Está de moda tomar batidos nutritivos, hacer ejercicio, participar en retos para mantenernos en forma… pero tan importante como tener un cuerpo saludable, es tener una mente y un espíritu saludables. El cuento de hoy nos lleva a reflexionar sobre lo que damos a los demás y lo que realmente somos en lo más profundo de nuestro corazón, por eso es importante ser conscientes de cuáles son nuestras cualidades y talentos para explotarlos al máximo, pero también nuestros defectos y carencias para mejorar cada día como seres humanos.
El 2020 ha sido un año único que nos ha traído muchos aprendizajes y para cerrarlo de la mejor manera podríamos hacer un balance muy profundo en el que escribamos qué cosas buenas nos dejó, en qué queremos mejorar, qué cosas tenemos pendientes, cuántos «te amo», «lo siento», «te extraño»… hemos dejado de decir a otras personas o a nosotros mismos, en fin, un balance como lo harían las mejores empresas para cerrar de manera memorable este año y empezar recargados el 2021.
Uno de los temas que podríamos retomar podría ser ¿cuáles son nuestros sueños?, pero sacando de nuestra cabeza el «no se puede» que oímos frecuentemente. Soñemos en grande como soñábamos cuando niños y no sabíamos de deudas, problemas ni altas dosis de realidad. Recordemos qué queríamos ser y miremos qué tan cerca o lejos estamos de serlo.