La violencia contra las mujeres transgénero es un problema estructural de una sociedad machista que basa sus patrones de conductas en la perspectiva patriarcal que dictamina un orden social. Estas violencias requieren una respuesta inmediata y efectiva por parte del Estado. En donde las autoridades competentes tomen medidas urgentes para garantizar la investigación, judicialización y el castigo de los responsables de este escabroso crimen.
Sara, de 32 años no murió. Fue asesinada. Víctima de feminicidio el domingo 6 de abril del presente en el municipio antioqueño de Bello. Le fracturaron los brazos y las piernas para después arrojarla a una quebrada La Gloria y se ahogase sin ninguna posibilidad de salvación a través del escape.
Tras ser rescatada en grave estado de salud, fue trasladada a un centro asistencial, donde lamentablemente falleció. Las autoridades están investigando el caso y esperan el dictamen oficial de Medicina Legal para esclarecer los hechos, mientras que fuentes extraoficiales mencionan que varios sujetos impidieron que otras personas la socorrieran.
Este es el resultado de las acciones negacionistas de las diversidades de sexo género y la negación de derechos humanos a personas de los sectores LGBTIQ+ por parte de la sociedad y algunos representantes gubernamentales.
Con el pasar los das se conocen más datos de la forma en que fue asesinada. El dolor era tan insoportable que no aguantó. Es imposible describir el grado de crueldad con la que nos están asesinando, torturando, desapareciendo, desplazando y demás formas de terrorismo atroz. La alcaldía de Bello en Antioquia junto la Policía Nacional se encuentran investigando. Necesitamos que se haga justicia y no quede en la impunidad como la mayoría de casos de agresión y asesinatos contra los sectores LGBTIQ+ que han quedado archivados y en el olvido.
Lo de Sara no es un simple crimen, a ella la mató el odio y la homofobia de la sociedad; sumado a su indiferencia. Y este no es un caso aislado, ni los asesinos son antisociales o minoría, se trata de una violencia histórica ejercida sobre poblaciones o sectores sociales en condición de desventaja en el acceso, disfrute y permanencia a los derechos humanos, en un estado colonialista que implementa la necro política y el terrorismo para controlar todo aquello que representa una amenaza al “orden natural de las cosas”.
Acciones de represión colectiva y violencia destinadas a someter a la ciudadanía a través del terror que se naturalizan apropiándose de la mente de las gentes en las repúblicas que nacen después de la ocupación atroz de este continente, en donde quienes llegaron del antiguo continente a robar, matar y destruir las civilizaciones que habitaban el Abya Yala o las Américas, habituó que el control social se ejerce con terrorismo.
Su existencia fue cegada de manera vil frente a la indiferencia social. Brutalmente masacrada por el hecho de ser una mujer trans #FueTransfeminicidio
Es necesario que se implementen en los territorios estas acciones desarrolladas en programas específicos con estrategias para suprimir las violencias contra las mujeres; en especial las ejercidas sobre mujeres en mayor situación de vulnerabilidad como las mujeres con orientaciones sexuales e identidades de género diversas, étnicas, con discapacidad, adultas mayores, niñas, adolescentes, incluyendo la capacitación de funcionarios públicos, la creación de rutas de atención y la asignación de recursos para la implementación de estas políticas.
Llamamos a la sociedad a sumarse a la exigencia del cese de las violencias basadas en género y por prejuicio. A exigir a nuestros gobiernos la aplicación de las leyes y pronunciamientos de la Corte Constitucional de Colombia para tal fin.
Las violencias contra las mujeres no es un discurso sin base sino una realidad palpable que se demuestra en casos tan inhumanos como el de esta mujer transgénero, es una problemática que nos compete como ciudadanía.
Las autoridades competentes deben tomar medidas urgentes para garantizar la investigación y el castigo de los responsables del transfeminicidio de Sara Millerey. Imponiendo sanciones ejemplarizantes que condenen las violencias dirigidas hacia las mujeres para evitar actos de repetición.
Es necesario que los gobiernos implementen políticas y programas específicos para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres transgénero en los distintos ordenes correspondientes.
Esto será evidencia que Colombia cumple los tratados a los que se ha sumado y suscrito para garantizar la eliminación de las violencias basadas en género y por prejuicio hacía las mujeres y otros sectores de especial protección constitucional.
Las administraciones públicas de distinto orden, nacional, departamental y municipal deben asignar presupuestos sensibles al género para la ejecución de estas políticas y programas. Así garantizar la formulación e implementación de proyectos para la eliminación de las violencias contra las mujeres.
Sara era su nombre. Sara no se murió, a Sara la mataron.
Y no la mataron solo quienes la torturaron, vejaron, golpearon y lanzaron a la quebrada; la mataron también quienes la ignoraron mientras suplicaba ayuda, quienes hoy se burlan de ella, personas como un “influencer” que incitó al asesinato sistemático de nuestras existencias al cual no se le dio una pena ejemplar; y, las instituciones que siguen negando nuestras identidades de género femeninas omitiendo hasta el final nuestro derecho al libre desarrollo de la personalidad.
Ser TRANS no debe costarnos la vida.