“Allí donde falta la espada de la justicia vibra el puñal del asesino”
¡Ha muerto la justicia! Así tituló Saramago un texto en el que narra la historia de un campesino, en una aldea rural de Florencia, en el siglo XVI, víctima de un noble –innoble mejor llamarlo Conde o Marqués- acaparador de tierras, quien corrió los linderos para apropiarse de la tierra del humilde labriego. Acudió a los tribunales y estos fallaron legalizando el despojo del hombre poderoso. El campesino acudió a la iglesia de la aldea e hizo repicar la campana tocando melancólicamente a muerto, el pueblo se congregó alrededor de la iglesia esperando a ver al cura o al campanero y encontraron al indignado campesino, preguntaron quién era el muerto y respondió “Nadie que tuviese nombre y figura de persona; he tocado a muerto por la Justicia, porque la Justicia está muerta”.
Cuando la justicia está muerta, o agonizante o acorralada, los derechos humanos de la mayoría son sacrificados por quienes detentan arbitrariamente el poder. Sin justicia no hay paz, ni democracia. Sin justicia la corrupción, la barbarie, el despojo, y la muerte gobiernan sobre pueblos oprimidos. Jorge Eliécer Gaitán en su debate en el Congreso por la masacre de las bananeras en 1929, cometida por el general Cortés Vargas contra centenares de humildes trabajadores para saciar la sed de acumulación de la United Fruit Company, recordó una máxima del penalista Komagnosi “Allí donde falta la espada de la justicia vibra el puñal del asesino”.
He evocado en esta introducción un referente literario y otro histórico sobre la justicia. La justicia desde la independencia, pese a haberse adoptado un régimen constitucional republicano en el que se asegura la división del poder del Estado en tres ramas, el ejecutivo, el legislativo y el judicial, la rama judicial siempre ha sido tratada como la Cenicienta del poder público. Santander nos dejó una frase grabada en piedra en el Palacio de Justicia, frente a la Plaza de Bolívar “Colombianos las armas os han dado la independencia, pero solo las leyes os darán la libertad”. Luego la mayoría de quienes han gobernado la República se dedicaron y dedican a socavar la ley y la institucionalidad y nos han arrastrado en consecuencia a padecer múltiples guerras y formas de violencia.
Trato el tema de la justicia en esta columna, porque el Presidente Iván Duque, más allá de seguir lacerando la autonomía y exponiendo la vida e integridad de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, ha invocado junto con su mal llamado Alto Comisionado para la Paz, Miguel Ceballos, la justicia penal internacional, pero la han invocado no para generar justicia, sino para generar impunidad. Los dos reaccionaron frente a los cuestionamientos de haber tramitado de mala manera y con errores incomprensibles e inaceptables, la solicitud de extradición a Estados Unidos, del ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso. El Presidente Iván Duque publicó en twitter el 20 de agosto de 2020 señaló “Salvatore Mancuso tiene graves deudas pendientes con la justicia colombiana y por eso se ha pedido su extradición. Si piensa ser deportado a Italia, acudiremos a los principios de jurisdicción universal por crímenes de lesa humanidad. Sus crímenes no quedarán en la impunidad. ”
Aquí el Presidente parecería conocer de derecho penal internacional al hablar de crímenes de lesa humanidad y advierte que acudirán a los “principios de jurisdicción universal” para que Mancuso responda por sus crímenes. En este escrito podrán comprender el alcance de estos conceptos. Pero el Presidente fue más lejos le advirtió al ex jefe paramilitar que sus verdades no son bienvenidas en Colombia, pasando por encima –una vez más- de las jurisdicciones de Justicia y Paz y de la Jurisdicción Especial para la Paz, le advierte como amenaza para que se calle, que no podría gozar de los beneficios judiciales a los que tendría derecho, primero por haber entregado las armas y haberse desmovilizado en el Gobierno de Uribe Vélez y tampoco frente a la JEP a la que podría contribuir con sus testimonios sobre los responsables de haber promovido crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra durante el conflicto armado. Sentenció el Presidente “El futuro de Salvatore Mancuso en Colombia debe ser una cárcel.
Ofrecerle caminos de ausencia de prisión y no extradición a cambio de supuesta “verdad” es una agresión a sus víctimas, que esperan sanciones ejemplarizantes ” Aquí asume la vocería de las víctimas para advertir que el que diga la “supuesta verdad” sería un agresión contra ellas. ¿Qué víctimas representa? ¿Las de Mancuso, las de los jefes de Mancuso o las de los amigos de Mancuso ?¿ por qué supuesta verdad? ¿o lo que realmente pretenden es intimidarlo para que no hable, para que se vaya tranquilamente a Italia ? Abundante verdad ya reposa en los tribunales de Justicia y Paz, donde Mancuso compareció desde su reclusión en Estados Unidos para testimoniar cómo se prepararon muchos crímenes y qué autoridades se involucraron en ello.
Pero no, la intimidación fue corroborada por el Sr. Miguel Ceballos ¿ Alto Comisionado para la Paz ? quien en declaraciones a la W radio del mismo día 20 de agosto manifestó con tono vehemente y presumiendo conocer, lo que no conocía, claudicando las justicia colombiana, Salvatore Mancuso debería enfrentar una corte internacional “Obviamente que estas personas son muy hábiles pero nosotros también podemos serlo. Lo que está anunciado el Presidente es algo muy contundente y muy serio, en el Tribunal de Derechos Humanos de Europa, tiene una responsabilidad y es juzgar los delitos contra derechos humanos contra ciudadanos de cualquier parte del planeta, en ese sentido tenemos un recurso.
Yo se que a veces estas cosas nos llevan al pesimismo, pero yo creo hay un recurso válido y hay un Tribunal serio que ha demostrado juzgar a aquellos criminales que han cometido los peores delitos en el mundo. Y así se vaya él para Europa, allá hay un Tribunal al cual nosotros recurriremos con toda la fuerza”. ¿Hábiles, contundentes, serios? No son serios, ni hábiles, porque si quisieran que de verdad Salvatore Mancuso fuese extraditado a Colombia para contribuir a la verdad, a la reparación de las víctimas y a las garantías de no repetición de sus crímenes, habrían solicitado oportuna y en debida forma a las autoridades estadounidenses su extradición a Colombia.
No son serios, ni hábiles, ni contundentes por que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, Francia no tiene competencia para juzgar personas, sino Estados que hayan ratificado la Convención Europea de Derechos Humanos . Así que Salvatore Mancuso nunca comparecería ante esta instancia interestatal. Pero si hay una instancia cerca de Estrasburgo, 597 kms, que no han mencionado ¿ Por olvido, por ignorancia, a propósito?, con sede principal en La Haya, la Corte Penal Internacional, creada mediante el Estatuto de Roma, que si tiene competencia para investigar y juzgar colombianos que hayan cometido crímenes de lesa humanidad, genocidio y crímenes de guerra.
Como quiera que estas consideraciones serán leídas por el Comisionado Ceballos como por el alto Gobierno, que tanto se preocupa por lo que escribo y denuncio, quiero contribuir para que mejoren sus conocimientos sobre el derecho penal internacional, aunque mi propósito no es académico, más bien preventivo, para que corrijan el curso hacia el abismo al que están condenando a la Nación.
En 1998 se conmemoraron los 50 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos, fui invitado junto con defensores de derechos humanos de diversas latitudes al Palacio de Chaillot en París el 10 de diciembre, donde sesionó medio siglo antes la Asamblea General de las Naciones Unidas que aprobó la Declaración. En el camino hacia el Palacio de Chaillot, saliendo del metro subterráneo – si subterráneo como la mayoría de los metros del mundo- de la línea 6, hacia la Plaza Trocadero y en frente de la Torre Eiffel, me encontré con Sola Sierra Henríquez, defensora de derechos humanos, Presidenta de Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) de Chile.
Sola había llegado una hora antes desde Londres a la Gare du Nord de París y yo había llegado casi al mismo tiempo desde Bruselas. Conocía a Sola por su legendaria lucha contra la dictadura de Pinochet, la había entrevistado meses antes en Bruselas en un programa de radio Entre Amigos, que producía semanalmente con otro compatriota, en el exilio como yo, en el que Sola nos había hablado de su marido Waldo Pizarro Molina, detenido y desaparecido por la Dirección de Inteligencia Nacional –DINA- en 1976, bajo la dirección del dictador Augusto Pinochet. Sola nos regaló un pin con la imagen de su marido que siempre llevaba en el pecho, en la solapa de cualquier vestido y en su corazón.
Ya era una activista desde que inició la dictadura en 1973, visitando cárceles, cuarteles y morgues, no imaginaba que tendría que iniciar la búsqueda de su propio esposo y otras seis personas que fueron desaparecidas en las mismas circunstancias el mismo 15 de diciembre de 1976. En esta entrevista Sola nos habló de las luchas sindicales de su marido como obrero de las minas y luego de la lucha de ambos contra la dictadura militar. Los opositores de Pinochet la mayoría tuvieron que iniciar el camino del exilio, ellos optaron por seguir luchando en el terreno contra el régimen del sátrapa Pinochet.
Cuando llegó a Europa Sola Sierra, Pinochet se encontraba detenido en Londres. Había llegado el 21 de septiembre de 1998, el 16 de octubre, el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, dictó una orden de detención en su contra desde España, en ejercicio de la jurisdicción universal, por su implicación en los delitos de genocidio, terrorismo internacional, torturas y desaparición de personas ocurridos en Chile durante la dictadura. La noche del 16 de octubre fue detenido en la London Clinic de la capital británica. La detención de Augusto Pinochet en Londres marca un antes y un después en la historia de la humanidad, tanto en materia de derechos humanos, como en derecho penal internacional. Rápidamente Margaret Tacher abogó por el ex dictador, lo mismo hizo George Bush y toda la cofradía de la extrema derecha en el mundo acostumbrados a cometer crímenes contra sus pueblos en absoluta impunidad.
La suerte del dictador pareció favorecerle cuando el Alto Tribunal (High Court) de Inglaterra y el País de Gales le reconoció «inmunidad soberana» a Pinochet y rechazó la solicitud de extradición de España. Pero vino la apelación que resolvió la Cámara de los Lores, el 25 de noviembre de 1998. Sola Sierra estuvo presente en esa audiencia histórica. Mientras caminábamos hacia el Palacio de Chaillot, exultante de fuerza y de alegría, sus ojos negros expresaban su optimismo y no sentía las dolencias de un cáncer que se la llevaría implacable unos meses después. Su relato merece ser contado, porque encarna las pequeñas victorias en la historia de David contra Goliat.
En la audiencia, en el Palacio de Westminster, estaba la familia del sátrapa, Sola Sierra y otras víctimas de la dictadura de Pinochet, presentes todos los corresponsales de los principales medios del mundo. Sola contempló con escepticismo la parafernalia de aquella audiencia, cinco hombres con largas togas y pelucas de cabellos blancos y largos que sobrepasaban sus hombros, la familia de Pinochet que se habían vestido para acudir a la fiesta de la impunidad y la cofradía de asesinos y corruptos de gran poder en el mundo que presionaban por un fallo favorable al ex dictador. La audiencia se desarrollaba en inglés y Sola sólo sabía el castellano.
Descubrió que un periodista chileno que conocía estaba con las cámaras al frente de donde se encontraba sentada, presurosa acudió a él y le preguntó si sabía inglés, le respondió afirmativamente y Sola le pidió que al voto de cada Lord a favor o en contra de la inmunidad de Pinochet, le indicara con el puño recogido y el pulgar hacia abajo si el voto era a favor de Pinochet y lo contrario si era por levantarle su inmunidad. Me contó Sola, que se le arrugó el corazón como una uva pasa, cuando se produjo el primer voto del Lord y su compatriota le mostró su puño con el pulgar hacia abajo, escuchó el júbilo de los familiares de Pinochet. Con el segundo voto en sentido similar sintió una profunda tristeza y pensó con lágrimas que brotaron espontáneas en su rostro compungido que la humanidad estaría por siempre condenada a padecer a los verdugos.
Votó el tercer Lord y no quería levantar su rostro hacia el periodista, pero cuando no sintió festejo ni en Pinochet ni en su familia, miró y el periodista sonreía de oreja a oreja levantando su puño con el pulgar hacia arriba. Sola pensó que por lo menos un ser humano salvaría voto y ello haría menos vergonzosa dicha audiencia. Pero llegó el cuarto voto y la mano de su compatriota se levantó con energía y el pulgar hacia arriba. A Sola el corazón le latía con tal fuerza que parecía que se le saldría del pecho, estaban dos a dos y otro Lord, decidiría la suerte, pensaba Sola no únicamente de Pinochet sino de la humanidad toda. Y el periodista olvidó su oficio, olvidó su compromiso con Sola luego de que se anunciara el 5 voto, levantó los brazos al cielo y empezó a saltar de alegría. Sola corrió a abrazar al periodista y en ese abrazo del triunfo de la justicia para Sola fue el momento más dichoso de su vida, desde la desaparición de su esposo en Santiago aquella noche fría decembrina de 1976. La familia de Pinochet estalló en llanto y cuando le notificaron el veredicto al criminal dicen que lloró sin consuelo.
El fallo de los lores constituyó una extraordinaria victoria para las víctimas del régimen militar chileno, pero también para todas las víctimas de crímenes de Estado, de crímenes de lesa humanidad y genocidio en el mundo. En adelante ningún Jefe o ex jefe de Estado o de Gobierno que haya cometido o cometa crímenes internacionales, puede con certeza invocar la inmunidad para escapar a la jurisdicción universal. Los lores decidieron que Pinochet, a pesar de su condición de ex jefe de Estado y senador vitalicio, no estaba por encima de la ley ni de la justicia, que el concepto de inmunidad soberana no le serviría de protección y que no puede considerarse que las torturas, secuestros y otros crímenes tengan relación o sean «actos oficiales de un jefe de Estado en el ejercicio de sus funciones».
En el verano de aquel año, en la bella capital italiana, otro hecho histórico tuvo lugar, se aprobó el Estatuto de Roma el 17 de julio de 1998, durante la «Conferencia Diplomática de plenipotenciarios de las Naciones Unidas sobre el establecimiento de una Corte Penal Internacional». El fallo de la Cámara de los Lores, si bien no invocó el Estatuto de Roma, sino la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura, tuvo y tiene un impacto significativo sobre el alcance de la jurisdicción universal.
Desafortunadamente el gobierno vergonzante de Tony Blair no procedió a extraditar a Pinochet a España como correspondía, permitió que el anciano ex dictador alegara problemas de salud y por razones “humanitarias” lo liberó el 2 de marzo de 2000, salió en silla de rueda y encorvado, implorando lástima, regresó a Chile en avión de la Fuerza Aérea chilena. Al descender del avión, altivo bajó de la nave caminando, superando su joroba teatral, burlándose de la justicia, de las víctimas, de la humanidad. Sin embargo en mayo de 2000, dos meses después del regreso de Pinochet a Chile, la Corte de Apelaciones de Santiago aprobó su desafuero como senador vitalicio y el militar pudo ser investigado y procesado por la Justicia local, aunque no llegó a ser condenado, murió en detención domiciliaria, de un infarto el 10 de diciembre de 2006, despreciado también por muchos de quienes lo habían llevado y sostenido en el poder.
Cuando la justica muere en un país, porque no hay capacidad o voluntad política para investigar y juzgar a los responsables de graves crímenes, debe operar la jurisdicción universal o la Corte Penal Internacional, que permitiría que sin consideración al factor territorial donde se cometieron los crímenes, por que constituyen una amenaza “para la paz, la seguridad y el bienestar de la humanidad”, deben sus autores ser detenidos y enjuiciados en cualquier país del planeta que haya ratificado el Estatuto de Roma, la Convención contra el Genocidio, la Convención contra la Tortura y los Convenios de Ginebra contra los crímenes de guerra y no procede el reconocimiento de inmunidad alguna.
En el Estatuto de Roma se establece que no podrían seguir manteniéndose impunes las atrocidades cometidas contra millones de personas en el mundo “que desafían la imaginación y conmueven profundamente la conciencia de la humanidad”. Crímenes como el genocidio, los crímenes de lesa humanidad, los crímenes de guerra y el crimen de agresión. Atrocidades que se cometen en Colombia, genocidio contra comunidades indígenas en peligro de extinción, contra un partido político, contra los líderes sociales; crímenes de lesa humanidad como las masacres, crímenes de guerra como el bombardeo de los 8 niños en el Caquetá, crimen de agresión como el que desarrolla el Sr Trump contra Venezuela con la colaboración del gobierno de Iván Duque.
Les recuerdo también, por si no lo han leído que el art. 27 del Estatuto, cambia por completo la tradición histórica en las relaciones internacionales de respetar la inmunidad de representantes de los Estados: “El presente Estatuto será aplicable por igual a todos sin distinción alguna basada en el cargo oficial. En particular, el cargo oficial de una persona, sea Jefe de Estado o de Gobierno, miembro de un gobierno o parlamento, representante elegido o funcionario de gobierno, en ningún caso la eximirá de responsabilidad penal ni constituirá per se motivo para reducir la pena.
Recuerden Sr Presidente Iván Duque y su ¿Comisionado de Paz ? Miguel Ceballos, este Estatuto, les reitero, si los obliga, primero a procurar que en Colombia no se cometan más crímenes de competencia de esta Corte o a estar dispuestos a ser juzgados en ella si por acción u omisión han favorecido que se cometan dichos crímenes, como los 8 niños masacrados en Caquetá el 29 de agoto de 2019 por un bombardeo autorizado por el Gobierno. O los mil asesinatos de defensores de derechos humanos, ecologistas, líderes sociales asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz, o los 223 reincorporados del Partido FARC, o por las interminables y sistemáticas masacres.
Por tanto Sr Presidente Iván Duque, Sr Ceballos ¿Comisionado para la Paz? Si no extraditan a Salvatore Mancuso a Colombia , denúncienlo, no ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo , que no tiene competencia para ello, sino ante la Fiscalía de la Corte Penal Internacional y, que los determinadores de los crímenes que cometió Mancuso, reciban la sanción penal que no se les ha querido imponer en Colombia.
Sr Presidente, Sr ¿Comisionado para la Paz? Les conviene aprender un poco de derecho penal internacional, bien para que no sigan incentivando la guerra, la violencia y los crímenes de competencia de la CPI que de ella se derivan o bien para que vayan preparando su eventual defensa frente a esta Corte que si tiene mandato para investigar y sancionar los crímenes que no quieren ser investigados ni juzgados en Colombia.
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