En 2017 en las instalaciones de la Universidad Autónoma di junto con el escritor Fernando Iriarte una charla sobre la guerra en Siria. Pretendíamos contribuir en una manera modesta a mostrar otra cara del conflicto, distinta a la narrativa dominante en los grandes medios de comunicación. No se esperaba gran afluencia de público y de hecho la concurrencia escasamente bordeaba la veintena de personas. Además, hubo confusión sobre el recinto, originalmente pensado para el auditorio del Consultorio Jurídico y después trasladado a un pequeño y casi escondido salón.
Superado ese contratiempo se estaba cumpliendo con la tarea divulgativa y ya al final apareció un señor elegante de edad muy avanzada, con sobrio traje formal de corbata y pañuelo combinados con refinamiento, que entró excusando su llegada tan tardía por el cambio de lugar de la actividad. La veteranía del recién llegado y su porte tan distinguido, unidos a la atención respetuosa con la que seguía la plática me llevaron a intuir que no estábamos ante un pensionado desprogramado sino ante alguien muy conocedor de la temática. Por eso, amén de agradecer su presencia, le pedí que interviniera. Muy cortésmente el hombre dijo que había acudido como oyente y que no quería sustituir a los expositores. Le insistimos y ahí sí aceptó hablar y desde el inicio de su intervención nos dimos cuenta de que estábamos ante un conocedor excepcional de la problemática en mención.
Con cierta vergüenza por no haberlo reconocido ya que por esas calendas sus apariciones públicas eran muy escasas y más de uno creía que ya había muerto, nos dimos cuenta de que se trataba del abogado y escritor Eduardo Kronfly Kronfly, cuyos ancestros cristianos emigraron de Siria hacia Colombia a fines del siglo XIX. Claramente su disertación no se limitó a los minutos o segundos que se dan a los miembros del público que preguntan u opinan en alguna conferencia, sino que lo dejamos extenderse por un tiempo casi igual al que había tenido hasta ese momento la actividad.
Fue una verdadera cátedra de historia, brindada desde la cumbre de sus 95 años y de su gran experiencia académica, al mejor estilo de los grandes maestros, en la que este exponente de las luchas antiimperialistas en América Latina mostró la realidad del conflicto del Oriente Medio. Insistió en que la guerra en Siria es parte de la estrategia de los grandes poderes de Occidente para dominar la región y el mundo, enfatizando que el imperialismo es el gran enemigo de la humanidad.
Especialmente importante fue el énfasis que hizo en controvertir la tesis de que los judíos y palestinos han tenido desde hace milenios una confrontación permanente, al explicar que la población palestina existía desde mucho antes en el territorio y que de todos modos hasta el siglo XX ambas comunidades convivían en paz. Recalcó el papel del estado de Israel como punta de lanza del imperialismo occidental y cómo victimiza al pueblo palestino, cuya lucha debe conducir a la libertad y la independencia en su propio suelo.
Con la misma sencillez y profundidad con la que compartió esa noche inolvidable tuvo toda una vida de estudio y de enseñanza sobre la historia mundial, el conflicto mesoriental, la cultura y la sociedad en varias universidades colombianas.
La academia, la comunidad palestina y el país en general despiden a este gran colombiano de raíces árabes que por estos días partió de este mundo como los patriarcas bíblicos a una edad casi centenaria, dejando un gran legado de sabiduría y de búsqueda de la paz entre los pueblos.
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