Por primera vez en mucho tiempo los trabajadores de Colombia están unidos alrededor de las figuras de Gustavo Petro y Jorge Robledo, dos de los líderes de izquierda que han defendido en diversos escenarios los derechos laborales. Tienen trayectoria porque, con fundamento, han cuestionado a quienes, en su condición de empleadores, promueven en contubernio con el gobierno nacional, el progresivo desmejoramiento de las condiciones conquistadas al calor de la lucha.
Los últimos cuatro años han sido nefastos. Aumentó el desempleo, se amplió la base de personas en condición de pobreza que hoy suman los 22 millones y la inflación sigue galopando, distante de los controles que anunció el mandatario cuando dijo que el 10% de ajuste salarial, buscaba recobrar la capacidad adquisitiva de los colombianos.
—La inconformidad es mucha. Y a menos que se produzca un cambio pronto, el estallido social puede reavivarse—asegura con preocupación el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores—CUT—Francisco Maltés Tello.
Él, como uno de los voceros del Comité Nacional de Paro, explica que las encuestas de favorecen al Pacto Histórico y la Coalición de la Esperanza, tienen una explicación sencilla: la gente está cansada de gobiernos que han pensado en los intereses de un grupo muy pequeño de castas en el poder, incluyendo los empresarios, mientras que la base social enfrenta cada día un desmejoramiento en su calidad de vida.
¿Por qué la izquierda se ha fortalecido? ¿Qué explica, por ejemplo, las multitudinarias manifestaciones de apoyo al aspirante Gustavo Petro, como la realizada el fin de semana en Cali?
Maltés Tello no duda en responder:
—La inconformidad social, así de sencillo. No de otra forma se puede entender que quienes han militado en diferentes vertientes políticas, ahora le estén apostando a un gobierno alternativo…
¿Cree en las posibilidades de Petro o de Robledo y de que se produzca un cambio en el Congreso?
El dirigente de la CUT se me queda mirando como si yo viviera en la estratósfera y recién hubiese aterrizado.
—Claro que creo que se avecina un cambio. ¿Acaso usted lo duda? Haga una lectura sencilla del escenario nacional…
Luego comienza a describir por qué Colombia se encuentra hoy en un punto sin retorno:
—El estallido social comenzó el 21 de noviembre como reacción a las pretensiones del gobierno nacional de sacar adelante tres reformas lesivas para todos: laboral, pensional y tributaria. Esto nos toca a todos, desde la clase media hasta el que se rebusca vendiendo frutas en una carreta, en una ciudad o municipio de nuestro país. Marginarse de esa realidad, es ilógico, pretender tapar el sol con un dedo… Ahora, recuerde que esas reformas constituyen recomendaciones de la OCDE, en las que todavía siguen insistiendo; de hecho, se lo reafirmaron al presidente Duque en París.
Pero ahora los aspirantes al congreso o a proseguir en esas curules están presentándose como defensores de los derechos de los obreros…
—Eso es lo gracioso en este Macondo que es Colombia. ¿Recuerda? Cuando a todos les dio la enfermedad del insomnio y olvidaron hasta lo más elemental. Es lo que nos pasa en Colombia. Los políticos de siempre se presentan como salvadores y muchos de los que han sido golpeados por ellos, les creen nuevamente. Olvidan lo que históricamente ha venido ocurriendo…
¿Y los aspirantes del Pacto Histórico y de la Coalición de la Esperanza?
—Quienes hoy están en esas dos vertientes, fueron los únicos que apoyaron la movilización social, expresaron su rechazo a la brutalidad del gobierno nacional al reprimir las protestas y estuvieron a favor de tumbar esas pretendidas reformas. Los Mesías que hoy quieren llegar o repetir senado y cámara de representantes, apoyaron a Duque…
¿También los proyectos de Ley en lo que se transformaron los diferentes puntos del Pliego de Emergencia?
—Sí, exactamente. Recuerde que en diciembre del 2019 se realizaron movilizaciones hasta mediados de diciembre y, ese mismo mes, el aguinaldo de Duque fue una reforma tributaria que le “regaló” a los empresarios 12 billones en exenciones. Una reforma que afectaba a los de a pie, inconveniente, como se probó luego.
Ahora, el asunto es que el 28 de abril del 2020 se avivaron las movilizaciones que paralizaron al país. Un hecho sin parangón en el país, fruto de la inconformidad popular. Quienes hoy forman parte del Pacto Histórico y algunos de la Coalición de la Esperanza, acompañaron la resistencia y, antes que deslegitimar a las primeras líneas, abogaron porque se escuchara a los jóvenes. Los de siempre, los politiqueros, lo que pugnaban era por la “tierra arrasada”, en otras palabras, arremeter contra la protesta social. Eso es lo que muchos olvidan…
¿Y los proyectos para el Congreso?
—Surgieron de todo ese proceso, de movilización popular. Solamente el Pacto Histórico y la Coalición de la Esperanza han apoyado. Los demás, unieron fuerzas y han hundido 4 de los 10 proyectos. Y debimos presentar esas iniciativas al Congreso porque el Pliego de Emergencia, que buscaba mejorar la capacidad adquisitiva de los colombianos en un periodo tan critico como la pandemia, y que aun persiste, fue ignorado por el gobierno de Duque. Desconoció la contundencia de las movilizaciones.
¿El Paro Nacional? ¿Cómo evaluarlo?
–Fue el despertar de un país. Que las inmensas mayorías, que hoy conservan esa inconformidad, tomara conciencia que en las calles se logran las reivindicaciones. Ahora el momento es decisivo, porque será en las urnas. No podemos olvidar a 87 compatriotas que murieron o fueron asesinados, 97 a quienes les lesionaron los ojos y los desaparecidos. Es el momento de recordar que sufrieron las arbitrariedades por creer que otra Colombia sí es posible, para ellos, para sus familias y las nuevas generaciones.
Recuerde que en el país se realizaron 15 mil movilizaciones…
Perdón, ¿tantas? No habrá algún equívoco…
Ninguno. Retomo el asunto: fueron 15 mil movilizaciones en 800 municipios. Además, por primera vez se lograron articular nuestras protestas con las que se desarrollaron en más de 100 ciudades y capitales de varios países. La solidaridad internacional fue contundente. Compartían nuestra lucha, que es, ha sido y será justa.
Para Francisco Maltés Tello ahora, lo que llama la berraquera del pueblo inconforme, debe reflejarse en un proceso electoral que transformará el Congreso y elegirá un presidente distinto al común de quienes han sido ungidos con el voto de la ciudadanía.
Con la sinceridad que lo caracteriza me mira y, tras soltar una carcajada, me interroga;
–¿Ahora no me diga que está dudando que Petro será presidente? Si no es ahora, no será nunca. Además, el Senado, la Cámara de Representantes y, a futuro, los Concejos y Asambleas, tenemos que renovarlos…
Me quedo pensando y recuerdo las palabras de Eduard Manuel, guarda de seguridad en el conjunto residencial donde resido, y quien, sin saber mucho del ámbito político, desconfía de Iván Duque cada vez que sale con sonrisa de Mona Lisa en los medios de comunicación, para hacer algún anuncio que impacta a los colombianos.
—Cada vez que en la televisión salen noticias del presidente reunido con gremios y empresarios, uno piensa sobre el garrotazo que se nos avecina— me dijo esta mañana En esta suspicacia se identifican muchos colombianos.
Al igual que él, espero un cambio. Por los miles de víctimas que regaron con su sangre las calles, cuando salieron a protestar…