Por: Horacio Duque
La masiva protesta de la comunidad estudiantil, profesoral y académica de la Universidad Distrital de Bogotá en la semana que ha terminado, registro amplia resonancia en la Capital del país y en el resto de Colombia.
Los hechos de corrupción, la crisis institucional y la brutalidad del Esmad contra los estudiantes propicio un amplio rechazo de la sociedad civil y un gesto de solidaridad colectiva con las peticiones de los estudiantes.
Aunque el flamante Rector de la Distrital, García Duarte, salió a rasgarse las vestiduras con declaraciones seudo moralistas para distraer y quedar como un héroe de la lucha contra la corrupción afirmando falsamente que: “es la hora de la lucha decisiva contra la corrupción y los vicios que le quitan su razón de ser a la esfera de lo público; es el momento de combatirlos, así los corruptos infamen con sus injurias a los denunciantes. Dicha lucha no es marginal, está en el centro de las líneas de fractura de la democracia: una línea definida entre los que estamos en contra de la corrupción sin vacilaciones y los que guardan actitudes complacientes con aquella” (Ver al respecto https://www.udistrital.edu.co/llamado-comunidad-universitaria-respecto-hechos-corrupcion-por-exdirector-del-idexud), la realidad es un poco más compleja.
Así se pueden sugerir dos perspectivas sobre el asunto en cuestión.
Una, García Duarte, sabia de todo el asunto, como lo afirma William Muñoz, el ex director de Extensión de la Universidad primer encartado por ahora con el asunto criminal del robo de más de 10 mil millones de pesos de las arcas de la Distrital, no le cumplieron con su tajada y salió a colocar una denuncia tardía respecto de este saqueo masivo de dineros, como una manera de vengarse por el pistolazo de Muñoz.
La otra, este monumental robo es consecuencia de la ineptitud y negligencia de García Duarte como Rector y Gerente de una entidad tan importante en Bogotá como la Universidad Distrital. Imposible que eso ocurra en las barbas de un directivo con un alto salario y pagos adicionales, que lo obligan a tener el mayor cuidado con los bienes y el patrimonio de esa institución. Por qué, nos preguntamos, no funcionaron los Planes de riesgo de corrupción, las salas de transparencia, el control interno, los sistemas de control fiscal, en este gravísimo problema que afecto los intereses de los bogotanos. Como puede ser posible que un robo de ese tamaño suceda a lo largo de varios años y meses y todos esos mecanismos de vigilancia y control no funcionen.
Muy grave. Eso lo que demuestra es la tremenda crisis del mecanismo administrativo de gobierno de la Universidad Distrital.
Es justamente lo que se ha pretendido corregir con la idea de reforma integral surgida desde la Constituyente universitaria que propuso hace varios meses un paquete de audaces cambios académicos y administrativas que el señor García Duarte y su camarilla de aliados pseudoizquierdistas bloquearon por todos los medios para impedir los ajustes en favor de la ciencia, la academia y los compromisos de la paz y la justicia social con los sectores populares de Bogotá.
Esa es la realidad de todo este asunto que ha enojado a los estudiantes, a los profesores, a los trabajadores y a la sociedad capitalita que ha reaccionado con indignación en los recientes días por las calles de la Capital.
Para decirlo de manera directa, en la Distrital hay una corrupción desbordada y el directo responsable de esa bancarrota ética es su Rector García Duarte, quien ha organizado y orquestado para dominar allí una rosca politiquera y de bandidos en la que confluyen sujetos oportunistas provenientes de la izquierda (Omer Calderón, uno de los poderes paralelos vigentes) y pandillas de la derecha y la ultraderecha que desde hace varias décadas han hecho de esta entidad su plataforma crematística y de apalancamientos políticos en el ámbito nacional (Samuel Arrieta, Lombardos Rodríguez, etc).
García Duarte es el rostro de esa red criminal empotrada en la Rectoría de la Universidad Distrital. Es la cara de ese quiste cancerígeno que carcome dicho centro docente.
Por eso lo falaz de su discurso cargado de mentiras y sofismas para lavarse las manos y eludir sus responsabilidades.
Lo cierto es que la renuncia o destitución de este sujeto es la medida mas urgente para organizar una ruta de superación de la crisis de la Universidad Distrital. Lo demás es el cortinaje de ocasión para evadir responsabilidades.
Lo que desde luego no lo exonera de sus responsabilidades criminales, administrativas, fiscales o disciplinarias. Que le caiga todo el peso de la Ley, a el y a todos sus socios agazapados en los cargos directivos.
Nota 1. Por el mismo camino va el Rector de la Universidad de Córdoba, Jairo Torres Oviedo, quien pretende entronizarse cual sátrapa en esta Universidad de la región Caribe, pues sus planes consisten en hacerse reelegir con sus roscas seudo académicas hasta el año 2030, para poder seguir haciendo contratos oscuros en el transporte escolar y en las obras civiles, con los recursos y dineros recién conquistados por las huelgas estudiantiles, que como vemos están parando en las alforjas de estas fichas de la corrupción universitaria. Muy grave todo esto. Lo peor es el grado de soberbia de estos personajes que desconocen los procesos de control social de las comunidades mediante los derechos de petición constitucionales y legales que hemos hecho recientemente.
Nota2. Igual procede el belicoso Rector de la Universidad del Quindío, Echeverry Murillo y su siniestra rosca de polanias disfuncionales. No hay poder humano en Armenia que les haga rendir cuentas trasparentes a estos sujetos que hacen contrataciones oscuras como la reciente con la remodelación de la piscina, cuyas platas terminaron en la compra de costosas fincas en el Parque del Café. Ni siquiera la oficina de Inspección y vigilancia del Vice Ministerio de Educación Superior logra que estas bandas burocráticas respeten la Constitución y la Ley en lo relacionado con el control administrativo y fiscal. Peor aún, estas elites universitarias van cooptando entidades como la Procuraduría provincial con contratos y prebendas a sus funcionarios para que omitan sus acciones de control disciplinario. Casos hemos visto y todos tan felices en el Eje cafetero.