómo era la alternancia en el poder, a quién debían entregarle “x” o “y” entidad, quién iba a ser el director o gerente, cuánto dinero se iba a repartir y entre quiénes, a quiénes les iban a dar los contratos, qué porcentaje de dinero era la coima para quienes los otorgaban. Esto ocurrió a todo nivel; nacional, departamental, distrital y municipal. Las derechas descubrieron, encabezados por los líderes tanto del narcotráfico, paramilitarismo y partidos políticos tradicionales corruptos, que era un negocio igual o más lucrativo que el tráfico de drogas, contrabando o cualquier otro a los que se dedicaban. Hoy, los colombianos ya conocen mucho de su actuar, aunque falta otro tanto por descubrir.
Para lograrlo, ese sector político ha recurrido a todas las armas legales o ilegales y sobre todo, el uso de los medios de comunicación, con unos personajes que se han autodenominado periodistas, que han tapado y disimulado lo que han hecho las derechas, disfrazando los hechos para hacerlos quedar como los adalides de la honestidad, honradez, la libertad y la democracia y que deben seguir gobernándonos por siempre porque no hay nadie más; solo ellos.
Pero la estrategia más eficaz que han usado las derechas ha sido la de la división de los colombianos en sectores, que ellos denominaron las minorías.
Ellos decidieron que los intereses de los colombianos no eran los mismos, que cada grupo poblacional tenía necesidades distintas y por ello debían luchar solo por esos intereses que les adjudicó la derecha según ellos lo determinaron. Nos agruparon en: indígenas, negritudes, campesinos con tierra, campesinos sin tierra, trabajadores sindicalizados y no agremiados, mineros, comunidad LGTBIQ+, madres cabeza de hogar, madres cuidadoras, adultos mayores, tercera edad, niños niñas y adolescentes, afrocolombianos, ciudadanos en situación de discapacidad, habitantes de calle, comerciantes informales, comerciantes formales, estudiantes de colegio, universitarios y no sé cuántos grupos más se han inventado para atomizar las luchas sociales. Y dentro de cada una de esas divisiones ellos determinaron intereses diferentes dependiendo la región del país en donde existan, por ejemplo, los intereses de los campesinos sin tierras del caribe son diferentes a los del pacífico o los de los llanos o los del centro del país, determinó la oligarquía.
Según ellos, cada uno de esos grupos, debe luchar por separado para lograr sus reivindicaciones particulares, nunca han aceptado una lucha unificada. Por ello dividieron sindicatos, juntas de acción comunal, comunidades de cualquier región y todo lo que oliera a unión del pueblo; en eso ha consistido su estrategia para mantenerse en el poder. La derecha ha sido muy astuta en dividir a la sociedad por fragmentos y exigen que cada “minoría” debe defenderse sola y que no haya solidaridad de los demás.
Hasta hace muy poco, los colombianos no nos aceptábamos entre nosotros, los “odios regionales” impulsados por los politiqueros y la gran prensa evitaba que nos reconociéramos como pares, como colombianos, como personas, como seres humanos. No les convenía y seguían atizando la hoguera del odio como estrategia de división para reinar.
Esa estrategia nos puso a matarnos entre nosotros por décadas. Hay que recordar los más de 300.000 muertos ocasionados por el odio infundado contra los liberales desde el partido conservador y los púlpitos, que solo favoreció a la oligarquía. O lo hecho desde el gobierno de Uribe de estigmatizar cualquier forma de pensar diferente, que llevó al asesinato, desaparición, tortura y masacres de muchos colombianos por parte de los paramilitares, solo para mantenerse en el poder. Utilizó calificativos como la de castro-chavismo, comunismo, socialismo, para macartizar cualquier reivindicación de los colombianos. Él, quien fue el que le arrebató, junto con Gaviria, los grandes empresarios y los partidos politiqueros todos los derechos sociales y laborales de los colombianos llevándonos a ser uno de los países mas desiguales del mundo.
También nos dividieron por estratos sociales, legalizando así la lucha de clases, que tanto tratan de ocultar. Esta división ha sido una de las que más nos ha atrasado, ya que la atención de los servicios sociales y los subsidios dependen del estrato donde usted viva y ha llegado hasta ver que las obras públicas sean diferentes, que el Estado, por obra y gracia de los gobernantes de turno, inviertan los recursos en mayor proporción en donde hay personas de estratos más altos y por ende con mayor capacidad adquisitiva. Lo vemos hoy, con las carreteras 4G de Vargas Lleras que cruzan por donde hay más ricos y se dejaron de hacer las que favorecían a los campesinos pobres para poder sacar a vender sus productos agrícolas, por ejemplo.
Por eso hoy les aterra que el pueblo haya reconocido o esté en camino de hacerlo, gracias al gobierno del cambio, que la lucha es solo una, que las reivindicaciones son las mismas, sean cuales sean las necesidades específicas de cada sector inventado por ellos. Los colombianos están empezando a entender que su vecino, compañero, hincha de equipo contrario, militante de partido político, (salvo el Centro Democrático, allá no cambia nadie), tienen las mismas necesidades, que el hecho de tener un carro o un sitio dónde vivir no lo hace diferente a quien no lo tiene y que todos necesitamos comer, requerimos de servicios públicos eficientes y baratos, de salud, de pensión, de educación, de vivienda, de transporte y todos los derechos que nos arrebataron y que nos han negado por décadas.
Hoy han mostrado sus dientes, como se dice en el argot popular, ya no ocultan nada, no disimulan, demuestran lo que son, qué quieren, a quiénes defienden y a quiénes perjudican. Lo hemos visto con las reformas sociales, no escatiman nada, ya no les da pena que la gente se dé cuenta de quiénes son y para ello están dispuestos a todo; han amenazado a periodistas de los medios públicos del Estado colombiano y alternativos, han asesinado a líderes sociales, bloquean con trampas todo en el congreso, las cortes hacen lo suyo paralizando al gobierno con sentencias que solo perjudican a los colombianos, están atacando con una fiereza descarada y nunca antes conocida. La derecha está en lo suyo, dividiendo, atacando, matando y sobre todo evitando la unión de un pueblo para que de una lucha unificada
Por eso es imperativo seguir en la tarea de evitar caer en esa trampa de las derechas, que obliga a odiar a nuestros compatriotas. Nacemos y somos iguales, según la Constitución Nacional. El señor presidente de la república ha insistido en ello muchas veces, hay que unirse, asociarse, porque si seguimos aislados, perpetuaremos los 100 años de soledad de los que habla Gustavo Petro.
La conclusión es que la lucha de los colombianos es la misma, por los derechos, por la libertad, por la participación para poder decidir nuestro propio destino, en síntesis, por el respeto a la dignidad de las personas, de los seres humanos, esta es la lucha de los colombianos.