María Apolonia Salavarrieta Ríos, de familia Mariquiteña y nacida en San Miguel de Guaduas. Conocida como “Policarpa” o “La Pola”, fue una mujer que aportó para lograr el éxito en alcanzar la libertad anhelada en Las Américas en el caso del Virreinato de la Nueva Granada, de la corona de Fernando XII. Esto durante la reconquista española en el período de las guerras independentistas, brindando información fundamental para fortalecer el movimiento revolucionario iniciado por los criollos ricos, apoyando también con el ejército patriota de los Llanos comprando material de guerra y convocando a otros jóvenes a unirse a la causa.
Se le considera una heroína de la independencia colombiana de entre tantas que no fueron nombradas. Por tanto, condenadas al olvido; siendo las mujeres las que cumplieron un rol importante para mantener las proezas de los hombres en este proceso andante por la libertad. Eran ellas las que fabricaban casacas y capas de uniformes, correajes para las bestias de transporte, limpiaban de las armas, preparaban los alimentos, transmitían mensajes y captaban información a través de sus contactos en las casas de las señoras de sociedad y quizás cuantas hazañas más que el patriarcado invisibilizó. La Pola estuvo involucrada en todas esas acciones y fue una de las pocas mujeres que la historia de nuestro país reconoce como relevante para alcanzar el objetivo primordial de este proceso político que dejó sumida al país en una patria boba que subsiste hasta hoy, pues pasamos de una corona abierta a otra silenciosa y oculta bajo un manto inglés.
Una mujer lideresa, apasionada, sagaz, aferrada a sus ideales de libertad, con un espíritu humanista y libertario que demuestra que las mujeres jugamos un papel fundamental en ese momento de nuestra historia. Somos férreas y valientes. La mera existencia de Policarpa deja entrever la pobreza representativa de la labor de las mujeres en la construcción de Nación, ya que se evidencia que hacemos parte de un Estado cuyo discurso histórico construido por los hombres no cuenta con voz femenina, la Otra Voz detrás de los relatos contados.
El 14 de noviembre de cada año se celebra desde 1967 el Día de la Mujer Colombiana. Creado a través de la Ley 44 del Congreso de la República de Colombia y firmada por el presidente Carlos Lleras Restrepo, en honor del sesquicentenario aniversario de su muerte para conmemorar a la heroica Policarpa Salavarrieta, que fue fusilada en este día pero de 1917 por el Consejo de Guerra durante la Reconquista Española en la Plaza Mayor de Bogotá por su resistente lucha contra la tiranía europea y por cometer el error de muchas mujeres; adelantarnos a nuestro tiempo rompiendo los cánones establecidos por la sociedad para el deber ser femenino.
Bogotá a través del Decreto 098 de 2019, que modifica el artículo 12 del Decreto 555 de 2016 e incluye en la Orden Civil al Mérito Ciudad de Bogotá el grado de: Medalla Policarpa Salavarrieta, una distinción para reconocer a mujeres u organizaciones de mujeres nacionales o extranjeras que destacan por adelantar y consolidar procesos de transformación social, política y cultural basados en principios de libertad, igualdad, participación y dignidad, orientados a la garantía de los derechos humanos de las mujeres. Materializando sus derechos a la participación, a la representación política con equidad y a una cultura libre de sexismo y racismo.
Hoy sabemos que el apoyo de La Pola a la causa independentista del Virreinato de la Nueva Granada para el establecimiento de la Republica la llevo a dedicar su corta vida a luchar por la libertad y la dignidad de todo el pueblo neogranadino, oprimido por el yugo de un sistema colonial. Sus palabras y actos a lo largo de su vida inspiraron a una generación trágica que no se dio por vencida; pero su injusta y siniestra muerte impulso con potencia a quienes quedaron para alcanzar la tan anhelada independencia.
Aunque es representada en el arte abatida, humillada, maniatada, capturada etc., simbolizando la fragilidad femenina; en la actualidad nada más lejos de la realidad a través de otras voces que construyen nuevas visualidades de la historia, ella encarna un hito histórico de resistencia por ser una de las pocas mujeres reconocidas en la historia de hombres próceres de la patria que es más una Matria que otra cosa. Una Matria parida con dolor que no ha visto germinar el bien.
Su memoria continúa inspirando las luchas de las mujeres en el Abya Yala. Porque las mujeres siempre hemos estado a la cabeza de las movilizaciones sociales y luchas por la garantía de nuestros derechos. En especial las mujeres más oprimidas de las sociedades aquellas esclavizadas, racializadas, empobrecidas, rurales, las que rompen el orden “natural” de las cosas, las disidentes sexuales, las que no encajan en la norma y se van contra la normalidad opresora. Derechos como libertad, la paz, la tierra, el agua, la comida, el medio ambiente, la seguridad, la igualdad han motivado a las mujeres a iniciar procesos de exigibilidad de acceso a la Justicia Social; solo que los escritores de la historia nos excluyen de ella o nos limitan a ciertos roles estereotipados dentro de la sociedad.
A diario en nuestro país, líderes y lideresas sociales son asesinados por lo mismo que hizo La Pola hace más de 200 años, gente que entre cadenas gime. Cadenas de empobrecimiento, desigualdad, racismo, misoginia, sexismo, homofobia, urbanocentrismo y otras formas de discriminación que se exponen por medio del abuso de poder de un régimen absurdo y absolutista que se materializa por el abandono estatal.
¿Debemos seguir perdiendo nuestras vidas como ella? Por liderar batallas incesantes en la búsqueda de la gloria inmarcesible que nos permita algún día tocar con la punta de los dedos el júbilo inmortal y ver que cese la horrible noche para que amanezca entre auroras la libertad sublime pero esta vez sin derramar la sangre de héroes y heroínas sobre la tierra que es nuestra y no de ningún tirano opresor que no es soberano. Aunque su nombre no toca las letras de nuestro himno, sus palabras hoy de manera vergonzosa siguen vigentes y nos la hacen recordar.
«Pueblo indolente ¡Cuan diversa sería hoy vuestra suerte, si conocieseis el precio de la libertad! Ved que, aunque mujer y joven, me sobra valor para sufrir la muerte y mil muertes más, pueblo miserable, yo os compadezco; ¡algún día tendréis más dignidad!».
Recordemos su lucha, hagámosla nuestra también. Ayudemos a que otras mujeres sean reconocidas, incluidas y recordadas en la historias.
Abajo al sistema colonialista opresor.