Por: Horacio Duque.
Quedan dos días para que se convierta en un hecho el anunciado Paro cívico nacional de las centrales obreras, lo sindicatos de los educadores, los universitarios, los indígenas, las víctimas, los reincorporados de las Farc, los jóvenes desempleados, las madres de los niños asesinados por la Fuerza Aérea en el Caquetá y los defensores de los Acuerdos de paz.
El paro está previsto como una jornada de 24 horas sin descartar que sus desarrollos se prolonguen como consecuencia de la intransigencia del gobierno del señor Duque y de su incapacidad para resolver pacíficamente el pliego de peticiones anti neoliberal de la multitud y las exigencias de mayor democracia y respeto por los derechos humanos de la ciudadanía.
Ciertamente el paro se mueve en los escenarios de la crisis política del régimen y del quiebre de la gobernabilidad de Duque y su partido, reflejada en los altos índices de rechazo ciudadano (70%) al Jefe de la Casa de Nariño; en la destrucción de los acuerdos de paz con las Farc; en el exterminio sistemático de los líderes sociales e indígenas, por parte de grupos que tiene el consentimiento de los institutos armados; en los demenciales bombardeos a niños ejecutados por la Fac; en el repudio a la corrupción de la elite política uribista; en el manejo de las Fuerzas Armadas por una camarilla asesina de generales troperos; en la parálisis del gobierno y el despelote de su tren ejecutivo con Ministros, como Botero, completamente descontrolados frente a la violencia y la inseguridad desbordada en amplios territorios del país; en el caos de las universidades oficiales atrapadas en la telaraña del saqueo a sus recursos; en la agresiva política hacia Venezuela y Cuba; y en afectación a la política pública para atender a las víctimas, objeto del saqueo de las redes vinculadas al gobierno.
El tono político del paro cívico se refleja en el más reciente cambio del gabinete ministerial de Duque, quien se ha enroscado hacia las camarillas más recalcitrantes del uribismo y su mentalidad de combate militar a todo lo que lo contradiga. Con los nombramientos de Holmes Trujillo y de Blum como Ministros, la camarilla de ultraderecha y fascistoide se atrinchero para justificar la arremetida contra la ciudadanía involucrada en la acción cívica de la protesta
Tal como sucedió en Chile, donde Sebastián Piñera destapo el anuncio de una guerra (estamos en guerra, exclamo) contra la sociedad civil a raíz de las acciones colectivas del 18 de octubre que se han prolongado hasta el día de hoy exigiendo una Asamblea Constituyente, para este jueves la plana mayor del Centro Democrático se ha organizado para escalar una guerra contra el pueblo. Se llenaron de pánico con un inminente colapso de su régimen político, que mostro todo su potencial en las pasadas elecciones locales, y afinaron la fusilería con los grupos paramilitares “patriotas” y con los militares asesinos para aplastar con violencia la movilización democrática de la sociedad.
Muy peligroso este escenario.
Aun así, el pueblo está dispuesto a desplegar toda su fuerza hasta alcanzar el cambio del actual régimen. Es necesario tumbar el gobierno y la institucionalidad actual, especialmente su régimen de podridos partidos políticos, el verdadero foco de la crisis que involucra a millones de personas y las hace sufrir.
Lo cierto es que en la protesta del jueves saldrá a relucir la potencia constituyente de la multitud para demandar un profundo viraje en todo el andamiaje político que está al servicio de la poderos oligarquía empresarial, política, trasnacional, paramilitar y militar.
Esta tendencia en el paro del jueves 21 de noviembre de 2019 no es complicado inferirla de lo ocurrido en las elecciones del pasado 27 de octubre cuando por todo el país se dio una gran rebelión social y política ciudadana con el voto en blanco de millones de ciudadanas y ciudadanos. Son las y los ciudadanos que hacen política al margen de los sistemas electorales impuestos. Son los actores subpoliticos que operan en los escenarios extra parlamentarios. Su acción es bastante radical porque no aceptan la dominación patriarcal capitalista y neoliberal y tampoco la democracia liberal y sus formas de representación. Ellos serán los nuevos actores de la rebelión en curso.
Nota 1. Con el Paro del jueves crecerán las denuncias de la corrupción imperante en la Universidad del Quindío, institución secuestrada por una rosca delincuencial que se apropia de los recursos presupuestales conquistados por los estudiantes, Echeverri y Polania siguen muy campantes en el despojo de dicha entidad; igual sucede en la Universidad Distrital, en la Universidad de Córdoba, en la que su Rector Torres Oviedo ha montado un tenebroso sistema de provocaciones policiales contra los lideres estudiantiles.
Nota 2. Crucial el liderazgo de Gustavo Petro en esta coyuntura histórica de Colombia. Su acción extra parlamentaria será definitiva para elevar el nivel político de la movilización popular.
Nota 3. Los derechos de 9 millones de víctimas es un punto de honor en las demandas populares planteadas por los líderes del Paro.