El ministro de la Defensa debe renunciar, por el bien de Colombia

El ministro de la Defensa debe renunciar, por el bien de Colombia

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Caros Holmes Trujillo García, el ministro de la Defensa de Colombia, debe renunciar a su cargo, por el bien del país y para tranquilidad de su propia conciencia. Pero no lo hará. Su arrogancia, desfachatez y falta de conciencia social, se lo impiden.
Quedó demostrado cuando acudió a mil argucias leguleyas–como es su naturaleza– para pasar por alto la orden de la Corte Suprema de Justicia, que en un fallo de tutela protegió el derecho a la protesta.
El funcionario tenía que “presentar disculpas por los excesos de la Fuerza Pública, en especial aquellos cometidos por el Esmad durante las protestas desarrolladas en el país a partir del 21 de noviembre de 2019”. Sin embargo, insistimos, acudió a los «juegos de palabras» para señalar ante la opinión pública y el Congres de la República, que ya se había excusado el 11 y el 23 de septiembre.
En un escueto comunicado se limitó a decir que la cartera a su cargo «… se permite reiterar a la opinión pública que el 11 de septiembre de 2020 el Ministro de Defensa, en un acto espontáneo, sincero, transparente y respetuoso, ampliamente difundido… La Policía Nacional pide perdón por cualquier violación a la ley o desconocimiento de los reglamentos en que haya incurrido cualquiera de los miembros de la institución».
Entre líneas se puede apreciar cuál es la posición autosuficiente, prepotente y pro-hitleriana que le asiste en sus pronunciamientos que tienen tres propósitos: mostrarle a Colombia y al mundo su mano dura frente a la protesta social, deslegitimar hacia futuro nuevas expresiones de inconformidad y vender en el imaginario público, que él sigue la misma línea de su tutor, Álvaro Uribe Vélez. Dicho sea de paso, para nadie es un secreto que Trujillo García aspira regir los destinos del país.
Como se recordará, Trujillo fue fórmula vicepresidencial de Óscar Iván Zuluaga en 2014 y precandidato del Centro Democrático en 2018 y dentro del uribismo son varios los que hablan de su protagonismo en la puja de 2022.
En sus discursos, reafirmó el pensamiento fascista que le asiste. Nada que llame al asombro, por supuesto. Siempre ha sido así, a diferencia de su padre, Carlos Holmes Trujillo, político vallecaucano a quien siempre se reconoció como un demócrata y quien propuso afiliar el Partido Liberal a la Internacional Socialista.
El ministro le pone ahora una “fresa al helado” al asegurar que la minga indígena y popular, asentada en Cali y que emprenderá ruta hacia Bogotá ante la negativa del Presidente a sentarse con ellos a dialogar, está infiltrada por el ELN y las disidencias de las Farc. Lo más fácil es echarles el sanbenito a estas dos organizaciones y así satanizar a quienes manifiestan su inconformidad por el abandono estatal.
A muchos congresistas, en esta que ha sido la “oportunidad de oro” dado el cumulo de errores en que sigue incurriendo la fuerza pública, les falto la berraquera para tomar una decisión en cuanto al hoy ministro de Defensa y, de paso, evitar que muchos colombianos desinformados, lo sigan considerando como una buena opción para orientar la nación. Sería un tercer gran desacierto, después de la elección de Uribe y Duque…

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