Examino mis recuerdos y pienso fielmente en todo aquel daño que me he hecho, pero no todos aquellos raspones, caídas, ni mucho menos los malos pensamientos y demás, sino más bien todas aquellas sustancias, humos y otras cosas que en nuestra juventud la mayoría de nosotros ha probado. Un hecho concreto, como lo mencionan varios científicos de la universidad de Osaka en Japón, es que hay más riesgo de morir sentado que fumándose un cigarrillo, sí, es un hecho. Pero, es que entre tanto humo existen sentimientos escondidos, acontecimientos y momentos completamente íntimos que, mientras este se consume, no hace más que traerlos al romanticismo de una escena completamente dañina pero inmortal plasmada en la memoria. La mayoría de los médicos recomiendan no hacerlo, que por la salud, que los pulmones. Esto me parece completamente tonto. ¿Quién prohibiría un rito tan antiguo como la historia misma?, es mortificante el imaginar a un fumador activo sin su cigarrillo, se volvería loco, así como muchas de las personas que se envician en el alcohol y hacen daño, o en las drogas y hacen daño, o en el amor, y hacen daño, pero un instrumento tan completamente íntimo al alma, tan ligado a la tranquilidad, ¿qué daño le podría hacer al hombre?
Rebobinando ciertos momentos que sucedieron, recuerdo muy bien que las ganas del cigarrillo cada día se mostraban como una experiencia de una pareja completamente disfuncional, un día estaba bien y al otro día o casi al instante la relación quedaba saldada, era una constante persecución entre ese que quería consumir y el que quería ser consumido; el deseo salvífico después de dada por cumplida la misión ,se antecedida de un sentimiento amargo como de vergüenza, una misión completamente repugnante, me sentí la peor persona del mundo, ya, de pensar en tanto mal, y en tanto bien presididos al mismo tiempo. Era imposible dictar un certamen con el completo carácter para decidirme por algo.
Pero cómo puede ser posible que tanto mal venga empacado de una forma tan bonita y creativa que incluso hasta el sentimiento más oscuro puede purificarse con su olor, es que no es más que un sentimiento inestable de conformación de la perfección.
En mis recuerdos brilla constantemente la primera vez que probé tan bonito e insoportable trozo de papel envuelto, que simplemente me cambió la vida, después de toser como media hora, la siguiente inhalación fue como un poco más de vida que en realidad era menos, pero sin lugar a dudas valió la pena cada bendito instante.
Al final llegaba siempre a la misma conclusión, sacaba un cigarrillo, me servía un whiskey y clausurando con todas las intenciones, para nada personales de alejarme por fumar, tan solo lo prendí, tal cual lo hacía mientras escribía este texto, me lo introduje a la boca y con el suspiro más sublime, de nuevo empecé a escribir, con el mismo ánimo de siempre, sin caer en la repetitividad, llegando a la conclusión de que un cigarrillo y un buen whiskey nunca caen mal, siempre y cuando, no estés sentado en una silla.
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