Hoy comparto esta columna basada en un comentario que alguien me realizo cuando estaba viviendo mi proceso de separación. Me dijo usted se ve feliz y tranquila pareciera que no le afecto en nada su separación.
Muchas veces realizamos este tipo de comentarios sin ni siquiera imaginar por lo que esa persona tuvo que pasar o lo que la llevo a tomar esa decisión, simplemente juzgamos muy a la ligera.
En algunos momentos he vuelto mi vista al pasado para evaluarme, por qué las personas que me conocían me veían así, feliz, en paz y piensan que no me duele mi separación.
Quiero contarles por qué no me duele, yo no tome esta decisión a la ligera, con rabia o molesta, claro que no. Me tomo varios años, no fue nada fácil, era mucho el tiempo compartido varios años, mi edad, más de cuarenta años. Son demasiados los actores implicados, mis hijas, aunque mayores también les dolía, mis nietos, mi familia en general y esto me hacía pensar en desistir de esa decisión, en callar y hacer de cuenta que no pasaba nada.
Fueron varios años en los que yo le aporte tiempo, paciencia, comprensión.
Comparto con ustedes el recuerdo de un diálogo que tuve con mi pareja en unas vacaciones, nos sentamos junto a la playa y hablamos sobre algunos temas que estaba afectando nuestra relación, conversamos bastante y llegamos a un acuerdo, un acuerdo en el cual yo realicé varias cosas para poder cumplirlo, pasaron años hasta llegar a mi separación y mi ex pareja se preguntaba los motivos y fue entonces cuando le recordé ese compromiso que nunca cumplió.
Considero y es un punto de vista personal, que los hombres no prestan atención a muchas situaciones en su relación, se toman tan deportivamente la convivencia o tal vez se sienten tan seguros de no llegar a perder a sus parejas, que olvidan las diferentes situaciones que pueden llevar al fin el sueño de vivir con la persona que se amó.
También, recuerden que para no terminar una relación de pareja, son los dos quienes deben luchar para que no se acabe.
Lo cierto es que un divorcio no es nada fácil