Los herederos de unos y otros se juntan

Los herederos de unos y otros se juntan

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Colombia es un país de castas, como dirían en la India, o de clases sociales, legalizadas por los estratos que algún gobierno de ultraderecha nos impuso. En Colombia, paradójicamente, ellos legalizaron la lucha de clases, aunque la nieguen o la traten de ocultar.

Esto quedó como herencia de los españoles después de la independencia, ya que el gobierno, el poder y la riqueza quedó en muy pocas familias que les han transferido esa herencia a sus vástagos y nunca se la han dejado quitar por más que el pueblo haya intentado hacerlo. La mayoría de esos “elegidos de dios” crecieron siendo los delfines de sus padres o como los dignos sucesores de hermanos u otro tipo de parientes, dignos representantes de una realeza criolla, porque sí, se creen reyes, príncipes o al menos marqueses, como el título que les daban los chapetones a los criollos ricos, en una tierra que les dejaron los antiguos colonialistas españoles, y por designios de un dios que ellos impusieron.

Pero sigamos con nuestra historia; como dije en la columna pasada, ese poder se lo han pasado de padres a hijos, de hijos a nietos y de estos a bisnietos y así en una cadena interminable de herencias desde nuestra independencia. Son las mismas rancias familias, los mismos apellidos, que se emparentan entre ellas en una orgía de poder, de dinero y de sangre, sí de sangre, porque en esa carrera de ambición han matado y desaparecido a muchísimos colombianos, no se sabe cuántos, pero las cifras pasan ya de cantidades  que harían enrojecer el rostro a cualquier guerra ocurrida en los últimos tiempos en el planeta. Pero la característica más sobresaliente de los herederos de cada generación es la crueldad, la falta de escrúpulos, una ambición cada vez más desbordada y sin límites y un irrespeto total por los demás colombianos, que, según ellos, son inferiores y ni siquiera son dignos de “amarrarles los cordones de los zapatos” como dirían en antaño.

A través de la historia nacional hemos visto una cantidad de los llamados “levantados” que siempre han querido ser aceptados por esa exclusiva élite. Hablan a nombre del pueblo y hacen campañas electorales diciendo que ellos vienen de abajo y que quieren lograr reivindicaciones para su clase social. Pero cuando logran tener “alguito” de poder muestran su verdadera cara y se le entregan totalmente a la oligarquía, para lograr que los acepten, convirtiéndose en el peor enemigo del pueblo. No escatiman ningún arma para perjudicar cada vez más a sus “otrora” congéneres, pero que después de volverse en puntales de la ultraderecha, no dudan en ser más crueles, arribistas, ambiciosos(as) y corruptos(as) que los que tienen el poder.

Hay otro grupo que son los hijos, sobrinos o simples parientes de politiqueros o empresarios que quisieron hacer carrera en la política, pero que nunca llegaron, no pasaron de ser segundones de otro más fuerte o que solo quisieron hacer una función administrativa en el gobierno, obviamente todos representantes de las derechas. Hoy, esos vástagos se creen con el derecho “natural” de ser voceros de sectores y aspiran a altos cargos dentro del Estado.

En este gobierno del cambio hemos asistido a una mutación muy importante, aunque en años anteriores ya se veía venir, un cambio, que más bien es un destape, de los herederos de algunos mártires, asesinados por el narcotráfico, el paramilitarismo o ambos, en una alianza terrorífica con los politiqueros tradicionales que nos han gobernado por más de doscientos años.

Dentro del primer grupo, el de los que han manejado el país por mas de 200 años, están los Gómez, conservadores ellos; hoy Enrique, uno de los hijos de Laureano, quien sumió al país en una violencia con más de 300.000 muertos, trata de estar en primera fila para lograr acceder al gobierno. Los Valencia, conservadores, cuya cara representativa es Paloma, famosa por querer hacer un muro de la infamia en el Cauca separando a los blancos de bien, de los pueblos ancestrales y los negros esclavizados y por promover la importación de alimentos que nosotros producimos, traídos de los Estados Unidos o Canadá con el cuento de que como salen más baratos la gente los puede adquirir. Los Lleras, hoy los Vargas Lleras, nietos del expresidente Carlos Lleras Restrepo y primos segundos o terceros de Alberto Lleras Camargo, el primer presidente del llamado Frente Nacional; los dos más reconocidos son Germán, quien fuera vicepresidente de Santos; y, el otro hermano, Enrique, muy mentado por estos días por la descubierta corrupción de la Nueva EPS. Los Santos, hijos, nietos y sobrinos de Eduardo Santos, expresidente de Colombia y dueño hasta hace pocos años del periódico El Tiempo, el más “influyente” en la política colombiana y hoy de propiedad de Luis Carlos Sarmiento Angulo; Juan Manuel llegó a la presidencia y “Pachito” a la vicepresidencia, el primero firmó el acuerdo de paz con la FARC y el segundo es acusado por, supuestamente, crear el Bloque Capital de las AUC y también quien pidiera electrocutar a los universitarios que protestaran. Además, están otros que han sido presidentes y aspiran a que sus hijos continúen manejando los destinos de la nación, entre ellos están los Gaviria, cuyo “patriarca” es César Gaviria Trujillo, quien desde la presidencia quebró al país con su apertura económica, en asocio con Uribe montó las leyes que le quitaron los derechos a los colombianos como la salud, las pensiones y el trabajo digno, entre otros, y que trajo al mundo a Simoncito a quien ha tratado de embutirlo en cualquier puesto de poder. Los Pastrana; Misael, el papá, era el que cuando Carlos Lleras fue presidente, hicieron el monumental fraude para impedirle la presidencia a Gustavo Rojas Pinilla, Pastrana se invento el UPAC, con el que perdieron su vivienda millones de colombianos en beneficio de los dueños de los bancos; los hijos de Misael, Andrés y Juan Carlos, han sido “figuras” en la política y el periodismo. Andresito, fue uno de los peores alcaldes de Bogotá, iniciando privatizaciones de servicios públicos y como presidente fue calificado como el peor presidente que había existido en el país. Eso hasta la llegada de Duque, que lo superó con creces. Iván Duque Márquez, hijo de Iván Duque Escobar quien fuera ministro de minas en el gobierno de Belisario Betancurt y mal recordado por no oír las advertencias de la tragedia de Armero que causó mas de 30 mil víctimas y no quiso hacer nada (1). Es de muy ingrata y reciente recordación el gobierno de su hijo, ya que quebró al país, lo dejó con el mayor déficit fiscal de la historia de Colombia. Además “desapareció” el oro del país, vendiéndolo a muy bajo precio y que no se sabe que paso con esos recursos, ha sido mencionado en muchos escándalos como el de los recursos para la paz, el presupuesto apropiado para combatir la pandemia del COVID 19 y hasta su mamá se ha mencionado en el manejo de los bienes de la SAE. Definitivamente el peor presidente de nuestra historia republicana.

Hay un caso muy especial, el de Miguel Uribe Turbay. Nieto de Julio César Turbay Ayala uno de los expresidentes mas sanguinarios y corruptos que ha tenido la nación y últimamente vinculado al narcotráfico por el mismo gobierno norteamericano a través de la DEA (2), hijo de Miguel Uribe Londoño, acusado y detenido, en su momento (3), por el desfalco del Banco del Estado e hijo de Diana Turbay, periodista, secuestrada y asesinada por el grupo autodenominado “los extraditables”, vinculados al negocio del narcotráfico (4). Al abuelo le sacó la “inteligencia”, eran muy populares los chistes de la época, con respecto a la capacidad mental e ignorancia del expresidente, también le heredó su crueldad y desprecio por los colombianos pobres o demócratas. Son memorables las “inteligentes” intervenciones de Miguel Uribe, que no logran la estatura ideológica de un párvulo de preescolar pero si una ferocidad inusitada cuando de atacar a Gustavo Petro y las reformas sociales, se trata.

Las familias empresariales con nexos en diversos negocios y la política son  las siguientes a destacar: Los Sarmiento Angulo, los Ardila Lülle, los Santodomingo, los Guilinsky y los Char, todos con el ánimo (y algunos ya lo son) de convertirse en los dueños de Colombia; y para lograrlo utilizan todas las armas a su disposición como la  competencia desleal o dumping, absorciones de empresarios más pequeños, o entre ellos, con una agresividad tal que pareciera una guerra sin cuartel. Algunos están acusados o mencionados en escándalos de negocios poco lícitos y hasta ilegales y han tenido que pagar multas en el exterior por esos hechos.

Estos dos primeros grupos se creen con el derecho a regir los destinos de la patria y los colombianos, casi que sin oposición de ninguna especie. Tienen medios de comunicación, bufetes de abogados, asesores de imagen y todo lo imaginable para conseguir su cometido. El poder empresarial pasa de abuelos a padres y a hijos y no escatiman esfuerzos para darles la mejor educación en universidades extranjeras con tal de perpetuar su dominio.

En el grupo de los «levantados» podemos encontrar al Claudia López, Angélica Lozano, Katherine Miranda, Kathy Juvinao, JP Hernández, Polo Polo, el conocido como Manguito, Paulino Riascos y tantos otros, hijos de pobres o clase media, que se hacen votar con las banderas de las reivindicaciones populares, pero que cuando llegan a un puesto de poder traicionan a sus electores y al pueblo, uniéndoseles sin escrúpulos a la ultraderecha colombiana, convirtiéndose en enemigos de quienes los eligieron. Ejemplos en nuestra historia hay por montones. Las derechas solo los usan para sus propósitos y luego los desechan como algo inútil y despreciable, no los respeta nadie.

Un grupo muy especial es el de los hijos de los mártires que ocasionaron la extrema derecha, el narcotráfico y el paramilitarismo en Colombia, que hoy se han unido, como una sola fuerza a esa oligarquía, para atacar, como los feudos anteriores, al gobierno del cambio. Entre los más relevantes están los hermanitos Galán, hijos del asesinado por los narcotraficantes y políticos corruptos, candidato presidencial, Luis Carlos Galán Sarmiento, unos mantenidos por el Estado, quien los “acogió” a raíz de la muerte de su padre, nunca han hecho nada por Colombia, se creen con el derecho de mandar, de opinar, de descalificar, además sin argumentos, sobre lo divino y humano de la vida nacional. Uno, desde el reciente aprobado partido Nuevo Liberalismo (antes pertenecieron a Cambio Radical)  y el otro, desde la Alcaldía de Bogotá, puesto desde el que ha demostrado su entrega a los poderes de Peñalosa y Vargas Lleras y además, una total incapacidad de manejo y gobierno de la capital, solo ve por los intereses de sus patrocinadores.

Dentro de los periodistas están Fidel Cano, hijo del sacrificado y gran periodista, Guillermo Cano, asesinado, también, por esa alianza macabra entre narcoparamilitarismo y politiqueros, hoy desde El Espectador se ha convertido en uno mas de la vanguardia de la “oposición inteligente”. El otro relevante es Héctor Abad Faciolince, escritor y columnista hijo del médico asesinado por los poderes del narcotráfico en la sombra Héctor Abad Gómez y que el hijo narra en su libro: “El olvido que seremos”, en el que, además, resalta el asesinato de casi toda la intelectualidad antioqueña a manos de los poderes que surgieron con el narcotráfico y que después pusieron presidente. Otra periodista que está en este grupo es María Jimena Duzán; a su hermana Silvia la asesinaron después de secuestrarla esos mismo oscuros grupos. Los periodistas que mencionamos usan el argumento peregrino de la “imparcialidad” para atacar sin consideración a quien quiere lograr una mejor vida para los colombianos, pero lo que podemos ver es una defensa para que las cosas sigan como han sido siempre. Como lo dijo Petro en uno de sus consejos de ministros: “unos gato pardos”.

Uno podría entender (y digo entender porque no hay otra forma de decirlo) que los herederos de los políticos de extrema derecha y los de los empresarios defiendan sus intereses, al fin y al cabo, ellos se los arrebataron a los colombianos a sangre, fuego y, bueno, nunca querrán cederle nada al pueblo. Pero lo que sí es inaudito es que unos levantados y unos herederos de mártires de la guerra narcoparamilitar se unan a esos poderes para evitar que los cambios les lleguen a millones de colombianos que están entre la pobreza y la miseria, fruto de las políticas expoliadoras de las derechas que terminan defendiendo. Hoy vemos que se han juntado con los herederos de las oligarquías para un solo propósito, atacar al Gustavo Petro y las reformas que Colombia necesita.

  1. https://pluralidadz.com/nacion/la-responsabilidad-del-papa-de-ivan-duque-en-el-desastre-de-armero/
  2. https://cambiocolombia.com/puntos-de-vista/los-vinculos-de-turbay-ayala-y-uribe-velez-con-la-mafia https://www.wradio.com.co/2024/04/17/segun-informe-de-la-dea-julio-cesar-turbay-tenia-nexos-con-el-narcotrafico/
  3. https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1281704
  4. https://www.eltiempo.com/justicia/delitos/diana-turbay-30-anos-de-su-asesinato-pablo-escobar-562555

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