El libro LA MUÑECA NEGRA de la autora Mary Grueso Romero comienza explicando en la solapa izquierda quién es ella, si solamente hubiera querido leer el cuento sin detenerme esa parte del libro por alguna razón lo habría entendido. Sin embargo, en mi opinión, Mary Grueso hace parte del cuento; en ambas solapas se puede leer su corta biografía, y entre los puntos más importantes está la niñez mágica que vivió junto a su abuelo materno, un narrador y declamador empedernido.
Ahora bien, leyendo las páginas pude conocer la historia de una niña sin nombre que pudiera pasar desapercibida, una más del montón. Poco a poco esta va creciendo en algún palafito de la Costa Pacífica viendo el mar, recolectando las conchas y los caballitos de mar para su indumentaria de juegos.
Entre varias cotidianidades de la vida diaria de la niña, hay un juego increíble sobre unas muñecas que, a parte servir como remplazo a las de plástico y para jugar un rato, se deben comer.
“María corcoma, yo te bautizo y yo te coma”.
Entonces se secaba la “cabeza” de la muñeca, se pelaba el plátano
y se ponía a asar en fogón de leña,
y después se repartía “la muñeca”
entre las personas que estaban reunidas.
La muñeca negra (pag.7 – Fragmento)
Así pues, tal juego descrito brinda un corto acercamiento a la forma de recrearse en dicho territorio. Por otra parte, algo que no fue de mi agrado al leer el texto son las comillas en el párrafo citado, que de cierta manera eliminan la licencia imaginativa del lector al acentuar que la cabeza de la muñeca es comestible, contrario al caso de las que se venden comúnmente en los pequeños locales citadinos y rurales.
La situación económica de la niña y sus padres es un punto a favor de la obra, pues, aunque no es el propósito del cuento hacer eco en ello, si no en el deseo de la niña, hace reflexionar sobre la realidad de millones de niños y niñas en Colombia, que muchas veces no tienen acceso a algo tan barato y común como lo son los juguetes para recrearse.
Pero cuando menos se espera, la perspicacia de la madre hará que la historia tome un rumbo diferente.
Este corto cuento, sin duda alguna, debe ser leído por toda la niñez del país, porque entre otras cosas, es un reflejo vivo de ésta.