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La pandemia del covid-19 es un tema demasiado estresante para la sociedad. Todos hemos sido afectados, desde los grandes empresarios y por ende sus empleados al igual que la multitud de trabajadores informales dado que han perdido su empleo o han disminuido su ingreso. Esto significa sólo una cosa, que nuestro país no estaba preparado para nada semejante y mucho menos para esta terrible pandemia. En mi municipio he tenido que ver como cierran locales históricos, es decir, los negocios más antiguos del pueblo y el causante principal es la poca economía y no sólo es un problema en mi tierra natal sino en todo el país porque leyendo infinidad de noticias nacionales la problemática es la misma.
A lo anterior súmele la falta de convivencia, tolerancia, respeto y demás valores que se necesitan para vivir en una sociedad coherente y quizás capaz de entender el daño tan grande que nos hacemos al no ponernos en los zapatos de los demás o sea, empatía. Por lo tanto, mi posición frente a las problemáticas presentadas últimamente es que no consiento ningún tipo de violencia ya sea por parte de los manifestantes y mucho menos de la autoridad porque es inconcebible la posibilidad de tomarnos la justicia por mano propia.
Por ello considero que como sociedad debemos mejorar en muchos aspectos, pero sólo se puede empezar desde casa, educación, con valores y principios sociales y sobre todo practicando la frase que dice “pensar antes de actuar”, porque por las diferentes acciones que se tomemos pueden desbocar en malas situaciones o acciones donde el perjudicado no es el dirigente sino el pueblo, la gente del común, la que vive del día a día y toda aquella que si no trabaja no come. Y como integrante activa de la sociedad y con una discapacidad física, muchas veces me duele el alma de ver que mi país pareciera no querer la paz, sino al contrario siempre quiere estar en conflicto. Y ¿para qué? ¿a quien le sirve?