En las entrañas de los medios colombianos, se gesta una transformación silenciosa, una metamorfosis que revela las grietas en el edificio del periodismo tradicional. En un país donde la prensa históricamente se ha arrodillado ante casas económicas y políticas, ha surgido una narrativa difundida que no solo se ajusta a los haberes de los grandes empresarios, sino que se convierte en el megáfono de agendas ajenas a los intereses del colombiano de a pie.
En Colombia, es un hecho conocido que los medios tradicionales se inclinan hacia ciertas élites económicas y políticas. Conforme a sus intereses, la línea editorial de estos medios se adapta a las particularidades de estas influencias, ansiosos por definir e imponer una agenda mediática en el país.
Y no está mal, si son mediáticos y de gran alcance tienen “el poder” de imponer una narrativa según sus intereses y para nadie es un secreto que el periodismo en Colombia está politizado. Desde la creación del periódico más grande del país que es El Tiempo y su competencia El Espectador, fueron creados para rendirse a unas líneas políticas tradicionales en nuestro país, uno Liberal (El Espectador) y el otro Conservador (El Tiempo).
Poco a poco los medios de comunicación fueron creciendo acaparando las herramientas que transmiten sus mensajes mediante la radio, la televisión y los medios escritos, estos fueron adaptados al contexto actual, y fueron migrando a internet, teniendo mucho más alcance.
Sin embargo, esta última etapa de la evolución tecnológica, proporcionó más herramientas para que medios alternativos y sin ninguna tradición pudieran ganarse un espacio en la web, canales de YouTube como Alejo Vergel con mas de 370.000 suscriptores, Me Dicen Wally con más de 450.000 suscriptores y Levy Rincon con más de 584.000 suscriptores; son personajes que informan desde sus plataformas digitales, haciendo contra peso a los medios tradicionales que aunque hoy en día siguen posesionados como los más seguidos, han equilibrado la balanza de medios y poco a poco la gente ha ido migrando a otras formas de información
Por otro lado, este último año las grandes cabezas del periodismo o como decimos en el argot “las vacas sagradas” de este oficio han mostrado su verdadera cara al país. Desde el Nefasto periodista Néstor Morales, que dirige el segmento mañanero más escuchado del país, hasta la misma Vicky Dávila, periodista polémica que le rinde tributo a las altas esferas de poder desde el medio de comunicación que dirige, han mostrado una cara clasista, elitista y hasta racista.
Primero, quiero señalar las desafortunadas palabras de Néstor hacia la población de Buenaventura, donde estigmatizó a su población y al territorio que se ubica en el pacífico colombiano, territorio que ha sido azotado por la violencia. El hecho se generó por la llegada de un crucero con más de 400 alemanes y suizos. Después de cincuenta años, el puerto recibió su primer crucero turístico, donde la población pudo recibir extranjeros y presentar la cara amable de este territorio. Si bien es cierto Néstor señala unas realidades, que allí habitan los chotas y los espartanos, que el cartel del golfo tiene como principal ruta de narcotráfico este puerto, el paramilitarismo se camina las calles a su antojo, no es justo que desde este medio de comunicación deslegitimen la nueva realidad de Buenaventura, donde la intención de la población nativa sea explotar el turismo como medio de desarrollo.
“Allí se están matando sin ninguna misericordia, ¿ustedes van a meter a la gente allí arriesgando la vida de estos turistas?” preguntaba el periodista de mañanas Blu. Es cierto que el país ha venido pasando por una oleada de violencia desde hace años, las grandes ciudades turísticas del país también pasan por situaciones adversas y ligadas a la violencia. Bogotá tiene problemas de seguridad, los Rongo, Los Villegas, Los Yayas, Los Maracuchos, Tren de Aragua, son bandas que tienen azotada a la capital del país, en Cartagena el hambre y la desigualdad sobresalen como principal problemática y esto desenfoca en inseguridad para el turista nacional y extranjero, en Santa Marta, la extorción y el secuestro son pan de cada día y no hay un periodista haciendo show por las problemáticas sociales que tienen estas grandes ciudades del turismo.
Es por eso, que Buenaventura está en el derecho de esparcir su cultura a todo el planeta, y decirle al mundo que el Puerto no es solo violencia y narcotráfico, en este pedazo de tierra ubicado en el pacífico colombiano tiene mucho más que dar, el muelle turístico de Buenaventura, donde el turista podrá caminar y disfrutar de uno de los mejores atardeceres del mundo, o caminar por el Parque Nacional Natural Uramba, bañarse en las espectaculares playas de Juan Chaco y Ladrilleros, mientras se disfruta de un Encocado de Jaiba con una cerveza michelada, son de las opciones que Buenaventura le puede ofrecer al mundo.
Por otro lado, la periodista Vicky Dávila de Revista Semana, tuvo un encontronazo con el representante a la Cámara Alfredo Mondragón, y allí se le vio muy mal parada. El Representante Mondragón ágilmente pudo sacarle la verdadera cara a Vicky, ella haciendo manifestaciones como “Usted parece debatiendo en el colegio, me da hasta pesar. Usted no tiene altura, en el Congreso usted es chiquitito” “usted no es un señor” “Usted es un señor hecho en la gaminería” “eso es lo que le gusta a los de su especie” refiriéndose de esa manera al representante, sin hablar de las gesticulaciones clasistas que la periodista realizaba en su programa.
Este tipo de ataques a los congresistas alternativos deja muy mal parada a la periodista y a los medios en general. Hay un periodismo parcializado, politizado y peligroso. Lo que hacen estos medios no es democrático ni incluyente, es discriminatorio al referirse “a los de su especie” o la estigmatización que hace Néstor cuando señala que Buenaventura no es más que un pedazo de tierra del crimen.
Es innegable que los medios tradicionales están tocando fondo. La desinformación y la manipulación de la información son su pan de cada día. Estamos siendo testigos de la degradación del periodismo tradicional al servicio de los poderosos. La verdadera democracia de la información está emergiendo en nuevas plataformas, marcando un cambio trascendental en la forma en que consumimos y percibimos las noticias. La era de la diversidad informativa ha llegado, y con ella, el ocaso inevitable de un periodismo tradicional en declive.