Si usted quiere tener buenas relaciones, visite las cárceles. El capitalismo está tras las rejas.
Con el índice señaló al pulgar Daniel Coronell, en su columna del domingo pasado titulada Pulgaridad. En ella puso al desnudo la cercanía que tuvieron –o tienen– el condenado ex-senador Eduardo Pulgar y la representante del peñalosismo en el gobierno Duque, María Victoria Angulo, actual ministra de Educación. Resulta que Pulgarcito andaba en buenas charlas con la ministra Angulo, con sus más altos asesores y con dos magistrados de la Sala Penal del Tribunal Superior de Barranquilla, con quienes discutió el “asunto” del manejo de la Universidad Metropolitana de Barranquilla. Pulgar, y aparentemente también Angulo, querían mantener a Luis Fernando Acosta Osío en la dirección de la universidad, mientras que los anteriores encargados –a quienes la justicia luego les daría la razón– alegaban que eran ellos los legítimos tenedores de la institución. Las presiones que ejerció Pulgar sobre el asunto terminaron por llevarlo a la cárcel, pues la Corte Suprema de Justicia le halló culpable por los delitos de tráfico de influencias y cohecho por ofrecer.
Esta nueva información hace necesario reiterar una apreciación que ya hemos presentado en esta columna: el combo de Enrique Peñalosa en el gobierno Duque es grande y cada vez más poderoso. Sus alfiles ocupan tres carteras, varias consejerías, embajadas y hasta la vicepresidencia de la República; se cuentan entre ellos al señor Emilio Archila, a Daniel Palacios, a Alicia Arango, a Diego Molano y a Marta Lucía Ramírez, por mencionar algunos. Todos han estado en el cubilete de Peñalosa. Y aunque no haga parte del gobierno nacional, vale la pena mencionar al que puede ser el mayor triunfo del exalcalde y actual candidato presidencial: Claudia López; su ex-funcionaria y ex-compañera de partido, a quien logró hacer pasar como anti-peñalosista durante la campaña y que al minuto de posesionarse como alcaldesa también lo hizo de albacea testamentaria de sus intereses. La influencia de Peñalosa en los gobiernos y, en consecuencia, en el estado actual del país y de Bogotá no puede pasarse por alto.
Le rogamos a nuestro amigo Daniel (@DCoronell) que nos excuse, pues con esta referencia no buscamos plagiar su columna, sino hacer loa a tan cuidadosa y oportuna investigación que él ha presentado y gracias a la cual el señor Pulgar está tras las rejas. Les recomendamos, por su salud espiritual, leerse esta columna de Daniel. Ojalá todos los colombianos lo hicieran.
(Para acceder a la columna puede dar clic aquí)
En este país los delincuentes pertenecientes al gobierno o cercanos a él son tan sinvergüenzas que tienen el descaro de pedir que les den cárcel especial, como es el caso de Emilio Tapia, quien quería ir al mismo casino donde pasa unas buenas tardes el presidiario Andrés Felipe Arias. Justamente en estos días un amigo de Germán, de esos que llamamos ‘levantados’, dijo que para relacionarse con la clase alta ya no iba a los clubes, sino a los casinos de ciertas guarniciones militares y ocasionalmente a los pabellones de alta seguridad, porque los tipos de palancas y plata estaban ‘de vacaciones’ allí. No le falta razón, se ha vuelto costumbre que los delincuentes estrato seis ‘descansen’ en prisiones estrato siete financiadas por los contribuyentes.
La semana que terminó tuvo más chispas que un briquet. Entre las cosas que se conocieron con la revelación de los Pandora Papers es que la ministra de transporte, Ángela María Orozco, tuvo un buen amigo común con la vicepresidente, tan cercano que ambas mantuvieron negocios con él mediante una sociedad ubicada en las Islas Vírgenes Británicas. El amigo en comento es Gustavo Hernández Frieri, preso en Estados Unidos por lavado de activos y quien fue clasificado por las autoridades de ese país como un “lavador de dinero profesional”. Los tres estuvieron cobijados por la oscuridad de las sociedades offshore, que son distintas a los shorts, pues estas sociedades no son para mostrar las piernas sino para esconder la plata y no pagar impuestos, o pagar mucho menos de lo que tendrían que sufragar en Colombia. Este descubrimiento en nada incomodó al presidente Duque, al fin y al cabo, para hacer parte del gabinete es requisito estar inmerso en algún asunto oscuro.
Interesante la inquietud que formuló el polista Carlos Carrillo (@CarlosCarrilloA) tras conocerse que el señor Enrique Peñalosa también figura en los Pandora Papers. El diario El Espectador pudo confirmar que las sociedades constituidas por este tenían como objeto la “consultoría en planeación urbana”, que el mismo Peñalosa afirmó que consistía en vender el sistema de TransMilenio a otras ciudades. Lo dicho: un negociante de buses. Nos unimos a la pregunta de Carrillo: ¿Presentará algún día Peñalosa sus pagos de impuestos en EE.UU.? Y planteamos otro interrogante: ¿Estaban estas sociedades declaradas ante la DIAN o ante el Banco de la República?
Con este nuevo escándalo a cuestas, Kike se hace cada vez más deseable para los partidos tradicionales. Detrás de su candidatura podría consolidarse la alianza de derechas de la que tanto se ha especulado, conformada por los partidos cristianos, el Centro Democrático y el movimiento de todos los implicados en los Papers, o lo que es lo mismo, Cambio Radical. Es poco probable que alcance los votos necesarios para elegirse como presidente, pero quién quita que se les aparezca un Ñeñe o un Ñoño que les ayude a comprar los votos que hagan falta.
Aunque Circombia es el país de las cosas increíbles, no deja de sorprender el cambio de opinión que tuvo el presidente Duque respecto a los paraísos fiscales antes y después de la revelación de los Pandora Papers. Antes de su publicación, el presidente –con el ceño fruncido y los puños cerrados, como acostumbra hacer cuando está bravo– le ordenó a la DIAN que escudriñara en el patrimonio de aquellos que tuvieren dineros o bienes en paraísos fiscales y les aplicara todas las sanciones a que hubiere lugar. Después de la publicación de El Espectador, CONNECTAS y el ICIJ sobre los colombianos presentes en los Pandora Papers, Duque afirmó que las sociedades offshores no eran una práctica ilegal –aunque nadie haya dicho que lo sean– y tranquilizó a quienes tienen estas cuentas, entre ellos a Lisandro Junco, director de la DIAN. ¿Para qué dio la instrucción de “perseguir” las cuentas en paraísos fiscales si a su juicio no son un problema para el fisco? ¿Por qué no piensa antes de hablar y prefiere tener que recular una y otra vez? Escuchar al presidente de la República nos hace creer en la veracidad de la noticia publicada el sábado pasado en el diario del Grupo Aval y titulada: “Preocupa panorama de la salud mental en las Américas”. De lo contrario, ¿cómo es posible que los colombianos hayan elegido a un individuo como Duque, los brasileños a Bolsonaro; los ecuatorianos a Lenín; los chilenos a Piñera; y que incluso exista un juguete de presidente –auto-electo– como el tal Guaidó? ¿No es eso acaso un gravísimo problema de salud mental?
Adenda: el año que viene la Semana Santa tampoco tendrá viacrucis, pues el curita de los 12 Apóstoles, íntimo de Santiaguito –hermano del innombrable–, quien obtenía confesiones de los buenos católicos para soplárselas a los paracos, cumplió por estos días un año de haber fallecido. El sacerdote en comento se llamaba Gonzalo Javier Palacio Palacio y murió de viejo, a sus 87 años, sin contar la verdad de sus actos. No sabemos dónde fue a parar su alma, ya que no se nos ha dicho que el purgatorio haya cambiado de dirección, a diferencia del limbo, que sí desapareció. De pronto si invocamos el alma de monseñor Builes –al que le gustaba mandar a matar liberales– nos pueda decir a dónde mandaron al confesor de los 12 Apóstoles y amigo de los sucesores de Pablo Escobar.
Adenda dos: leímos con asombro y algo de risa una noticia vieja que informaba sobre la detención del jefe de capturas del CTI por haber extorsionado a individuos sobre los cuales reposaban órdenes de captura. Un trabalenguas que resume nuestra realidad como nación.
Adenda tres: Insistimos a esos fantoches comunicadores que el cargo de “canciller” aquí en Colombia no existe. ¿O será que quieren comparar lo que aquí tenemos con una canciller de verdad como Angela Merkel? El cargo de Martha Lucía es ministra de Relaciones Exteriores. ¡Lean y no bestialicen!
Nota al pie: nos gustó esta descripción que oímos en días pasados y que se acomoda a algunas conocidas de nosotros que tienen cara bonita pero el resto no. Este calificativo se lo escuchamos a una de sus congéneres: “es bonita, pero tiene patitas de perro salchicha”.
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