Un buen estratega no es siempre el que dispara primero sino aquel que sabe bien desde donde disparar y acertar en el blanco.
Nunca pensamos que el apellido Schumacher volviese a ser tan mencionado en Colombia, tanto como en la época en que Michael era campeón de la Fórmula 1. El que tenemos en Colombia, que traducido al castellano sería Zapatero y al portugués Zapateiro, no es un AS del automovilismo, pero sí un AS para meter la pata, embarrarla y de meterse donde no cabe. Y si decimos que no cabe es porque, mientras tenga el uniforme verde, por mandato constitucional debe evitar meter las botas donde no le es permitido.
Nuestra Constitución es bastante clara en cuanto a que los militares en servicio activo no son deliberantes y en consecuencia no deben meterse en asuntos políticos. No deben intervenir en política. Antecedentes sobre estas indiscreciones tenemos varios, como el caso del general Alberto Ruiz Novoa, a quien el presidente Valencia –el presidente fiestero– lo puso de patitas en la calle, o mejor dicho, le quitó las charreteras y lo puso a vestirse de civil, porque le dio por meterse en política.
Ruiz Novoa era un militar con amplio reconocimiento en la civilidad y en la fuerza pública, pero Guillermo León Valencia a pesar de sus gestos de buena gente se cargaba unas piedras, y fue así como le dijo a Ruiz Novoa “ciao, ciao, bambino”, y lo sacó de la coloca.
Otro caso que se recuerda con otro general comandante del Ejército fue el de Fernando Landazábal Reyes, a quien Belisario Betancur dio de baja con sobrada razón, porque le criticó que hubiese tenido una entrevista como Presidente con miembros del M-19, crítica que no le gustó al primer mandatario y reunión que no gustó al general. Es obvio que Belisario no tenía que pedirle permiso a su subalterno para reunirse con quien le diera la gana.
No han querido entender que el que manda, manda; y el que no, obedece. Zapateiro a tus zapatos resolvió criticar las expresiones del candidato Gustavo Petro (@petrogustavo) sobre reuniones non sanctas de algunos generales con los paracos. No contento con esto, el señor Zapateiro resolvió seguir lanzando trinos contra Petro, olvidándose de la previsión constitucional. Estas conductas altisonantes son permitidas por un presidente que no manda y que no entiende que la conducta de su Zapateiro es abiertamente ilegal e inconstitucional y que en manos de un Presidente de verdad ya estaría buscando coloca en alguna agencia de vigilancia.
Para recordar que el héroe de la guerra de Oriente en la Segunda Guerra mundial –general Douglas MacArthur– también fue mandado a vestir de civil por intervención en política y por críticas al Presidente de los Estados Unidos. Solo en CirColombia no pasa nada. El señor se ensoberbeció e insistió en sus críticas al candidato Gustavo Petro y a quienes hicieron coro a las críticas de Petro, que son una repetición de los grandes medios de comunicación. Nosotros los colombianos nos enteramos que había unos generales que estaban metidos con narcotraficantes porque los grandes medios de comunicación así nos lo contaron. Así supimos del general Rito Alejo del Río; así supimos del general Buitrago –entre otros–, simplemente por información de prensa, y esas informaciones nunca fueron desmentidas por el señor Zapateiro.
Así pues, reiteramos: ¡Zapateiro a tus zapatos! Y si nos referimos a Schumacher es porque en alemán Schumacher traduce zapatero y en portugués zapateiro. Pero zapateiro es también donde se guardan los zapatos.
Y ya que estamos hablando de zapateros y zapatos esto nos recuerda a Imelda de Marcos, la esposa del dictador Ferdinand Marcos, en las Filipinas, quien tenía obsesión por coleccionar miles de zapatos y los guardaba en el zapateiro de su habitación.
–Quien de mecanógrafo nos hace en este momento nos recuerda que el principal objeto de un zapato es donde meter la pata–.
Obviamente que los oficiales se pueden desmandar hoy en día pues no tienen quien los ronde, el presidente que tenemos, como ya dijimos, no manda; y el señor ministro de Defensa –el señor Mamolano– está viendo a ver con qué otro falso positivo, como el del Putumayo, va a descrestar a los colombianos.
Señor Mamolano, debemos recordarle que el señor Zapateiro también debe obediencia a usted por su condición de ministro de Defensa; es decir, usted es su superior, a no ser que hayan cambiado la Constitución.
Cambiando de tema –como dicen las señoras cuando quieren que el marido no hable más de fútbol– recordamos el misterio de la Santísima Trinidad, que son tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Tiene que ver esto con las versiones que pudo investigar una comisión de periodistas que llegó hasta el Putumayo, pues el relato que dan los periodistas del panfleto de Semana dista mucho frente a lo que investigaron y descubrieron los enviados de Cambio, de Vorágine y de El Espectador sobre esta masacre. Cambio, El Espectador y Vorágine dan una versión que coincide con lo que las gentes de la región venían contando hace días, en tanto que Semana resolvió cambiar todas las cosas y, según sus profundas investigaciones, las gentes del Putumayo se murieron de gripa, pues el Ejército no hizo nada contra ellos. El Ejército fue víctima de su agresión y no se entiende por qué los muertos son del otro lado.
Nos queda la duda de a quien creerle, pues tenemos la impresión de que Cambio y Vorágine están haciendo un periodismo veraz, al igual que El Espectador, en cuanto a Semana hay que tener en cuenta que ya no es la Semana de antes, cuando se distinguía por ser una guía de verdad… y ahora solo es una guía turística.
Pasamos ahora a las costas del mar Caribe a ver si nos dejaron un poquito de agua alrededor de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, pues los dos fallos proferidos por la Corte de La Haya solo nos dejaron agua para bañarnos en tina, pero nadita de mar. Quien previó esto de tiempo atrás fue ese gran señor y amigo, Alberto Lozano Simonelli en su obra La amenaza de Nicaragua, en la cual el autor pedía que no metieran más las patas. Sin embargo, no le hicieron caso, y quien hizo nuestra defensa ante la corte de La Haya fue un coronel de artillería quien conocía más del alcance de una bala de cañón, mientras que los nicaragüenses tuvieron durante más de treinta años al mismo embajador, el mismo personal enfrentando el problema. En la última etapa ya no fue el coronel de artillería el defensor de Colombia sino dos ilustres abogados no especializados en Derecho marítimo, quienes terminaron perdiendo todo, aunque dicen que se salvó el agua que les daban cuando hablaban mucho en La Haya. Sugerimos a quienes deseen conocer la realidad de lo que pasó adquirir, a través de la universidad Jorge Tadeo Lozano, el libro La amenaza de Nicaragua, para que no se dejen engañar por los abogados que quieren ganar titulares de prensa. Se ganaron unos buenos pesos, pero perdieron el pleito. Sabemos y nos consta por percepción personal que Germán Navas Talero denunció a Andrés Pastrana Arango y a Álvaro Uribe Vélez por indignidad pues su conducta permitió la pérdida de una gran extensión de mar territorial.
Una ñapita: El 6 de octubre del año pasado el diario El País (de España) publicó un artículo titulado: Informes desclasificados en EE UU detallan la “simbiosis” del Ejército de Colombia con los paramilitares. Los autores de esta columna no recordamos reacción al respecto por parte de nuestro Schumacher criollo.
Nos permitimos pegar aquí el enlace de la mencionada nota periodística para que les pueda servir como prueba ante aquellos que osan decir que Petro habla pura guadua.
Adenda: Y no podía faltar –porque cada semana hay algo peor– el caos en algo referente a Bogotá D.C. Según nuestro periodista de cabecera, Francisco Cristancho R., se trata ahora del despelote con los formularios para el pago de impuestos en la ciudad; despelote que a muchos nos ha afectado, porque necesitando (y queriendo) pagar impuestos aún no sabemos cómo hacerlo. A este paso habrá que irse hasta cielo a ver si allá nos los recibe San Pedro, o en últimas, insistir aquí en el infierno, que es en lo que está convertida nuestra pobre ciudad gracias a la improvisadora Claudia López.
¡Hasta la próxima!
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