En los últimos años se han posicionado en las campañas electorales de nuestro país, siguiendo la moda de los “países desarrollados”, las encuestas electorales, como fuente de información sobre las tendencias de la ciudadanía para elegir a sus gobernantes y legisladores.
En los Estados Unidos, surgió la “moda” de las empresas dedicadas al “mercado electoral”, en los últimos tiempos algunas encuestadoras “gringas” llegaron a nuestro país a “dictar cátedra” de cómo se hace una encuesta electoral y cómo se “influye” en los electores para que éste tome una decisión. En Colombia tenemos muchas encuestadoras que se son contratadas por medios de comunicación, partidos políticos, y movimientos electorales para saber como enfrentar a sus rivales y cómo “vender” a sus candidatos. Hasta empresas privadas contratan estos servicios para saber qué movimientos financieros van a hacer dependiendo de quien gane la contienda. Las encuestadoras van de la mano con las empresas de asesoría de imagen que manejan hasta el lenguaje, la vestimenta, los ademanes y la forma de pararse para ser más atractivos a los ojos de los ciudadanos.
Con este “matrimonio” electoral, ya no importan las propuestas, los planes ni las necesidades de la ciudadanía, solo “vender al (la) candidato(a)” como un producto de consumo masivo. Muchos de estos especímenes electorales siguen a ojo cerrado las órdenes de los asesores de los publicistas y asesores de imagen para que los resultados de las encuestas los beneficien y poder llegar al poder, de cualquiera de las dos ramas, y, unos de seguir esquilando el erario y otros llegar allí ya sea con buenas o malas intenciones.
En esto se ha convertido una campaña electoral; un mercado de imágenes, de “jingles”, de pancartas, de volantes y comerciales de radio y televisión que no muestran nada de fondo, solo la forma de un(a) candidato(a) “bonito(a) y amable” para descrestar incautos.
Les ha funcionado. Recordemos como a algunos candidatos les han votado los ciudadanos(as) por su apariencia física, algunas personas decían, en un pasado reciente, es que es muy bien parecido, a eso hemos llegado, a elegir a una persona porque a los(as) ciudadanos(as) les parece “bonito”. No les importa su pasado, sus realizaciones y menos sus propuestas. A otro lo pusieron en la casa de Nariño porque era “fuerte” e iba a acabar con la guerrilla, y con ese cuento acabó con empresas, con el trabajo decente, con los campesinos y el resultado lo tenemos hoy a la vista; una guerra resucitada después de un proceso de paz exitoso, uno de los países mas desiguales del mundo con la concentración de la tierra en pocas manos, con unos pocos multimillonarios contrastando con la miseria del pueblo y con unos ciudadanos(as) que solo están comiendo una sola vez al día.
Los mayores contratantes son los medios de comunicación de estas costosas encuestas, se han hecho alianzas entre los medios y determinadas encuestadoras y cada medio pretende que la propia es la verdadera y más cercana a los resultados finales.
Estos estudios, como los llaman, los hacen con unas “muestras” de muy pocos ciudadanos consultados, van ente los mil y diez mil, mas o menos, de “todos los estratos”, condiciones sociales, credos, etnias, condiciones sexuales, etc. Y con esos resultados, siempre pretenden determinar “anticipadamente” quien va a ser el presidente, gobernador, alcalde, parlamentarios, diputados, concejales o ediles. Aunque muchos analistas dicen que una encuesta es la fotografía del día o días en que se realizó la encuesta, aún así los medios pretenden que las encuestas decidan quien o quienes serán los elegidos.
Mucho se dice sobre quien paga la encuesta predetermina los resultados, son rumores que hay en el ambiente, porque quien paga tiene unos intereses propios diferentes a los de otros o los de la ciudadanía en general.
Además, muchos de los dueños de estas encuestadoras son abiertamente uribistas y otros están trabajando o han trabajado como asesores presidenciales.
En esta campaña electoral se han visto toda clase de encuestas con resultados diversos, dependiendo el medio de comunicación que la haya contratado y pagado. Cada que sale una se ven explicaciones de lado y lado dependiendo quien se beneficia con los resultados. Que a uno lo inflan que a otro le suman o le restan. Esto causa revuelo en muchos partidarios de los candidatos que terminan al borde un ataque de nervios haciendo cábalas sobre el resultado final el día de las elecciones.
Los medios de comunicación hacen una campaña posterior sobre cual encuestadora tuvo razón en su estudio y cual no, y los electores se han dejado “manejar” por este contubernio medios-encuestas que no define nada. Los resultados de las encuestas sirven para tratar de influenciar en unos votantes que al ver los resultados dicen: “eso ya ganó tal o cual y para que voy a votar si eso ya se sabe quien es el elegido”. No hay que permitir que unas empresas encuestadoras y unos medios de comunicación pertenecientes a grupos económico-políticos con unos intereses claros de seguir en el poder definan su voto ayudándose con este mecanismo. El ciudadano es dueño de su sufragio y por ende define quien lo gobernará.
Lo atípico de esta campaña electoral ha sido, que, a pesar del panorama adverso que ha tenido Petro con las empresas que promueven, y hacen los sondeos de opinión, todas de extrema derecha, el ha triunfado en todas, la discusión ha sido si gana en primera vuelta, quien sería el contrincante en la segunda, de ocurrir y quien sería el presidente. En este escenario también triunfaría, de no existir, como ocurren, hechos de corrupción electoral, la mayoría delitos, pero que los patriarcas y varones electorales tradicionales de nuestro país, están acostumbrados a practicar. Ese es el reto, evitar que esas manos oscuras cambien la voluntad de los votantes.
Las opiniones realizadas por los columnistas del portal www.laotravoz.co no representan la identidad y línea editorial del medio. Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.