El populismo no representa un fenómeno nuevo en América Latina. Por el contrario, es inadmisible no encontrar en algún periodo de la evolución política latinoamericana en que un grupo significativo de países no haya estado regido por esta forma de gobierno. Varios líderes como Getulio Vargas, Juan Domingo Perón y Jorge Eliecer Gaitán han conformado parte del populismo latinoamericano del siglo XX. Autores contemporáneos como Weyland (2004), Freinderberg (2007), proclaman que el populismo se expande por toda América Latina en contexto alejados del ideal democrático, con desequilibrio social, económico y político con instituciones débiles, excluyentes de sectores sociales.
Según el autor Carlos de La Torre (2010) el populismo: “asume al pueblo como una sola identidad, con un interés homogéneo y sin divergencias. Conforme a esta visión el populismo se basaría en la apropiación voluntaria de la voluntad popular por un líder autoerigido y visto por sus seguidores como la condensación de demandas de la ruptura y las promesas de redención. De la misma manera, los líderes populistas tienden a construir a sus rivales como enemigos”.
Teniendo en cuenta el contexto político y social en Colombia en plena pandemia, en donde la polarización esta en su máxima expresión, con una crisis económica generada por el cierre de establecimientos privados, crisis sanitaria y desempleo. El discurso populista puede volverse una bomba de tiempo que puede desencadenar una crisis social y política para el país.
Colombia tiene una tradición bipartidista que ha generado una cultura política poco incluyente en la escena política, dicha coyuntura histórica ha favorecido la aparición de dos fenómenos políticos como: Álvaro Uribe Vélez y Gustavo Petro, lideres ideológicamente opuestos, pero al mismo tiempo, similares.Su similitud radica en que ambos suelen instituirse como lideres carismáticos que tiene como fin suplir todas las demandas sociales de la población quedando como los únicos actores políticos capaces de darle respuesta a dichas demandas.
La falta de cultura política, la apatía ciudadana y el sectarismo político en Colombia genera que este tipo de líderes populistas vean en las masas una oportunidad política para subir al poder. Unos de los grandes riesgos cuando estos lideres caudillistas llegan al poder, es su imposibilidad de cumplir con lo que prometen; esto genera que tengan que recurrir a diferentes mecanismos para mantenerse en poder.
Es importante resaltar, que una de las consecuencias del fenómeno populista de acuerdo a la experiencia Latinoamericana fue la aparición de dictaduras, lo que generó que este tipo de líderes recurrieran a la fuerza para perpetuarse en el poder. Lo bueno y lo malo del populismo se mira según la visión. Pero en la actual coyuntura política en la que vive Colombia, el populismo puede traer enormes consecuencias como el recrudecimiento de la violencia política, la polarización política y la discriminación. Pero en el ejercicio concreto del gobierno siempre hay saldos positivos en algunos casos: el salto económico y social de Bolivia es innegable, lo mismo que en Ecuador.
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